Oteando el verano

Autor: Francisco J. Miranda Avalos. Presidente de la J. Directiva de la ONG OANNES

martes 31 de octubre de 2017

Existe una historia muy conocida, de como un joven estudiante relajado pero acucioso llego a ser director de una de las más grandes transnacionales automovilísticas. La historia fue incluso el argumento de una vieja película en blanco y negro.


La transnacional automovilística buscaba 2 ingenieros nuevos para su planta de producción de autopartes, e inicio un proceso de selección. Entre los 20 candidatos existen algunos con las mejores notas universitarias y algunos no tan bien calificados, a todos se les da una mesa de dibujo, un pequeño salario durante un mes, y acceso total a la fábrica. Su única tarea, resolver un problema de producción que ocasiona un “cuello de botella”. Las 2 mejores propuestas tendrán el trabajo asegurado en la planta.


Durante el mes de la selección, 19 postulantes se rompen los sesos dibujando y diseñando una maquinaria capaz solucionar el “cuello de botella”. Uno en cambio, toma aparentemente las cosas en juego, pasea por toda la planta, toma sol en el patio de la planta, pasa el mes en un relax absoluto.


Al término de los 30 días, los ingenieros del jurado de selección, pasan a revisar las mesas de dibujo y encuentran ideas realmente innovadoras, así como una mesa con papeles en blanco y cientos de dibujitos absurdos. Lo que los obliga a emplazar al supuesto vago, a quien le preguntan al final ¿Cuál es su solución al gran “cuello de botella”?


El muchacho, les responde: “Contraten a 10 obreros zurdos y que ellos hagan el trabajo que se requiere y el cuello de botella quedara solucionado”. Sorprendidos con la respuesta que además es acertada, simple e innovadora. Le preguntan cómo lo logro y cuando llego a esa conclusión. Y con una pícara sonrisa el muchacho responde: “en realidad no es idea mía, el primer día baje a conversar con los obreros y ellos mismos me dieron la solución”.


Otear es un buen sinónimo de observar “holísticamente” una situación, lugar, u oportunidad. Holísticamente vemos cada realidad, como un todo distinto de la suma de todas sus partes.


Según el diccionario la palabra otear tiene dos significados: Registrar desde la perspectiva del vuelo de un ave…o una camara dron, desde arriba lo que esta debajo. Y escudriñar, registrar o mirar con cuidado lo que se visita, estudia o analiza.


Una persona con experiencia y conocimiento, puede asumir muchísimas cosas con el manejo de una información desde la perspectiva holística.


Una fotografía aérea, por ejemplo, es mayor que un millón de palabras. Si además es satelital y tiene una gran resolución, puedo en el análisis de una foto al detalle, hasta ver lo que está detrás de muchos muros. Identificar actividades y cuantificarla, entender el contexto de vida de área observada, etc.


La observación, es el primer escalón del método científico, es el paso obvio al iniciar cualquier cosa. Lo increíble es que muchas personas en el mundo no lo saben y peor aún, los que observan, lo hacen como los caballos de carruaje con “tapaojos”.


¡Los Apus hablan! diría alguien por ahí. Y es que en los últimos viajes que he hecho por la costa peruana en octubre, al comienzo de la primavera, he notado algo singular: Lomas verdes. Y asocio lomas verdes con periodos fríos, neblinosos en la carretera, y las lomas verdes siempre están acompañadas de una fauna en el mar, cojinova, medusas, anchoveta, sardinas, cachemas, etc. Y Niños cortos. La pota está moviéndose, ha aparecido el perico, me suena familiar.


He tenido la oportunidad de conversar con muchos científicos que coinciden conmigo en que las diversas clasificaciones de El Niño, han creado confusión en la opinión pública que poco o nada conoce sobre el mar. Si uno pregunta a un cristiano común y corriente, o musulmán si lo prefiere, que es La Niña, El Viejo, La Vieja, El Niño costero o el calentamiento global y sus dos visiones. Seguro que la respuesta será: “un sancochao”.


Desde mi perspectiva burdamente empírica, habiendo buceado a pulmón por toda la costa peruana, desde hace 43 años, algunas cosas quizá son más subjetivas. Finalmente son mis huesos, al más puro estilo de un brujo, los que me dicen que se viene un buen año 2018 a pesar de algunas personas. Y realmente me siento optimista.


Oigo mucho hablar mal del Instituto del Mar del Perú (IMARPE), como si fuese una consigna. “Esta coludido con los empresarios pesqueros”, “esos informes son amañados”, “es una institución sin independencia”, “el que un marino la presida hace que sea parcializada”, etc. La lista de decires es enorme…bueno, al peruano le encanta hablar sin análisis. Pero claro, es una democracia, existe libertad de expresión.


Si a una institución como el IMARPE se le pone “tapaojos”, no verán más que lo que ve un caballo de carruaje. Y los “tapaojos” en este caso, no son más que la falta de presupuesto y apoyo logístico. Por cuestiones de presupuesto, más de una vez el IMARPE ha hecho investigaciones con “tapaojos”, usando solo un barco para un crucero de investigación, que recorre 3 mil kilómetros de costa con 200 millas de ancho.


Este 2017 en particular, se ha agregado a esta investigación más barcos, tanto propios como los que posee la flota industrial y que cuentan con equipos eco-acústicos de calidad científica, y un mayor número de cruceros o estudios, sin duda que es quitarse los “tapaojos”. Pero claro, no falta siempre el que dirá: “la flota industrial apoya para falsear el estudio”.


Satanizar la industria pesquera, puede que de réditos políticos, a algunos les encanta sembrar divisiones. Pero, lo cierto es que ningún industrial pesquero, quiere acabar con la anchoveta, todos apuntan a su sostenibilidad, sin ella no habrá negocio futuro, no se pagan las deudas, ni hay ganancias, y mucho menos empleos para las más de 70,000 personas que trabajan directa o indirectamente de esa industria.


La observación de uno, no es suficiente para la buena ciencia, se requiere más observaciones y un método para ordenarlas, de tal forma que permitan lanzar una hipótesis, y con esa hipótesis trabajaremos la siguiente temporada. Eso es lo que es el informe del IMARPE, que está por salir: una hipótesis de trabajo.


Y es lo mejor que la ciencia marina peruana nos puede dar. Mejor que sentir en los huesos la venida de un año bueno, mejor que la exclusiva observación que haría un pescador en Samanco, Bayovar, Atico; o los huesos de otro navegante cualquiera.


Aceptemos de una vez por todas, que la hipótesis de trabajo que nos brinda el IMARPE para las temporadas de pesca de la anchoveta, es lo mejor que hay, hasta que alguien pueda ser capaz de igualar el nivel de observación y recolección de datos con el que hoy la institución cuenta.


De acuerdo con la Ley General de Pesca, instituciones como el IMARPE y las Universidades pueden hacer estas investigaciones. Ya es hora entonces que las universidades nacionales asuman su responsabilidad con el mar peruano y con las futuras generaciones de profesionales de ciencias del mar, de la pesca, acuicultura y medioambiente que están formando. Más observación, más investigación, mejores hipótesis, mejores resultados de manejo. Por favor tomen debida nota que me refiero a las universidades nacionales que son propiedad del estado peruano financiadas con nuestros impuestos.


Proponemos siempre la creación de un “Plan Nacional de Investigación Marino Costero”, una cosa tan simple como sentarse a discutir cuales son las prioridades de investigación y repartirlas a diversas universidades nacionales, para que apoyen la labor del IMARPE. Fijando metas anuales, objetivos a 5, 10, 15 años. Las 13 universidades nacionales que forman profesionales de ciencias del mar, de la pesca, acuicultura y medioambiente en la costa peruana deben tomar el reto incluyendo en sus planes, la construcción de la infraestructura y desarrollo de la logística necesaria para el cumplimiento de sus metas de investigación Marino Costera, establecidas dentro del plan que proponemos.


La única forma de dominar las 200 millas de mar peruano y el mar adyacente es producir muchísima información sobre el mar que tenemos, analizarla y procesarla cada día mejor. Es una tarea gigante, pero tenemos como.


Dios nos ha dado además un mar maravilloso, debemos comprenderlo para aprovecharlo. Ha dado, da y dará trabajo y comida a muchos peruanos, incluso alimentaremos al mundo, pero solo y solo si, logramos la sostenibilidad de sus recursos…y eso es imposible sin ciencia y tecnología.