Entre la realidad y la fantasía, la política peruana define el destino de su pueblo

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes

sábado 23 de diciembre de 2017

Olvide la radiocasetera, no tenía televisor; estaba solo en casa, frente al mar, solo con el sonido de las olas que estrepitosamente rompían bravas en la playa “Al revés”, la soledad del lugar abrumaba, el cielo lúgubre de aquella madrugada de invierno de 1981, no ayudaba mucho a encontrar ese equilibrio que busca un joven de 22 años lleno de pasión y preguntas. Escarbando entre los papeles del archivador, encontré una carta sin abrir.

Era de una amiga alemana. Hacia un par de años, o tal vez más, que me había inscrito en una lista de amigos por correo. Uta me escribía siempre en castellano casi perfecto, no me conocía, ni siquiera tenía una foto mía, pero me contaba sus vivencias, su vida con sus padres, los paseos en moto con su amigo Manfred, la última juerga en Hamburgo durante el “Oktoberfest”; quería estudiar traducción, pero no sabía si era la profesión que definiría su futuro. Sentí en sus letras el sabor de la soledad juvenil, que yo mismo sentía a kilómetros de distancia, preguntándome una y otra vez, como debía definir mi futuro juntando la pesca submarina a pulmón con mi genuina pasión por el mar y la vida que alberga.

Siempre contestaba todas las cartas que recibía, que no eran pocas y todas eran de chicas alemanas. Me esmeraba por ser descriptivo y les contaba cómo era mi vida, seguramente con más de una exageración y quien sabe hasta un par o más de mentirillas. Finalmente estaban lejos, muy lejos. Tanto en la distancia, como en el tiempo, porque una carta de aquellas demoraba casi dos meses en llegar a mí.

Contestar cartas en Punta Negra era una actividad frecuente, allí en la soledad de los inviernos limeños, escribí también más de 75 cuentos cortos, la gran mayoría inéditos. Eran historias para mí, para vivir sueños a través de una pluma; porque además escribía con una vieja pluma fuente, algo que hoy el teclado de un computador ha dejado en el pasado.

Hace poco revisaba algunos de mis escritos y los compare con los actuales. La pulcra caligrafía “Palmer” que me enseñaron ya se ha perdido entre los garabatos ilegibles de algunas palabras que aun escribo con lápiz, solo para efectos nemotécnicos. A veces, ni yo mismo entiendo mis apuntes.

No hace mucho quise ubicar a mi amiga Uta, no supe de ella en más de 30 años. Y la encontré, gracias al internet, ella es una reconocida traductora, que aún se acuerda de mí y de nuestras frescas “cartas de catarsis”.

Pre publiqué hace algún tiempo algunos de los cuentos que escribí en aquella época en el internet. Quería saber que pensaba la gente de ellos. Los leyeron más de 3,000 personas antes de que los retirara del blog, para publicarlos digitalmente en Amazon.com (“Cuentos del Apkallu” https://www.amazon.com/Cuentos-Apkallu-Spanish-Francisco-Miranda-ebook/dp/B01CPONLVS) y ahí han quedado guardados, hasta que pueda finalmente publicarlos en papel.

Las “cartas de catarsis” que escribía y me escribían mis amigas alemanas, desplegaron la imaginación que viajando en el túnel de las olas cerradas de la playa “Al revés”, permitió que todas esas historias, mezcla de fantasía y realidad se cuajaran en el papel, con esa vieja pluma y mi ya olvidada caligrafía “Palmer”; hasta hace unos 15 años, en que deje de escribir cuentos.

Dentro de los muchos comentarios que recibí a la pre publicación en mi blog. Uno destaco claramente. Provenía de un ciudadano de Barcelona que curiosamente preguntaba, ¿Cuánto de realidad había en mis historias? Para el, algunas increíbles. Recuerdo que le respondí, que la realidad de mis historias era muy relativa, que mi literatura era una mezcla de realidades, de sueños, ilusiones y fantasía, pero sobre todo con mucha catarsis, porque los escribí para mí,  para mi disfrute, para almacenar y disfrazar algunas de mis vivencias y pensamientos, dentro de la maraña de una historia. Y realmente me esforcé, porque compuse variados “collage” de recuerdos y fantasías.

Sin embargo, a pesar de mi respuesta, el insistió. Adujo que nadie podía contar ese tipo de historias sin haberlas vivido. A lo que agrego además, que jamás había salido de su amada Barcelona, ni de su rutina diaria de vida y que más bien mis cuentos, lo habían motivado a descubrir que había más allá de los límites de su ciudad y sus playas, para ver si algún día él tenía algo que contar, como yo en mis historias.

Hoy con los años que llevo encima, que se restan más que suman. El valor de sus palabras y reflexión cobran una nueva dimensión. Ya no escribo literatura imaginaria y recreativa, una práctica que quizá jamás debí abandonar, ya que me brinda más placer que lo que hoy escribo.

Quizá, es porque ahora ya no escribo para mí. Mis artículos y editoriales, se ciñen en la descripción y análisis lo más preciso y objetivo posible, de la realidad que vivimos día a día. Y nuestro público objetivo, son las nuevas generaciones de profesionales de ciencias del mar, de la pesca, la acuicultura y el medio ambiente, que podrían cambiar el destino de nuestra nación y de todos los pobladores costeros y ribereños que buscan el desarrollo de sus pueblos y comunidades, con actividades sostenibles y eco-amigables. Y este es un terreno, donde la fantasía de mis historias literarias no tiene un lugar. Separar la realidad de la fantasía, es una labor difícil sin duda. Pero es necesaria para comprender este loco país en que vivimos.

¿Loco? Si, loco. Porque algo de locura insana hay en la mitomanía de un político, más cuando se adjudica la representación de un grupo humano que jamás le ha otorgado su representación. O cuando usando la demagogia y el impacto mediático, fabrican en sí mismos un personaje que solo en su más grande fantasía es un erudito de una materia como la pesca, que jamás estudio o practico. Quizás pueden contarnos cuentos, convencidos en su mitomanía que una inusitada circunstancia transfirió por osmosis o contacto cutáneo, sabios conocimientos y vivencias marineras que escucharon de sus padres o abuelos.

Loca o desquiciada también es nuestra política nacional que en el circo de los poderes que gobiernan, legislan, hacen justicia o protegen la democracia; camufla la verdad en el límite de la moralidad o la legalidad de sus actos, creando cuentos de fantasías y fantásticas promesas que otros locos queremos escuchar. Estos ilusionistas, magos de la ficción, llenan sus bolsillos con sus egoístas intereses, mientras que los peruanos se sumergen en la anonadación que nos causa su arte ilusorio.

¿Hay comisión para mí? Preguntaba mi padre pícaramente a los proveedores. Y siempre también escuchaba una respuesta afirmativa, que además precisaba el porcentaje. Entonces él decía: “Ok, ese porcentaje que me has asignado, será un descuento del precio que has ofertado, porque yo soy un funcionario del estado, debo velar por los intereses que represento y obviamente no aceptare ninguna comisión o regalo para mí, porque eso sería ser corrupto. El beneficio que sea para la institución o para el Perú”.

Ya no existe gente con esos valores. Ser “pobre pero honrado” es la frase del estúpido, del ingenuo, del imbécil, del tonto. Su honestidad, sus valores y el destino lo llevaron al cargo más alto de su carrera y profesión, con el total reconocimiento de sus colegas. Felizmente la muerte se llevó temprano a mi padre para que no viera todo lo que muchos peruanos hemos visto en los últimos años y sentirse tonto por ser honesto.

No hace falta ser un sabio religioso, para comprender que nada de lo material de este mundo, nos llevaremos al morir. Pero para muchas personas, acumular riquezas brinda más satisfacciones, que guardar las vivencias que puedes atesorar y luego compartir con los demás.

Compartir, ser responsable, honesto, querer a su país, a su gente; es tonto para muchos peruanos, que solo usan estas frases de manera oportunista, en una locura tal, que llegan a creerse sus propias mentiras.

Escribir es hoy una obligación para mí, escribir cuentos me dio una ventaja, aprendí a diferenciar entre la realidad y la fantasía, para luego mezclarlas en mis historias. Pero escribir, sobretodo artículos o editoriales, también me ofrece la catarsis. Sin embargo, lo más valioso que me entrega, es la oportunidad de que quien lea mis letras, comprenda que mis expresiones sinceras, surgen de una experiencia y vivencias únicas que solo deseo compartir con ellos. Y como aquel amigo Catalán, perciba que nadie podría contar algunas historias sin haber sido testigo de excepción.

No tengo fortuna, ni prebendas. Solo sigo mis convicciones y valores. No me nublan la mente intereses mezquinos. Pero mantengo la ilusión de ver un Perú y su gente capaz de aprovechar inteligentemente sus oportunidades.

Una vez más amigos, que esta navidad sea la oportunidad de vivir un instante memorable con sus seres queridos y que el año que llega nos traiga para todos, mejores oportunidades que las que nos trajo el año que se va. Pero sobre todo, que las fiestas nos sirvan para reflexionar sobre todas las verdades y mentiras que pululan alborotadas alrededor de nuestras mentes y tengamos la lucidez suficiente para encaminar nuestro destino.