Don Pepe, Capitán en cuerpo y alma

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes

lunes 5 de julio de 2021

Don Pepe, Capitán en cuerpo y alma

Hace como unos 15 años, más o menos, recibí una curiosa llamada. Al otro lado de la línea un sujeto con acento chileno, me explicaba que leía todas mis editoriales con mucha atención, y para demostrarlo comenzó a mencionar las más destacadas (según el), a las que les hacía muy interesantes y puntuales observaciones, que yo escuchaba con asombro, porque la mayoría de ellas solo podían venir de una persona con gran experiencia en la pesca. El sello del hombre de mar estaba impreso en cada palabra de aquella corta disertación, que escuche pacientemente antes de intervenir.

El sujeto al otro lado del teléfono termino su opinión agregando: “mira Francisco, desde hace varios años que la información de Oannes y tus editoriales, las leo todos los días con mi café de la mañana aquí en Chile, pero ahora que voy a viajar a Perú, nada me agradaría más que conocerte personalmente”.

Era imposible que mi ego seducido por aquel admirador del otro lado de la frontera sur, se negara la oportunidad de la cita. Tenía que conocer a quién hablaba tan bien de mí sin conocerme personalmente. Se trataba de Carlos Gallego Carrasco, un joven y vivaz Capitán de Pesca Chileno, con quien logramos una gran amistad, y antes de su prematuro fallecimiento, logre incluso hacerle linda entrevista para nuestro canal de YouTube (https://youtu.be/iWdxaM4K4Nw) y así compartir con todos los miembros de nuestra organización, algo del conocimiento marinero de este fabuloso personaje con quien mantuve no solo largas tertulias, sino también grandes momentos; uno de ellos, cuando me presentó a su padre, don José Gallego Rúa, instante en que comprendí que la marinería de Carlos, era tema de una sumatoria de generaciones.

Pepe, como le llamamos siempre sus amigos, era un capitán de pesca de polendas, con miles de experiencias que contar, que tuvo que vivir lo que ningún padre quiere vivir, cosa que se reflejaron claramente en sus palabras: “Panchito, ningún padre debería ver a su hijo morir”. Una frase que caló muy hondo en mí, porque además su hijo ganó mi amistad con su cariño, sinceridad y elocuencia.

Desde que Carlos falleció, Pepe no dejo de llamarme para conversar sobre todo lo que para él significaba la pesca, y esa amistad que comenzó con su hijo, se prolongó con él a lo largo de los últimos años. Una vez al mes o cada quince días, nos hablábamos por teléfono en una extensa conversación que era para mí de un especial deleite, por los cientos de historias marineras o su opinión sobre determinados acontecimientos pesqueros.

Un día pase por Paita, donde Pepe ya se había radicado, y olvidé reportarme con el Capitán, pero alguien que me vio se lo contó. Pepe me llamó molesto para reprocharme el por qué no le había dicho que estaba en Piura y no paró sus reproches, hasta que le prometí que no volvería a suceder y así fue, hasta que finalmente decidió regresar a Chile… ”hasta que pase esta huevada del Covid” como me expreso en una coloquial frase.

La crisis de esta maligna enfermedad no terminó aún, pero Pepe falleció hace unos días en Talcahuano, enfermo de un tumor no detectado a tiempo, que lo llevó a capitanear barcos de pesca en los mares celestiales a unas semanas de cumplir 76 años.

Pepe, era un hombre orgulloso de su familia con toda razón. Sus antepasados llegaron a Chile en dos etapas: Primero en 1910 cuando entre un grupo de inmigrantes españoles de Galicia, arriba a Talcahuano don Emilio Rúa Cabañas, Ingeniero en Pesca de la Universidade Da Coruña (España), que viajaba a Chile a aportar su tecnología y experiencia en materia pesquera. Y años más tarde, en 1939, finalizando la Guerra Civil Española, el carguero “Winnipeg” arribó a Valparaíso con más de dos mil quinientos refugiados y entre ellos; don José Gallego Costas, un joven capitán pesquero, proveniente de la villa de Bueu, afamada caleta gallega, cuna de nautas.

Pero si Dios o el destino querían forjar una familia de pura sangre pesquera, vaya que lo logró, porque en el año 1942, José Gallego Costas se casa con Elena Rúa Lago, hija de don Emilio Rúa Cabañas, y de esta unión nace en el año 1945 su único hijo, José Gallego Rúa, nuestro querido “Don Pepe”.

Pepe, fue uno de los más destacados, eficientes e innovadores Capitanes de Pesca de la Octava Región chilena, la última generación de capitanes de barcos pesqueros con directa influencia artesanal.

En su larga carrera Pepe capitaneo desde lanchas artesanales de 30 toneladas hasta grandes buques pesqueros oceánicos de 950 toneladas de capacidad de bodega. A principios de los ochenta, Pepe siempre innovador, instala en uno de los barcos que comandaba, el primer halador de marca Triplex, que revolucionó las capturas de las especies pelágicas en Chile.

Pero fue el “Teigenes”, el barco que lo convirtió en un mito, logrando capturas excepcionales, muchas de ellas más allá de las 180 millas, hecho que contribuyó a la clara orientación marítima de la política pesquera chilena y su concepción de "mar presencial", que era uno de nuestros tantos temas de conversación.

En la década de los noventas, Pepe se convierte en armador de su primer barco; el “Terranova”, un cérquero de estilo noruego de 850 TM de capacidad de bodega; en el que Carlos su hijo menor, como capitán toma el timón, logrando otro hito de capturas en Chile.

Pepe comienza entonces una etapa como empresario y en 1995, adquiere en el puerto de Lota, una Planta de Harina y Aceite de Pescado, que  procesaba anualmente más de 40.000 toneladas de pescado. Siendo líder en la venta de harina “Prime”, para la industria salmonera y acuícola chilena por algunos años.


Pero en el 2003, en acuerdo con su familia; la planta y el “Terranova” son vendidos, y con ese capital se construye y adquiere tres modernas embarcaciones pesqueras artesanales de cerco, arrastre y espinel, que operan hasta la fecha en nuestro vecino país del sur.

Pepe era un gran admirador del Perú, amaba el país, muchas veces había venido a deleitarse con la comida peruana, así como su pesca y en el año 2005, con toda su experiencia marinera, decide junto con sus hijos crear la Pesquera Terranova S.A. en Perú, adquiriendo el buque de arrastre “Camelot”, hasta hoy destinado a la captura de merluza y con una importante cuota de pesca.

Me apena de sobremanera escribir reseñas de buenos amigos que se van, supongo que es lo que me ha tocado vivir y parafraseando al gran Pepe. “Uno no debería presenciar la muerte de sus hijos o de sus buenos amigos” porque es un dolor indescriptible que arranca tristes lágrimas.

Pepe, mi estimado amigo. Has sido un amigo entrañable para mí. Como algunos que se han ido ya. Ya no podrás leer como tu hijo, lo que nuestra organización publica día a día y ustedes leían con entusiasmo durante su diario café matutino, pero puedo decirte; que hasta que me toque a mí, pondré mi mejor esfuerzo para seguir manteniendo esta enorme red integrada de comunicaciones, funcionando y lo más neutral posible, y que sea la experiencia marinera, la que guié el camino de los futuros pesqueros y acuicultores de Hispanoamérica, que tendrán que alimentar sosteniblemente las nuevas generaciones con proteínas que son fruto del enorme esfuerzo, sacrificio y coraje de grandes pescadores y visionarios como tu.