La farsa de las cinco millas y el año de la pesca artesanal en el Perú

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes

viernes 1 de julio de 2022

La farsa de las cinco millas y el año de la pesca artesanal en el Perú

A mucha gente no le gusta mi opinión y algunas personas piensan que la naturaleza de la misma siempre es producto de los intereses que nos patrocinan y con los que concertamos nuestras publicaciones, por supuesto nada de esto es cierto. Y en las últimas semanas, debido a mis comentarios, nuestro foro ha sido objeto de insultos, acusaciones y diversos actos que buscan desprestigiar nuestra institución y nuestro trabajo.


Solo soy un apasionado por el mar, su conservación y abogó por una gestión sostenible de sus recursos, debido a que soy deportista y pescador artesanal de orilla altamente selectivo practicando la pesca submarina a pulmón, desde hace más de 45 años, conociendo la costa peruana, por mar, tierra y aire, de Tacna a Tumbes. Y respetando como a nadie al pescador artesanal peruano, con el que más de una vez hemos compartido horas de mar. 


Imagino a un pescador artesanal, con embarcaciones modernas, seguras, económicas, con artes selectivos de pesca, redes con medidas apropiadas, anzuelos selectivos, trampas, etc. Un pescador que puede respetar vedas y disposiciones en pro de la sostenibilidad de sus recursos, saliendo frecuentemente a lugares de pesca cercanos por que su caladeros están repoblados por técnicas acuícolas, volviendo a su casa al final del día o de la noche con pesca en su pequeña bodega que conserva el frío, para la frescura de sus pescados o mariscos. Lo imagino, bien educado y capacitado, llegando a puerto y vendiendo su captura en una subasta, donde el pescado fue clasificado y lavado para dividirlo en lotes a vender, en un ambiente refrigerado. La pesca luego es distribuida a hoteles, restaurantes y afines, por que un producto fresco tiene muy alto valor y esto produce riqueza al pescador. Algunos de esos pescadores, podrían también ser acuicultores, engordando juveniles de peces nativos en jaulas flotantes para llegar al mismo terminal y subastar su cosecha. Imagino a un pescador artesanal que en sus tiempos libres, lleva turistas en su barca; a ver lobos marinos, nutrias, bucear en arrecifes naturales o artificiales con propósitos artísticos y de atracción de vida.


Aquel verdadero apasionado por el mar, agoniza sin escuchar sus olas, oler su aroma y retarlo alimentándose de él o de ella. Porque muchos pescadores le dicen “la mar”. Caprichosa y siempre sensual, la mar llevó a Jose Olaya Balandra sobre sus olas, sabiendo que moriría por su patria y por su mar.


Soy un apasionado del mar, ¡claro que sí!. Pero además, mi ejercicio profesional y empresarial me ha permitido trabajar en diversos ámbitos del sector pesquero peruano privado, desde la pesca, producción o comercialización internacional, durante 42 años. Me he dedicado a promocionar una visión holística sobre la pesca y la acuicultura, nacional y mundial; y presido una organización sin fines de lucro que revisa, clasifica, archiva y distribuye información sobre temas de mar desde hace más de 25 años, viendo de manera integral el sector, algo que además se manifiesta siempre en todas nuestras publicaciones. 


Y más de una vez, algunos de nuestros patrocinadores, nos han “vetado” y quitado su apoyo por nuestra forma de pensar o manifestarnos, sin que eso afecte nuestra línea de pensamiento.


Siempre hemos sido consecuentes y proponentes. Desde hace más de 25 años defendemos la creación de una “Zona de protección para la reproducción de las especies y crecimiento de juveniles” en el borde costero peruano, basándonos en nuestros conocimientos y experiencia, por que creemos que es fundamental para la supervivencia del pescador artesanal y la forma como lo imagino o imaginamos. Y consideramos que el estado peruano así como muchos opinólogos utilizan el término “ecosistémico” sin realmente entenderlo. Y esto es para nosotros; la “llave” (the key) de todo.


El borde costero peruano, es el ecosistema menos estudiado de los medio ambientes del mar peruano, y es el área de mar donde el verdadero pescador artesanal peruano, embarcado y no embarcado, desarrolla sus capturas desde hace centurias y donde además, existe la mayor biodiversidad, siendo base de la gastronomía peruana, que siempre llamó a estas especies de peces, como “peces de roca”, algo que deberían recordar algunos chef nacionales.


Para una administración ecosistémica, es fundamental comprender los diferentes ecosistemas que tiene nuestro mar y los actores que los usufructúan, entendiendo esta correlación.


Pero no vemos definiciones correctas del ecosistema del borde costero y algunas ONGs supuestamente defensoras del mar, ahora se sienten defensoras de un pescador artesanal, que para ellos es solo una pieza de su gran juego de ajedrez, por que tienen grandes intereses económicos que las respaldan. El problema de los intereses, no es que existan o no, sino que cuando un grupo discute democráticamente sus intereses, estos deben estar siempre sobre la mesa, no debajo de ella. 


Oannes jamás ha negado un patrocinador, pero quien nos patrocina sabe por qué hacemos lo que hacemos y no siempre estamos de acuerdo con lo que hacen ellos. Más transparencia no puede haber, nuestros patrocinadores que quieren anunciarse tienen un espacio publicitario en el marco de todas nuestras informaciones. 


Estas organizaciones tienen un importante poder económico, son capaces de pagar mucho personal, equipos de trabajo y medios, etc. Accionan tendenciosamente sobre diversos funcionarios públicos del sector, incluyendo congresistas, que jamás han salido de sus escritorios, mucho menos amarrado un simple anzuelo o simplemente no tienen la más mínima formación en ciencias del mar, de la pesca, acuicultura o medio ambiente, y logran introducir leyes a su medida en la pesca o acuicultura. Minas que luego de unos años explotan, causando caos y desastre en el sector.


He consultado a muchos de nuestros amigos abogados miembros de la Lista Oannes, antes de escribir esta editorial, la coincidencia es total. Las modificaciones que el Sr. Quito pretende hacer, son destructivas para la pesca peruana y la acuicultura en general.


La actual Ley General de Pesca, que se pretende modificar, fue elaborada en un proceso de casi 2 años, con la participación de muy diversos actores, verdaderamente representativos del sector pesquero peruano e incluso con la participación de la FAO.

En el último predictamen publicado por el Sr. Quito, podemos apreciar un proceso apuradisimo que pretende la aprobación de una nueva Ley General de Pesca, con la participación de algunos actores que no sólo no son representativos del sector, sino que además, los actores que sí lo son, están excluidos o minimizados, por no decir basureados. En nuestro caso, la carta enviada por nosotros al congresista Jaime Bernardo Quito Sarmiento a través de la Mesa de Partes Digital del Congreso de la República, con el asunto: OPINIÓN SOBRE PROYECTO DE LEY 828/2021-CR y registrada con el RU N° 848806, no es siquiera mencionada en su contenido. Menos mal que la publicamos en nuestro portal web. (
https://www.oannes.org.pe/editorial/nueva-ley-general-de-pesca/


Para nosotros es sumamente importante definir el ecosistema del borde costero como: Aquella área de mar, cercana a la costa, dentro de la zona de luz (de 0 a 80 metros de profundidad), con variados tipos de fondos (rocosos, arenosos y fangosos) donde viven diversas especies y se desarrolla la reproducción así, como el crecimiento de los juveniles de otras, que no necesariamente habitan en el borde costero.


Si queremos ser más específicos, podemos agregar a nuestra definición, el concepto de la Zona Mínima de Oxígeno (ZMO), que puede dividir este medio ambiente de la Zona de Luz en dos partes, donde una concentra más diversidad y comunidades vitales, que la otra.


Como pueden apreciar, para la definición de esta zona, no he usado para nada el criterio de distancia de la costa, sino más bien el de la profundidad. Algo que hemos defendido durante años, para la creación de una “Zona de protección para la reproducción de las especies y crecimiento de juveniles” en el borde costero peruano, que es lo que realmente nos interesa.


Definir esta zona, por la distancia de la costa (5 millas) desde mi perspectiva es más política que técnica. Por qué específicamente en el mar Peruano, podríamos encontrar diferentes formas de configuración de los fondos a lo largo de la costa y una sola manera de definir este espacio no sirve a nuestras reales necesidades de administración ecosistémica pesquera o acuícola, y preservación o conservación. Para este fin podemos usar dos criterios a nuestra conveniencia, la profundidad y la distancia de la costa.


De hecho algunos de nuestros detractores, sostienen que el criterio de profundidad tendría problemas para su control y vigilancia, algo que definitivamente denota su ignorancia; por que es perfectamente factible establecer puntos virtuales con la tecnologia actual, sobre las isobatas que la Dirección de Hidrografía y Navegación, de la Marina de Guerra del Perú, tiene adecuadamente identificadas, cruzando esta información con la del actual sistema de control satelital de pesquerías que cuenta el Ministerio de la Producción.


La costa peruana está llena de bajíos y arrecifes rocosos. Esto está descrito en libros tan antiguos como el de Erwin Schweigger, que los identifica como parte de lo que él denomina la “antigua cordillera de la costa”, y en algunos casos, sobre todo en la zona norte, se extienden más allá de las cinco millas, de la misma manera que en la costa sur del país, los fondos rocosos, planos o cavernosos, que son la continuación de los acantilados costeros no se extienden más allá de 2, 3 o 4 millas, y más bien se proyectan a profundidades en muchos casos superiores a los 200 metros, es decir más profundo que el clásico concepto de plataforma continental. Esto está totalmente documentado por la Dirección de Hidrografía y Navegación, de la Marina de Guerra del Perú, así como en numerosos informes del Instituto del Mar del Perú.


Para la biodiversidad es importantísima la presencia de la luz, por que dentro de esta “zona de luz” ampliamente descrita y definida hasta por el mismísimo Jacques Cousteau, es donde se dan la mayoría de los procesos vitales del mar y además numerosas investigaciones marinas inciden en que la presencia de oxígeno es tan importante como la luz del sol para estos procesos.


Para un ecosistema marino costero la luz, el oxígeno y el tipo de fondo, son tres elementos básicos para la presencia de determinadas especies. Las especies que habitan en un fondo rocoso cavernoso, no necesariamente son las mismas que habitan en un fondo rocoso plano con praderas de algas, un fondo arenoso, o un fondo de canto rodado o fangoso de la desembocadura de un río. 


Nuestra organización se ha esforzado por años para promover la investigación del borde costero desde esta perspectiva y por eso llamamos a muchas de las especies que habitan este ecosistema como la “fauna olvidada” y por ello consecuentemente nos involucramos en la fotografía submarina, para mostrar a todos los peruanos lo que existe debajo de las olas del mar. Esto es algo que muy pocos parecen comprender, así como tampoco parecen no entender la correlación que estos ecosistemas tienen con la pesca artesanal, que tampoco está correctamente definida, porque además, no toda la pesca artesanal peruana, “tal como la define la actual ley”, usufructúa este ecosistema.


La Ley General de Pesca Peruana actual, define la pesca artesanal como aquella que se practica con embarcaciones de máximo 15 metros de eslora, 32.6 m3 de capacidad de bodega y predominio del uso manual de los aparejos o artes de pesca. Esta definición, es la herencia de una administración pesquera basada en recursos pelágicos y demersales, no costeros. Y además no tiene absolutamente nada de ecosistémica, como diversas ONGs extranjeras pretenden vendernos.


De hecho existen pesquerías artesanales, que pueden tener cierto grado de mecanización, como sucede con la pesquería del halibut en Alaska por ejemplo. Donde la investigación de este recurso y su ecosistema, ha permitido una pesquería de anzuelo, regida por cuotas, temporadas de pesca y el uso de embarcaciones pequeñas con tres o cuatro tripulantes, que puede considerarse como artesanal. Obviamente el ecosistema costero peruano y su biodiversidad es diferente a la de Alaska. Y requiere de soluciones a medida, comenzando por la correcta definición del ecosistema y del actor que lo usufructúa.


Para nosotros la pesca artesanal se reduce exclusivamente al “pescador artesanal de orilla, embarcado o no embarcado”, un actor ancestral en el país y que históricamente el estado peruano ha deseado proteger, pero nunca promocionar o incentivar. Este actor, heredero de un conocimiento ancestral, usufructúa el ecosistema del borde costero y las diversas especies que habitan en él con artes que pueden ser altamente selectivas o no. Algo que es indispensable regular, vigilar y controlar adecuadamente, por que en muchos casos estas artes, determinan “malas prácticas” pesqueras, que agotan las especies o destruyen su hábitat. Es una lucha infernal e inacabable entre pescadores buenos y malos.


El no embarcado, es un pescador que usa anzuelos, ganchos, arpones y otras artes, recorriendo las orillas de la costa peruana, sus playas y acantilados para ejercer su práctica pesquera. En el Perú, los conocemos con muchos nombres como: rascaplayas, pinteros, saltamocheros, pulmoneros, algueros, etc.


El embarcado, se caracteriza principalmente por ser un navegante, que nunca se aleja de la distancia de la costa, puede recorrer distancias mayores a 15 millas si navega de la costa a muchas de las islas del litoral. Pero sus caladeros o zonas de pesca preferentes, siempre están en el litoral, ligadas a los fondos más biodiversos o ricos, como los rocosos cavernosos o los planos con praderas de algas, que ofrecen refugio a muchísimas especies de peces, conocidos por la gastronomía peruana como “peces de roca”.


Este pescador, puede usar embarcaciones pequeñas a remos como una balsilla o un caballito de totora, botes con motores fuera de borda, dotados con artes como redes de cortina o anzuelos y también compresoras de aire, para la los buzos que preferentemente se dedican a la extracción de mariscos. 


Cualquier otro pescador no comprendido dentro de este concepto y que usufructúa otro ecosistema del mar peruano, no es para nosotros un “pescador artesanal de orilla” y además no debería formar parte de un régimen artesanal dentro de la ley. Configurando nuestro sector con solo dos tipos de pesquerías, la artesanal y la industrial, sea de consumo humano directo (CHD) o consumo humano indirecto (CHI), de pequeña o de mayor escala.


A este “pescador artesanal de orilla” se le puede permitir la pesca debidamente regulada dentro de una “Zona de protección para la reproducción de las especies y crecimiento de juveniles” en el borde costero peruano, por que su esfuerzo pesquero y las artes que se le permitan usar deben ser altamente selectivas.


Obviamente, el estudio del borde costero y de las especies de este ecosistema tan particular y biodiverso, nos puede llevar a la adecuada determinación de sus periodos de veda, cuotas, manejo costero y domesticación de algunas de sus especies más valiosas.


De hecho esta concepción cambiará de manera tajante, la cantidad de “pescadores artesanales” que nos muestran los censos o las encuestas (ENEPA I, II y II) realizadas por el IMARPE, así como cualquier otra encuesta sobre la pesca artesanal. Porque reduciría el número actual a un 15%, que son en realidad los “pescadores artesanales de orilla”. Facilitando su administración, hoy asignada a los gobiernos regionales.


Cualquier otro pescador o armador (dueños de embarcaciones) no comprendidos dentro de este concepto, deben contribuir con el estado peruano sin excepciones de impuestos, con un adecuado régimen laboral, y sus embarcaciones deben ser dotadas con conceptos de seguridad en el mar, estipulaciones sanitarias, sistemas de conservación o preservación a bordo, habitabilidad, autonomía, eslora, etc. Según las necesidades de la pesquería objetivo. Y obviamente los ecosistemas que usufructúan, deben de ser debidamente estudiados para una adecuada determinación de sus periodos de veda, cuotas o gestión pesquera. Para eso la ley actual estipula que la investigación marina está a cargo del Instituto del Mar del Perú y las universidades.


Incluso el estado peruano puede promover estas pesquerías con algunos incentivos que nos lleven a la construcción de botes o barcos, con modernas tecnologías y diseños náuticos, que nos permitan un dominio marítimo y pesquero real de nuestras 200 millas y su mar adyacente, para competir con flotas extranjeras que operan muy lejos de sus puertos de origen, accediendo a los pelágicos de altamar o a los procesos a bordo, como cualquier pesquería moderna en el mundo.


Desde nuestro punto de vista, la defensa a ultranza de las cinco millas, no es nada más una farsa, que oculta tras de sí fines políticos y el deseo de favorecer perversamente una pesquería informal o ilegal, autorizada a pescar dentro de una “Zona de protección para la reproducción de las especies y crecimiento de juveniles” sin vedas, ni cuotas, ni controles, y por supuesto tampoco impuestos.


La distancia de costa no es la única forma de crear una “Zona de protección para la reproducción de las especies y crecimiento de juveniles” en el borde costero peruano y esto es promovido por diversas ONGs extranjeras que no defienden los intereses del pescador peruano, sino que por el contrario lo dividen, prometiendo un área de pesca exclusiva para el “pescador artesanal”, que no es en realidad un “pescador artesanal de orilla”, como lo identificamos nosotros.


Muchas de sus recomendaciones, atacan además a la pesquería industrial de anchoveta de manera permanente, pretendiendo cambiar las normas de una forma que perjudica la gestión de esta pesquería, que con sus errores y aciertos a lo largo de sus más de 60 años de existencia, ha evolucionado positivamente transformándose en una pesquería moderna, que comprende su ecosistema y está logrando la sostenibilidad del recurso objetivo, además de brindar trabajo directo e indirecto a más de 750,000 personas, con exportaciones generadoras de divisas por más de 2,000 millones de Dólares promedio al año. Los otros 1,000 millones de Dólares promedio al año los genera la actividad artesanal como está definida actualmente en la ley, y de esa porción económica, casi tres cuartos, corresponde al esfuerzo de la flota potera y periquera que no usufructúa el borde costero. Se estima que la pesca artesanal actualmente genera 250,000 empleos directos o indirectos. Cualquier cambio nefasto en la ley, podría significar un enorme perjuicio a más de 1 millón de personas que viven de la pesca y acuicultura nacional. Para una nueva ley, se requiere de mucho debate.


La sostenibilidad de la pesquería de anchoveta está íntimamente entrelazada con el futuro de la pesca industrial, de la pesca artesanal de orilla y de la acuicultura nacional, que ha entrado en un proceso de desarrollo, donde el estado se ha enfocado en la investigación de especies nativas del borde costero, con logros muy interesantes que favorecen la transformación del pescador artesanal de orilla en un acuicultor artesanal. Estos avances avizoran la domesticación de especies carnivoras nativas, como la chita, la corvina, el lenguado, el fortuno o el paiche en la Amazonía, que demandan en su alimentación y rápido crecimiento, ingredientes marinos provenientes de la conversión de la anchoveta en harinas y aceites de pescado, no solo útiles para la alimentación de animales de crianza, sino también para el enriquecimiento de los productos destinados a la alimentación humana. Herramienta utilísima para el combate de la malnutrición y la anemia, males que no podemos aún desterrar del país.

Se acusa a la pesca industrial de depredar la anchoveta y sus juveniles, algo que no es cierto, lo cierto es que las recomendaciones del Instituto del Mar del Perú para la administracion de esta pesqueria han sido acertadas y la biomasa observada se mantiene estable durante mas de 10 años. Si no fuese asi, no habria pesqueria de anchoveta en el Perú. Pero nadie habla de las malas practicas de la pesca artesanal, como el irrespeto a las tallas minimas, la pesca con explosivos, la pesca nocturna, la destruccion de praderas de algas, el traqueo o traqueteo, la interferncia de los bolichitos o arrastreros en la orilla, etc. ¿Estamos en un mundo de pescadores o pecadores incapaces de hacer "mea culpas"? Por que esto lo ven todos los dias y el silencio es estruendoso.


Defendemos a los diferentes sectores de la pesca y acuicultura nacional, según creemos, por qué promovemos una visión “holística” y esta visión de la pesquería y acuicultura peruana nos permite este análisis, y con él, la comprensión de por que consideramos que la tesis de las cinco millas para crear una “Zona de protección para la reproducción de las especies y crecimiento de juveniles” en el borde costero peruano, es una vil farsa creada por la ignorancia o los intereses ajenos los verdaderos intereses de la pesca artesanal de orilla, el verdadero pescador artesanal.


Una farsa, que además promueve con su lenguaje demagógico una “zona exclusiva para la pesca artesanal o pescador artesanal”, comprendida según la actual definición de la Ley General de Pesca, que incluye en el régimen, pescadores y armadores que no deberían estar incluidos en ese régimen y que no deberían tener acceso a una “Zona de protección para la reproducción de las especies y crecimiento de juveniles” en el borde costero peruano, por que su actividad representa un esfuerzo pesquero mucho mayor que el que esta zona podría admitir.


No existen propuestas reales a los problemas del pescador artesanal de orilla, y esta farsa celebra con gran pompa el “año de la pesca artesanal en el Perú” pretendiendo al mismo tiempo la destrucción de estructura legal existente, imperfecta por cierto, pero con reglas que no la perfeccionan sustancialmente, ni se adecúan a la realidad y que además discriminan los intereses de actores tan importantes como aquellos que representan actualmente a las dos terceras partes de la pesquería nacional, como es la pesca industrial anchovetera.


En cambio, nosotros proponemos el desarrollo de la acuicultura de especies nativas, porque esta tecnología, no solo sirve para la producción de alimentos hidrobiológicos, sino que también es útil para rescatar especies del peligro de extinción y podría permitir en el futuro programas de repoblamiento y recuperación del borde costero. Y de la misma manera promovemos la implementación de arrecifes artificiales en fondos arenosos, con la finalidad de que sean atractores de vida y biodiversidad, brindando protección a muchas especies de sus depredadores naturales, configurando un área que puede ser administrada por comunidades de pescadores artesanales. Un arrecife artificial dependiendo de su concepción, podría ser también un interesante atractivo turístico, favoreciendo la transferencia de pescadores artesanales al sector turístico.


Creemos que es muy importante la revisión de la Ley General de Pesca (Decreto Ley Nr. 25977) ya que existen dentro ella algunos conceptos obsoletos, que no permiten al Perú alcanzar su destino como líder mundial del abastecimiento de proteínas hidrobiológicas provenientes de la pesca o acuicultura. Pero excluir a actores que tienen mucho que decir, así como confundir a la población en general, sin explicar adecuadamente lo que es un ecosistema y lo que significa una moderna gestión ecosistémica de la pesca o la acuicultura, o involucrar “apuraditos” en predictamenes congresales la opinión de personas u organizaciones nada representativas del sector, son solo una muestra más del montaje de esta farsa, que en nada ayuda al “pescador artesanal de orilla”, por el contrario, lo usa y lo excluye.