Proteger la zona costera ¿Para el pescador artesanal o para la reproducción de especies?

Autor: Francisco J. Miranda Avalos. Presidente de la J. Directiva de la ONG OANNES

lunes 15 de enero de 2018

El deporte, que practico desde que tenia 17 años, hace 41 años; me permitió meter la cabeza bajo el mar y me puso en contacto con la zona costera peruana, su vida submarina, sus playas, su gente y sus enemigos. También me llevo a estudiarla, desde la universidad y con el gran esfuerzo autodidacta que mi pasión por el tema me ha hecho desplegar.

Lo que he podido ver durante mis años en el mar, han sido cosas tanto maravillosas, como terribles, que sin duda merecen ser compartidas. Y es quizá esa la principal razón para escribir semana tras semana una editorial, buscando que sean los jóvenes profesionales de ciencias del mar, de la pesca, de la acuicultura y del medio ambiente, los que puedan beber de esa experiencia, pero que sobre todo aprendan a dialogar y a trabajar en equipo para su futuro.

A todo estudiante de pesquería y acuicultura con el que me relaciono, siempre le pregunto: ¿sabes nadar? ¿has buceado alguna vez? ¿has navegado? ¿has pescado?. Ha sido una encuesta personal que he hecho desde hace muchos años y lamentablemente el balance ha sido muy negativo, la gran mayoría ni siquiera saben nadar.

El Dr. Primo Pacheco Guillen, profesor de la Facultad de Oceanografía, Pesquería, Ciencias Alimentarias y Acuicultura de la Universidad Nacional Federico Villareal, fallecido hace algunos años, era químico, no sabia nadar, pero amaba el mar como nadie, por ello se involucro con el deporte y llego a ser Presidente de la que en aquel entonces se llamaba Federación Peruana de Caza Submarina y Actividades Subacuáticas. Durante su mandato, sin apoyo económico del estado y con muchísimo entusiasmo y el de todos sus colaboradores, organizo cientos de actividades deportivas, acompaño a equipos de buzos peruanos a campeonatos mundiales en países como España y Chile, y organizo el primer campeonato mundial de pesca submarina de la historia del Perú en 1975, en Paracas.

Primo y yo nos hicimos muy buenos amigos pese a la diferencia de edades, mas de una vez fuimos juntos al mar, lo recogía de su casa en San Felipe con mi escarabajo e íbamos a diferentes balnearios, donde pescadores amigos nos llevaban a pescar. Recuerdo aun una conversación frente a la Isla Grande en Ancón, mientras me cambiaba al terminar la faena y regresábamos a puerto.

Había decidido abandonar la universidad, por que estaba inmerso en un proyecto de comercio exterior de productos hidrobiológicos donde había invertido dinero de un préstamo familiar y otro que había ganado comercializando langostas vivas en hoteles y restaurantes de primera clase en Lima. Primo por supuesto entre ajos y carajos estaba muy alterado, mientras yo ponía mi pesca de cherlos en la malla. No quedo lisura que no pronunciara aludiendo a mi estupidez. Una estupidez que por cierto invoco a las nuevas generaciones no cometer. Pero sin que sea una escusa valida, estaba cansado de 7 años en las universidades, 2 en la PUCP y 5 en la UNFV, entre huelgas y estudios.

Primo entre lisura y lisura, miraba los cherlos y me preguntaba: ¿te das cuenta coju…, el ingeniero pesquero que serás con lo que sabes del mar con tu experiencia y pasión por el conocimiento? ¿cuántos de tus compañeros saben si quiera nadar? Como quisiera que muchos de mis alumnos sean buzos como tu! ¿acaso crees que los autodidactas triunfan en la vida? Necesitas un titulo hue…! Gritaba levantando sus manos, sus enormes cejas y encendiendo su enrojecida cara en medio del mar.

A lo que yo le respondía cachoso: Doctor no se amargue, acá hay unos cherlitos para el chicharrón…después se va a indigestar. Pero era demás, el sermón continuaba todo el camino, hasta que lo dejaba en su casa.

Si. No dudo que tenia razón. Pero mi vida profesional se desarrollo en el comercio internacional y en la industria pesquera de una manera inusitada, gracias a que algunas personas validaron o reconocieron mis conocimientos, junto con mi pasión por la pesca y acuicultura, antes que mis títulos profesionales. No hare apología de mi estupidez, este no es un ejemplo a seguir, tuve algo de suerte. Y enfrente la adversidad mas que nada con mucha perseverancia y gracias a ello aprendí mucho y continuo aprendiendo.

Una clara conclusión es que la experiencia y la ciencia, deben ir de la mano. Tanto el pescador necesita comprender de la ciencia, como el profesional vivir y beber la experiencia del pescador. La combinación de ambas cosas, nos permiten tener un mejor conocimiento del mar y sus recursos. Y con esto, es posible apostar por una administración sostenible de los recursos, que permita al pescador obtener su sustento y alimentar a la población con esas valiosas proteínas, ácidos grasos, etc.

Dentro de este marco de sinergias que deben existir, la protección de la zona costera peruana, es fundamental. Y es ahí donde la experiencia y conocimiento ancestral de los viejos pescadores se pierde irremediablemente, cuando algunos académicos no acuden a ellos presumiendo de conocimientos logrados entre libros y carpetas. O cuando el pescador, cree que lo sabe todo, solo producto de su experiencia.

El pescador artesanal de hace solo unos años atrás, estaba acostumbrado a la captura de peces de “peña” o de “orilla”, lograba sus capturas lanzando anzuelos entre riscos y playas, o con su pequeña embarcación de remos con la que lograba llegar a donde tender su red o “pintear” con sus anzuelos. Este perfil se ha ido perdiendo con el tiempo.

Aunque pertenezco a una segunda generación de apneítas y pescadores submarinos peruanos (En la primera hay personajes memorables como Biffi, Tantalean, Galia o Barchi) recuerdo como muchos pescadores artesanales veían con interés los equipos que usábamos y las presas que obteníamos, muchas de ellas solo ocasionales para sus artes. Algunas como el Loro (Oplegnatus insignis) o el Chino (Medialuna ancietae) eran muy poco comunes en sus capturas. De hecho el Chino ni siquiera estaba listado en el famoso Informe Nr. 44 del IMARPE (Clave para identificar los peces del Perú) de las Doctoras Norma Chirichigno y Matilde Mendez. Y los pescadores artesanales se sorprendían al verlos. El Chino era difícil de capturar por que básicamente era un herbívoro que no mordía los anzuelos con carnadas, y su hábitat de olas y rompientes hacia difícil el acceso a las artes tradicionales del pescador artesanal.

Con el tiempo algunos pescadores artesanales se convirtieron en pescadores submarinos, una primera generación tuvo algunos muy destacados como Angel Mimbela y la segunda a Victor Castro, ambos hoy fallecidos. Tuve el honor y el privilegio de compartir faenas y aventuras con ambos.

La pesca submarina a pulmón, es un deporte. Pero la necesidad de supervivencia y probablemente la ambición desmedida, llevo a muchos pescadores artesanales a violar la delgada línea del deporte e innovar con practicas antideportivas, que son básicamente depredadoras de los peces de peña o de orilla, y de otras especies bentónicas. Surgió entonces el buceo nocturno, cuyo objetivo era fundamentalmente las camas o playas donde el lenguado dormía. Y en el norte, con el uso de compresoras, la captura del mero, de día y de noche.

Nadie puso atención a este proceso, de pronto en el Perú era rentable vender equipos de pesca submarina y buceo, sin embargo los verdaderos buzos deportivos eran solo un poco mas de un centenar en todo el litoral. Los equipos mas bien eran comprados por pescadores artesanales, que obtenían gran rentabilidad de las capturas de especies valiosas como el mero o el lenguado, con variables en sus artes y formas, nada deportivas.

También creció el grupo de buzos extractores de mariscos, la concha de abanico, el choro, la macha, el chanque y el caracol, abundaban y la rentabilidad de la extracción de estos recursos, financio sin duda la salida de la pobreza de muchos pescadores artesanales. Pero cuando se extrae sin medida, sin estudio y sin responsabilidad, el resultado es fácil de pronosticar. Los recursos se agotan.

Entonces de pronto, muchos buzos extractores de mariscos, comenzaron a llevar fusiles de pesca submarina, una practica considerada en muchos países como altamente depredatoria. Pocos como yo, han tenido la oportunidad de ver a buzos con aire de compresoras, rompiendo choros para atraer peces y luego en una galería de “tiro al blanco”, extraer cientos de pintadillas de 100 a 200 gramos hasta completar sacos de 50 Kg.

También pocos han tenido la oportunidad de ver como la técnica de pesca con redes de encierro apoyadas por buzos, lograba capturas extraordinarias en bahías como Sechura. Felizmente se legisló al respecto y hoy esta practica esta prohibida. Pero una variable de la técnica no. En la costa central muchos buzos conocemos el “traqueteo”, que se usa para la captura de grandes volúmenes de Chita, esta practica ha desolado muchas de las puntas y playas de la costa central.

Piedras sin vida adherida, erizos y estrellas de mar de cabeza, peces grandes, medianos o chicos, con los vientres reventados, flotando o fondeados rozando con los roqueríos, es otra triste visión de mi experiencia como pescador. La pesca con explosivos ha sido siempre un flagelo de la zona costera, nadie la reconoce, pero todos la conocen. Incluso los pescadores artesanales saben quienes son los bomberos, muchos además les temen. Para violar las normas impunemente, guardan sus explosivos en “caletas” o cuevas cercanas a la costa, pero mas allá de los 50 metros de línea de marea, para que autoridad marítima no tenga posibilidad de injerencia. Es necesaria una acción multisectorial urgente de la Marina, Policía, Fiscalía y el PRODUCE.

Dentro de este pequeño recuento, podrán ver que mucha depredación ha estado en manos del pescador artesanal. No todo es culpa de la pesca industrial. Pero claro, si lo digo, seguramente no faltara el que me increpe que protejo a mis amigos industriales, que tampoco son tan inocentes. Ya que el esfuerzo por crear una zona de protección para la reproducción de las especies, que termino en la norma de las “5 millas”, estaba mas que justificado cuando la pesca industrial de cerco o de arrastre, irrumpía en este espacio.

Hoy existe un control satelital de embarcaciones bastante eficiente y diversos mecanismos de control que logran evitar la mayoría de las violaciones. Pero además, el sentido de responsabilidad por parte de las empresas formales y serias, ha crecido hasta la comprensión de la importancia de proteger las zonas costeras para la reproducción de las especies.

Sin embargo, el problema no es proteger solo la reproducción de las especies como la anchoveta, jurel, caballa, cojinoba, etc. Ya que prácticamente la gran mayoría de las especies buscan la zona costera para reproducirse y sus juveniles prosperan en ella hasta la edad adulta en que podrían convertirse en pelágicos.

El punto es que, la zona costera que pretendemos proteger. No solo es una zona de reproducción, es una zona de alta biodiversidad. Con la presencia de especies que nacen, viven y mueren ahí. Estas especies dentro de las que están los peces de “peña” o de “orilla”, han sido ancestralmente disponibles, accesibles y preferidas para el pescador artesanal y sus clientes, desde los tiempos de Caral. La anchoveta por su alta disponibilidad se uso siempre de forma variada, tanto para la alimentación, como para enriquecer las tierras agrícolas. La arqueología no puede probar que la anchoveta era el principal alimento de los antiguos peruanos, por que no existen registros escritos de los antiguos peruanos, solo se puede aventurar una hipótesis. Recién se encuentran recetas que usaban anchoveta para darle a los pobres en los conventos, en los tiempos de la colonia. En general el peruano gozaba de la abundancia y biodiversidad de las zonas costeras, con peces de carnes blancas, mariscos diversos como el pulpo, y el bonito con sus carnes rojas, que ha sido una especie abundante que se consumía con predilección, incluso desde los tiempos de Caral o Bandurria.

Para mi, y mi humilde experiencia. El pescador artesanal tiene una buena cuota de responsabilidad en la depredación de la zona costera. Es algo que no quiere reconocer y es mas fácil echarle las culpas a otros, que por supuesto también tienen su cuota de responsabilidad. Como la tiene el estado, al no invertir en la investigación de esta delicada zona marino costera, donde instituciones como el IMARPE y las universidades, deberían estar trabajando desde hace mucho. Claro, si tenemos ministros que poco o nada saben del mar peruano, es razonable que cualquier parte interesada venda la idea sesgada de que no tienen la culpa de la depredación de esta zona.

La pesca artesanal, ya no es como lo era antes. Hoy la pesca artesanal esta conformada por dos grupos: los pescadores de “vocación” y los de “ocasión”, el segundo grupo es muy peligroso, por que esta conformado por desposeídos, delincuentes sin escrúpulos, drogadictos, y oportunistas laborales o buscavidas, que en algún momento son empleados de la construcción civil, en otro moto taxistas o simplemente “mil oficios”, pero que no ven el mar con la pasión y afecto que si tiene el pescador artesanal que ama el mar y su forma de vida, por que es pescador “vocación”. Este grupo social de pescadores de “ocasión”, distorsiona por completo la imagen que tenemos del pescador artesanal, y es un problema social que requiere de un trato especial y también multisectorial.

Ya he expuesto en otras editoriales este problema. La presión de la falta de trabajo, lleva a muchas personas buscar su sustento y oportunidades en el mar, creyendo que los recursos son inagotables. De ahí surgen por supuesto muchos dirigentes gremiales o sindicales, cuyo objetivo no es mas que el escalamiento político. A ellos no les interesa el progreso y superación de sus camaradas. Es fácil distinguirlos, su discurso es típicamente demagógico: Échale la culpa a otro, que yo no la tengo.

La ausencia de políticas para el desarrollo de la pesca y acuicultura nacional nos ha llevado a esto. La presión social, ha degenerado a la verdadera pesca artesanal. De aquel pescador de “vocación”, que recorría playas y riscos o usaba su pequeño bote de remos; hemos pasado a una pesca artesanal, sin formalización, sin normas claras, con embarcaciones que no son necesariamente artesanales, y a la búsqueda de recursos mas allá de la zona costera.

Hoy los dirigentes de la pesca artesanal, hablan de la sostenibilidad de la anchoveta, de la pota y del perico. Pero muchos ya se olvidaron de los recursos costeros cuya sostenibilidad también debe lograrse, claro después de depredarlos, se olvidaron de ellos y ni siquiera se mencionan en sus discursos. ¿Por qué no hablamos de la sostenibilidad de la chita, de la pintadilla, del tramboyo, del lenguado, del chino, del loro, de la corvina, del babunco, del ojo de uva, del mero, del pulpo, del chanque, del choro o del caracol? Si la logramos, seguramente podríamos dar el paso siguiente, convertir esos recursos de la pesca en sujetos de crianza, como sucedió con la concha de abanico en lugares como Sechura. Ya nadie se preocupa por la sostenibilidad de la concha de abanico. Y pronto no nos preocuparemos por la sostenibilidad del langostino, chita o el lenguado, pero ha habido grandes esfuerzos e inversiones privadas y del estado para convertirlos en recursos de crianza.

¿De que hablamos entonces cuando nos referimos a la protección de las zonas costeras? ¿A quien pretendemos proteger? ¿Al pescador? ¿A las especies que se reproducen en esa zona? ¿A las especies que nacen, viven y mueren ahí? ¿Al futuro maricultor del país?

Pongamos cada pieza en su casillero, dejémonos de ser hipócritas y darnos cientos de golpes de pecho, sin conciencia. Cada uno de los actores que viven del mar peruano, tiene su cuota de responsabilidad en el agotamiento o mala administración de los recursos. La pesca artesanal necesita dirigentes con conciencia y conocimiento que lleve a pescadores de “vocación” a lograr la sostenibilidad de los recursos de las zonas costeras, y que sean capaces de criar especies en el mar, como hace cientos de años, lo hicieron japoneses, griegos o chinos.

No a la demagogia pesquera, no a mezclar las piezas de este rompecabezas que debemos armar todos comprendiendo primero la dinámica de nuestro mar, aprendiendo de la historia, de nuestros errores, de la resiliencia de muchas de sus especies y de la variabilidad de su oceanografía. No a la contaminación del mar por las ciudades, sus habitantes y su basura. No a la contaminación minera o industrial. No arrojemos los aceites y grasas de nuestras embarcaciones al mar. No construyamos casas veraniegas o clubs, en las playas, busquemos lugares altos con vista al mar. Y sobretodo, eduquemos a nuestra población con estos y muchos otros valores, las próximas generaciones, tienen la responsabilidad generar el cambio. Parece que nosotros estamos fracasando.

La tecnología ha avanzado, el concepto de distancia de la costa de “cinco millas” no es técnico para preservar la zona costera, cuidar la reproducción de las especies, y velar por la sostenibilidad de la biodiversidad. Mas técnico es un concepto de limites batimétricos. Cualquiera que conoce el mar, sabe perfectamente que la mayor biodiversidad de la zona costera, esta entre los 0 y los 50 metros de profundidad y eso es lo que hay que proteger, de todos los depredadores. Sobretodo de aquel que se hace llamar “pescador artesanal” pero no es mas que un oportunista de ocasión.

Y para finalizar, ya que me lo piden tanto, aunque lo hemos dicho cientos de veces. Si al Ministerio de Pesca y Acuicultura, es un clamor de todo el sector. Darle la debida importancia administrativa al sector es fundamental para nuestro desarrollo. No hacerlo, es faltarle el respeto a su gente, sus profesionales y a su futuro.