La absurda hostilidad peruana a la náutica recreativa

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes

viernes 15 de febrero de 2019

La absurda hostilidad peruana a la náutica recreativa

Me encantaría mostrar cifras y números para ser contundente con el postulado del título de esta editorial. Pero creo que eso le corresponde a los directamente interesados; y no es difícil de obtener, bastaría que se pongan de acuerdo y financien un estudio de una consultora de prestigio internacional que permita comparar en números como otros países tratan a la náutica recreativa y deportiva, y como lo hace el Perú.

De hecho es una vergüenza que nautas peruanos que quieren comprar una embarcación recreativa, prefieran mantener la bandera extranjera de sus botes y salir una vez cada dos años de territorio nacional, porque si se les ocurre patrióticamente ponerle bandera nacional, los impuestos y demás cargos harán prohibitiva la tenencia de un navío recreativo o deportivo.

Algunos incluso hablan de que les resulta más barato tener sus barcos en Panamá y viajar ahí cada cierto tiempo a navegar con su familia.

La náutica deportiva es el clásico caso del “deporte de ricos” que algunos peruanos con solo milésimas de milímetro de criterio sentencian al castigo de grandes pagos, inspecciones y desanimo, porque simplemente es de “ricos” y hay que exprimirlos. Pero con un poco de sentido común se darían cuenta que, más vale un “rico” que se queda, que uno que se va.

Los múltiples artículos que revisamos para escribir esta editorial nos dan cuenta de una actividad náutica recreativa a nivel mundial, que no solo es de “ricos”, es de apasionados por el mar; que pueden ser pobres, de clase media o ricos, da igual. Muchos de ellos trabajan toda su vida para poseer un velero deportivo por ejemplo, y navegar por el mundo.

Otros pudientes que buscan la adrenalina de la velocidad con la fuerza del viento, invierten miles de Dólares en sus veleros, en los que apasionados de todas las clases sociales pugnan por encontrar un lugar en la tripulación, donde solo el tripulante experto encuentra un cupo, no importa si es rico, pobre o de diferente color de piel. Para hacer volar a un velero sobre las olas, se necesita una tripulación experta y punto. Ahí la palabra no es discriminación, sino por el contrario otras como; integración, compañerismo, equipo.

La náutica deportiva es tan importante en las economías, que si la quitásemos de los países de la Unión Europea, por ejemplo, habrían caídas de más de 20 puntos del PBI anual. Y es que se estima que por cada embarcación deportiva, se generan en promedio 5 puestos de trabajo estable, directo e indirecto. Y a eso habría que agregar los diversos negocios colaterales que se establecen alrededor del sector de la náutica deportiva.

Hace un par de semanas fui invitado a navegar en un velero oceánico, la experiencia me permitió recordar la importancia de una tripulación experta para lograr que con poco viento una embarcación de vela se coloque entre las tres primeras de una regata, peleando con la cordelería de cuarto de nudo, en cuarto de nudo.

¿Pero quienes eran esos navegantes expertos?...dos pescadores artesanales peruanos, que fueron entrenados por el dueño de la embarcación desde que eran jóvenes. Ellos mismos no se explicaban por qué el Perú era hostil a la náutica deportiva. “Nos da trabajo” me dijeron, “y las experiencias que hemos vivido son extraordinarias” agregaron, haciendo alusión a los viajes que han realizado con esa misma embarcación a Galápagos, a Costa Rica y las dos veces que cruzaron el Atlántico. “Somos amigos del Capitán, hemos pasado aventuras juntos y compartimos la adrenalina de la vela”, terminaron comentándome de manera concluyente.

Nada puede ser más discriminatorio y estúpido, que pensar en exprimir a un “rico”, en lugar de dejarlo sentirse cómodo de gastar o invertir su dinero en el país. La hostilidad a la náutica deportiva debe desaparecer y más bien debemos pensar en la difusión de este deporte entre los pobladores costeros del todo el Perú para formar nautas. En el Perú existe la semilla, muchos hijos de pescadores son navegantes con mucho instinto, audacia y empeño; que pueden encontrar en la náutica deportiva una alternativa laboral, cuidar un bote recreativo, mantenerlo y ponerlo a volar, es también un trabajo.

En 1978 el Capitán de Navío Jorge Goulu donó un Optimist de madera al Grupo de Scouts Marinos del Callao 99. Y la Marina del Perú mando a construir 20 embarcaciones para iniciar y promover el deporte de navegación a vela en Optimist, la primera barca de un navegante a vela.

En 1986 el Contralmirante Jorge Salinas Sedó fundo la Asociación Optimist del Perú y desde entonces muchos timoneles peruanos han participado en campeonatos internacionales, incluso en 1989 el Perú obtuvo la sede para la organización del XVII Campeonato Sudamericano en la Punta Callao. En 1994 nuevamente el Perú fue sede del XXII Campeonato Sudamericano también en La Punta, Callao, obteniéndose los primeros títulos sudamericanos en las categorías Damas e infantiles. Ese mismo año el equipo peruano participó en el Campeonato Norteamericano ganó el campeonato por equipos.
A partir de 1994 los éxitos fueron frecuentes obteniéndose por primera vez el título de Campeones Norteamericanos por Equipos, en 1996 el título de Campeones Sudamericanos y Sub Campeones Mundiales por Equipos en Sud África. Campeones Mundiales por Equipos en 1997, 1998 y 1999 en Irlanda, Portugal y Martinica respectivamente, convirtiéndose en el primer país del mundo en lograr un tri campeonato mundial, En 1999 se obtuvo también el Campeonato Sudamericano por Equipos y el Sub Campeonato Individual en Argentina y el Campeonato Norteamericano Individual en USA. Timoneles peruanos de Optimist, se mantienen entre los mejores de Sudamérica y del mundo, disputando los primeros puestos, Subcampeones Sudamericanos por equipos en el 2000, Campeones Sudamericanos por equipos en el 2002, Campeones Sudamericanos en la Categoría Femenina 2002, Nº 7, 9 y 10 en la categoría femenina en el mundo 2002.
El Optimist es actualmente la clase más popular del país y cuna de muy buenos navegantes y entrenadores en diferentes clases de veleros. Pero nadie parece querer ver, que tenemos ahí la semilla para formar miles de nautas, no solo en los puertos o balnearios cercanos a la capital. Tenemos más de tres mil kilómetros de costa con cientos de jóvenes que podrían sumarse al velerismo, en un desarrollo deportivo como el que la tabla hawaiana hizo. No todo el Perú está en la capital.

La clase Optimist es muy económica, formar pequeñas flotillas y un programa que permita tener instructores, con la responsabilidad social de algunas empresas de provincias costeras no debería ser difícil.

La oportunidad está ahí, frente a nosotros. Para dominar el mar, necesitamos navegantes y por supuesto mejor criterio de nuestros gobernantes.