Fuente: El Pais, Montevideo

Ecuador - Un año despues del derrame, las Islas Galapagos siguen amenazadas

miércoles 16 de enero de 2002

ISLAS GALAPAGOS, Ecuador | Reuters

Sumergido en las azules aguas de la Bahía del Naufragio, el oxidado casco
del tanquero petrolero Jessica es un sombrío recordatorio de la amenaza que
el hombre representa para el frágil paraíso de las Islas Galápagos.

Un año después de que el barco ecuatoriano encalló cerca de la oriental isla
de San Cristóbal y derramó unos 600.000 litros de combustible en las
transparentes aguas del Pacífico, la naturaleza ha comenzado a transformar
el casco en un arrecife coralino y futura atracción de buzos. ``En tres años
tendremos una biodiversidad muy buena, que será quizás muy simpático el
ver``, dijo Fernando Espinoza, director de la Fundación Charles Darwin para
la conservación de las islas. ``La fauna de Galápagos parece haber escapado
por fortuna.

Dada la cantidad de combustible derramado, los impactos podrían haber sido
mucho más serios``, agregó. Corrientes favorables arrastraron el derrame
hacia el océano, donde el combustible se diseminó o se evaporó.

Algunas playas y unas cuantas decenas de animales se mancharon con el
combustible, pero milagrosamente sólo murieron cuatro pelícanos y dos
pinguinos. Pero el desastre alertó a la comunidad internacional sobre la
necesidad de ayudar a Ecuador, envuelto en serios problemas económicos, a
proteger sus ``islas encantadas`` cuyas singulares iguanas marinas y
tortugas gigantes inspiraron las teorías evolutivas de Charles Darwin en
``El origen de las Especies``.

A mediados de diciembre, la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) designó 133.000 kilómetros
cuadrados de reserva marina -un área de la mitad del tama del Reino Unido-
alrededor de la islas como Patrimonio de la Humanidad.

El archipiélago estuvo entre las primeras 12 áreas en recibir protección de
la UNESCO en 1978, y los ecologistas lucharon durante siete años para
conseguir un estatus similar para el mar circundante. Pero encontraron
fuerte resistencia de los residentes locales, quienes temían un efecto
adverso en la lucrativa actividad pesquera y otros negocios.

``El reto que tenemos en Ecuador es lograr una estrategia de desarrollo de
las Galápagos, incluyendo a todos los habitantes``, dijo la ministra del
Ambiente de Ecuador, Lourdes Luque. ``Si no logramos mejorar la calidad de
la vida de los habitantes vamos a seguir enfrentando problemas.``

TURISMO: BENDICION O MALDICION?. Pese a la mala publicidad del derrame, los
turistas continúan llegando a las Galápagos, tentados por la oportunidad de
encontrarse cara a cara con la mirada antediluviana de las tortugas, o de
nadar con los juguetones leones marinos.

Existe un límite de 60.000 visitantes al año, que gastan unos 120 millones
de dólares en las islas. Las calles de Puerto Ayora, en la isla Santa Cruz,
están atestadas de cafés Internet, restaurantes y tiendas de recuerdos. En
una playa de la isla Española, varios grupos de turistas caminan entre los
cachorros de león marino, que juegan aleta con aleta en la arena, mientras
los gigantescos machos ladran enfurecidos para mantenerlos alejados de sus
harenes.

``El turismo no ha dañado las islas de ninguna forma``, aseguró el guía
turístico Víctor Mendieza, quien prohibe a los visitantes salirse de los
caminos marcados y los hace abstenerse de tocar a los cachorros de le
marino, pues el olor humano podría hacer que las madres los abandonen.

Pero el ecologista Espinoza considera que el daño causado por el turismo es
evidente. ``Al existir presión sobre la capacidad de carga de los sitios de
visita, las especies que contienen sufren las consecuencias``. Y la
naturaleza puede contraatacar: en Gardner Bay, en la isla Española, un
hambriento tiburón persiguió hasta las rocas de la playa a un grupo de buzos
que encontró más atractivos que su tradicional alimento de leones marinos.
``Su guía no tenía experiencia. Yo le dije que había un tiburón y me
ignoró``, dijo Mendieza.

SOPA DE TORTUGA?. Los humanos son recién llegados a estas islas volcánicas,
descubiertas en el siglo XVI por Fray Tomás de Berlanga, obispo de Panamá.
Pero en estos días los dólares de los turistas las han convertido en imán
para ecuatorianos en busca de empleo.

A finales de los años 90, la población del archipiélago se incrementó hasta
18.000, obligando al gobierno a prohibir más inmigración. ``El mayor reto en
las islas es controlar las especies introducidas que vienen como producto de
la sobrepopulación``, dijo Espinoza.

Ecologistas de la estación de investigación Darwin en la isla Santa Cruz
tardaron años en matar las miles de cabras salvajes, que habían tomado el
espacio de las tortugas gigantes que dan el nombre al archipiélago.

Los tiempos han cambiado desde que en 1835 un joven Charles Darwin, viajando
a bordo del H.M.S. ``Beagle``, se detuvo en las islas y saboreó tortuga en
su caparazón y en sopa. En la actualidad, la Fundación Darwin se concentra
en evitar la extinción de los quelonios, diezmados por piratas y balleneros
del siglo XIX que los almacenaban vivos, patas arriba en las sentinas, como
fuente de carne fresca.

En los últimos 43 años la estación ha reintroducido 2.500 tortugas al
ambiente natural, incrementando la población a unos 10.000 especímenes. Pero
aún no han conseguido que el Solitario Jorge, una tortuga de 90 kilogramos y
un metro de longitud, el último de la subespecie geochelone elephantophus
abingdoni del mundo, se reproduzca con alguna de sus dos compañeras, pese a
haber intentado todo, hasta inseminación artificial.

CONTINUAN TENSIONES. Las estrictas cuotas impuestas a los 417 botes
pesqueros de las islas han causado choques entre los guardianes del parque y
los pescadores, quienes quisieran pescar más pepinos de mar, en peligro de
extinción, y langostas en la reserva marina.

``Nosotros creemos que el sector pesquero debe hacer pesca, pero tiene que
ser una pesca sostenible``, dijo la ministra Luque. ``Se puede hacer tanto
turismo como pesca controlada``, añadió la funcionaria. Una amenaza más
grave proviene de los buques industriales provenientes de Ecuador, Colombia
y Costa Rica que pescan ilegalmente en la zona con redes de arrastre que
capturan tortugas, manta rayas y tiburones en cada pase.

Al mismo tiempo, pescadores asiáticos acechan el área en busca de pepinos
marinos, aletas de tiburón y penes de león marino, que se pagan a buen
precio como afrodisíacos.

Las autoridades, armadas con 13 millones de dólares del Banco Interamericano
de Desarrollo, planean colocar transmisores de radio en todos los botes
pesqueros de parque natural, para prevenir la entrada de los pescadores
ilegales.