El saludo a la bandera, las frases “cliche” y la falsa historia.

Autor: Francisco J. Miranda Avalos - Presidente de la Junta Directiva de la ONG Oannes

miércoles 5 de abril de 2017


Cuando cursaba el 5 año de secundaria (1975), ingrese a un programa de “Reemplazos críticos”. La ley entonces exoneraba del Servicio Militar Obligatorio, a quien seguía este programa. Pero para mi mala o buena fortuna, mi padre era Comandante General de la 1ra Division de Caballería, con sede en Sullana (Hoy Primera Brigada de Caballería). Como General del Ejercito, no quería que su hijo fuese eximido de una formación militar y tampoco que perdiera años de estudios universitarios.

El era un admirador del sistema de reclutamiento israelí, y al mismo tiempo creía que el Perú debía tener un sistema original de reclutamiento. Sus fundamentos eran muchos y eran discutidos en la mesa familiar de manera imposible de eludir. Mas siendo su único hijo hombre.

Pensaba que el ejercito peruano, como una de las organizaciones encargadas de la defensa nacional, perdía mucho tiempo y dinero con las levas, por que con este sistema se reclutaba un gran numero de analfabetos. Reconocía que su institución hacia una gran labor de alfabetización, pero tenia muy claro que no era su función, sino del Ministerio de Educación. Creía firmemente que un muchacho de 4to o 5to de secundaria, tenia la base y la edad suficiente para recibir una buena formación militar, que lo preparara para la defensa nacional. Ya que creia que 2 años de servicio militar obligatorio, eran demasiados. Si un muchacho de 4to o 5to de secundaria entraba a un programa especial, en solo un año podia formar al ciudadano en todo lo que implicaba la defensa nacional y crear unas reservas militares de rápida activación, al estilo israelí. Que solo en horas puede conformar un ejercito de mas un millón de soldados con sus reservas y su servicio activo.

El curso de “Reemplazos críticos” era un curso muy básico, significa que en el caso de una confrontación bélica, estos cuadros eran los últimos en ser llamados a la batalla, por eso precisamente eran “Reemplazos críticos”.

Mi padre pensaba que podia convertir los “Reemplazos críticos” en una suerte de “Curso Especial de Reservas No Acuartelados” e hizo hasta lo imposible para que esa clase del 1975, fuese su mejor experimento, con el cual demostrar sus ideas, conmigo y mis compañeros adentro, por supuesto. Lamentablemente el golpe militar de Morales Bermudez, cambio sus proyectos, cuando a solo 6 meses de asumir su puesto en Sullana, lo llamaron a Lima a hacerse cargo de una Dirección en el Cuartel General del Ejercito.

Sin embargo para mi las cosas no cambiaron y me quede en Sullana a terminar el 5to de secundaria en Colegio Santa Rosa de Maristas, y por supuesto mi curso de “Reemplazos Críticos” en el Regimiento de Caballería Blindada Nr. 13, donde me gradué con el primer lugar de mi especialidad: Comunicaciones, “El Arma del Comando”.

Mi especial carácter, chocaba mucho con el de mi padre, acostumbrado a dar ordenes y ser obedecido. Durante 16 años, la vida militar influyo muchísimo en nuestra vida familiar. Pero no puedo negar que mi breve paso por el ejercito, me dejo muchas otras cosas valiosas que utilizaría y utilizo aun. Una muy importante fue que quizá me dio mi primer trabajo, ya que aprendi a manejar un telex, un equipo fundamental en aquel entonces para las comunicaciones y el comercio internacional.

El Ejercito Peruano me enseño mucho, no solo cosas practicas, me hizo ver la importancia de los valores y de la historia de nuestra nación. Me dio un sentido de pertenencia y responsabilidad con la patria, que no suelo observar entre quienes nunca tuvieron contacto con una institución militar.

La frase cliche; “es un saludo a la bandera” aludiendo a una estupidez o una perdida de tiempo, contiene en su esencia un desprecio por los principales valores que intenta cultivar una nación, sobre la base de su historia. Una historia que pone énfasis en el honor y el sacrificio, pero también que recuerda objetivamente la traición y el odio; para enseñarnos a no repetir nunca mas los errores del pasado.

Cuando saludamos a nuestra bandera, en realidad hacemos un gesto de respeto a nuestros antepasados, aquellos que lucharon por los valores de libertad y democracia que forjaron nuestra patria. No es una perdida de tiempo, no es una estupidez, es el reconocimiento a la trascendencia histórica de personajes ejemplares y realmente dignos, como Grau o Bolognesi. Aquellos que Sendero Luminoso, por ejemplo, pretendía destruir y humillar, con historias falsas, para luego dar espacio a sus “falsos heroes”, iconos de una nueva nación comunista y revolucionaria, construida sobre el caos y las cenizas de nuestros valores, que muchas veces no sabemos respetar y cuidar.

Destruir la historia de una nación y reemplazarla por otra conveniente sus propósitos, es la estrategia política de muchos “ideólogos revolucionarios”. La historia por cierto, la escriben los vencedores, quien ademas se aseguran de destruir toda base histórica opuesta. Esto lo hemos visto en todas partes, desde el antiguo Egipto, la Roma Imperial, en los tiempos de Stalin o Mao, hasta hace muy poco en la antigua ciudad Siria de Palmira. Ganar la lucha por ser quien escribe su propia historia le da trascendencia al vencedor.

Desterrar la frase: “es un saludo a la bandera” aludiendo a una estupidez o una perdida de tiempo, es algo que los peruanos deberíamos hacer por respeto a nosotros mismos. Ya que los valores inconscientes que contiene, nos destruye como nación desde adentro.

Y hay que tener mucho cuidado con la “falsa historia”, siempre encierra un propósito nefasto. La prensa ligera, toma como hechos históricos muchas cosas que no pueden probarse como tal. La historia es una ciencia también y la investigación histórica se nutre de fuentes fidedignas, documentos oficiales y hechos comprobables. La historia es el almacén del conocimiento de la raza humana, ahi se registran los errores y los aciertos de nuestros antepasados con total objetividad, sino, dejara de ser un documento histórico, para convertirse en una obra literaria, que no es mas que el producto de la imaginación de alguien.

Pero no nos confundamos, la historia tiene también sus novelas. La diferencia con una obra literaria común o corriente, es que en una novela histórica, el autor respeta los hechos históricos comprobados, permitiendo que su imaginación y narrativa complete los espacios vacíos.

La historia de la pesquería peruana, necesita ser escrita con este criterio. Existen “falsas historias” y “mitos” por doquier. Escucho día a día a muchos personajes relacionados con el sector, que con un claro desconocimiento de la historia de la pesca, emiten opinion en medios, creando sobre sus suposiciones y falsas creencias, una “falsa historia” que solo complica la comprensión de nuestra realidad, y lo que es peor, la prensa las valida.

Dentro de este marco, se suma ademas el desconocimiento técnico de la pesca. Para la prensa en general, la pesca es un mundo por descubrir, que solo conocen de oídas, mostrando en sus reportes la repetición de “frases cliche” que ni siquiera comprenden. Frases tan populares como: “la pesca de arrastre es depredadora”, son solo “cliches” de quien no conoce esa tecnología y enorme diversidad.

Ni que decir de la tan popular frase “los industriales solo saben hacer harina de anchoveta”, sin comprender el contexto de la abundancia de un recurso y la dificultad de desarrollar mercados de consumo directo para un pez pelágico tan pequeño. Y para no entrar en mas ejemplos, termino recordando otra también común “frase cliche”: “Tantalean destruyo la pesquería y casi extermina la anchoveta”, cuando la historia prueba que la nacionalización de la pesca se dio luego de una sobre-explotación del recurso por una industria pesquera privada y novata, que empezaba a darse cuenta que los recursos marinos eran finitos. Pocos saben por ejemplo, que fue el mismo Tantalean, quien promovió la primera fabrica de conservas de anchoveta en Ilo.

Un ingeniero pesquero o biólogo pesquero, debería tener la historia de la pesquería y de la acuicultura nacional (que también tiene su historia) como cursos básicos de primer ciclo en su curricula universitaria. Y esta historia la deben escribir historiadores, no periodistas o aficionados. El rigor de la investigación histórica, es el rigor de una ciencia con método, que se ciñe a los hechos comprobables, no a suposiciones o decires.

Sin la historia no hay pasado, ni tampoco futuro. Solo un mundo vacío, donde lo hecho por cientos de personas para construir un ideal, quedara en el olvido. Quiza ahi entonces “el saludo a la bandera” cobre el sentido que precisamente no debemos dar.