
Fuente: Diario Sur, Malaga
España - Malaga: El consumo de pescado fresco en el menu familiar cae en picado
miércoles 26 de noviembre de 2003
Las ventas en los mercados se reducen a la mitad en los últimos 10 años por el cambio de hábitos La falta de tiempo para adquirirlo y para limpiarlo hace que los jóvenes renuncien a este producto Los consumidores optan cada vez más por degustarlo en restaurantes
JUAN CANO/MÁLAGA
Son parejas jóvenes, activas laboralmente y con jornada completa. Entre turno y turno les quedan dos horas para cocinar, comer (a la carrera, más que a la carta) y fregar los platos. Si salen temprano a mediodía, quizá les sobre media hora para hacer una compra rápida en el súper con la que quitarle las telarañas a la nevera. Algunas piezas de fruta, lechuga, un trozo de queso y atún en conserva son los reclamos básicos de su dieta nocturna, algo más liviana. Mañana será otro día...
El divorcio de los más jóvenes con la dieta mediterránea tiene a las prisas como principal culpable. El menú familiar de muchos hogares se compone ahora de precocinados, pasta y artículos envasados. De los hábitos alimenticios se sacrifica, entre otros, el pescado fresco, al menos, a la hora de guisarlo.
Aun así, los malagueños no lo han desterrado de su dieta, aunque la mayoría prefiere comprarlo congelado. Según el presidente de la Asociación de Comerciantes de Mercados Municipales, José Antonio Veneroni, las ventas de este artículo han descendido a la mitad en la última década, situándose en apenas 11.000 toneladas a lo largo del año pasado.
La cuestión no es baladí. La demanda de pescado 'fino' (pargo, emperador o
atún) se reduce a un determinado tipo de clientes por su elevado precio.
Luego están las piezas de 'caldero' -que se usan para el caldo de pescado- como rayas, arañas o cabrillas, que han ido abandonando progresivamente los puestos de venta.
Pérdida de clientes
Según los propios vendedores, el que mejor ha resistido -no sin
dificultades- es el pescado de 'batalla', desde la sardina al clásico boquerón. Pero la clientela de los mercados no ha parado de descender: «Hace unos 20 años podían salir 500 kilos de jureles en un día; ahora, si salen 50, ya es mucho», comenta Francisco Gutiérrez, dueño de uno de los puestos del Mercado de Huelin.
Los minoristas de pescado hacen todas las cábalas del mundo para encontrar motivos a la caída de las ventas: «Los jóvenes no consumen pescado fresco y los mercados han quedado sólo para las amas de casa mayores; nuestra clientela tiene más de 40 años», apunta Antonio Rico López, encargado de otro despacho. Al otro lado del mostrador, María Padilla, de 57 años, examina la oferta: «Vengo poco al mercado. Compro en las grandes superficies, porque viene limpio y sólo tienes que meterlo en el microondas», admite. Antonio replica, bromeando: «Ves, me he equivocado de profesión».
Para el presidente de los comerciantes, son un cúmulo de factores los que han pasado factura a las ventas de pescado fresco: «Los horarios de los mercados no se adaptan a los jóvenes (sí el de las grandes superficies, su más dura competencia), la mujer ya no se dedica a las tareas domésticas y faltan aparcamientos. Y a esto, se suma la subida de precios del euro», explica Veneroni. «Además, la pareja trabaja fuera de casa y ambos salen a las dos o las tres de la tarde con el tiempo justo».
Productos elaborados
Se buscan soluciones. El presidente de la Asociación de Mayoristas de Pescado de Mercamálaga, Sergio Baena, afirma que el futuro es «dar un producto ya elaborado al ama de casa», bien limpio y cortado en filetes, como se está haciendo ya en los puestos. «Las familias buscan comodidad; no tienen tiempo de limpiar el pescado ni de ponerse a guisar un plato y suelen comer en la calle».
Por ello, las ventas a los restaurantes están aumentando poco a poco mientras que los minoristas de mercados municipales se llevan menos mercancía. «El cliente final ya no es el mismo porque se consume menos pescado en las casas. Si un detallista se llevaba 20 kilos de una especie, ahora se lleva la mitad y sube el precio». De hecho, desde Mercamálaga se advierte de un ligero ascenso de la comercialización de pescado fresco, aunque han cambiado los destinatarios. Buena parte va a parar a la
hostelería: restaurantes, bares, hoteles...
Concluye Baena que, hoy en día, los clientes piden calidad y servicio:
«Quieren llamar por teléfono, encargar el pescado y pasar a las dos a recogerlo, ni siquiera se fijan tanto en lo que cuesta».