Más allá del stock: Por qué la inteligencia animal y la salud del plancton son la base de la pesca peruana
Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de Oannes
lunes 8 de diciembre de 2025
Durante años, escucho y leo a supuestos "especialistas pesqueros" o "ambientalistas", cuyos discursos pareciera considerar a los animales como tontos. Pero no lo son; la realidad es mucho más compleja.
También es común escucharlos mencionando complejos conceptos como los principios ecosistémicos, pero me queda duda de si verdaderamente los comprenden.
I. Pioneros: De Darwin al Fallido Experimento de John C. Lilly
El estudio de la inteligencia y el comportamiento animal, o Etología, ha evolucionado de la mera observación filosófica a una disciplina científica rigurosa que busca comprender la mente no humana. Este viaje, que comenzó con pioneros que buscaban paralelos entre la mente humana y la animal, ha alcanzado un nivel donde sofisticadas tecnologías intentan descifrar las complejidades cognitivas, desde los primates hasta los peces.
La investigación moderna tiene sus raíces en la visión evolutiva de Charles Darwin, quien postuló la continuidad mental entre especies, sugiriendo que las diferencias cognitivas entre el hombre y los animales son de grado, no de tipo [1]. Y el mismo Darwin comprendió mejor que nadie lo que era un ecosistema y la relación interespecífica, donde cada acción tiene una reacción, desde el principio de la historia humana consciente.
A mediados del siglo XX, la idea de la inteligencia animal impulsó algunos experimentos audaces, siendo uno de los más notorios los llevados a cabo por el neurocientífico John C. Lilly en la década de 1960. Lilly, fascinado por el gran cerebro de los delfines (cetáceos), estaba convencido de que poseían una inteligencia avanzada.
Lilly popularizó la hipótesis de una "Masa Crítica Cerebral": sugirió que la cognición compleja y la capacidad lingüística solo eran posibles para animales con un peso cerebral superior a un umbral (aproximadamente 900 gramos). Sin embargo, sus experimentos de comunicación con delfines resultaron fallidos debido a la limitación fisiológica de estos animales.
II. Inteligencia Descentralizada y la Mente no Humana
La hipótesis de la masa absoluta hoy ha sido sustituida por una métrica un poco más refinada: el Cociente de Encefalización (CE). Este coeficiente compara el tamaño real del cerebro de un animal con el tamaño esperado de su cerebro considerando su mismo peso corporal [2].
El CE es un indicador poderoso en mamíferos [3], pero es limitado para estudiar la inteligencia en especies con diseños neurológicos radicalmente diferentes.
Pulpos y la Descentralización Neuronal: Los pulpos (cefalópodos) son el ejemplo supremo de inteligencia en el reino de los invertebrados. Su sofisticación radica en la descentralización neuronal, con aproximadamente el 60% de sus neuronas distribuidas en sus brazos [4].
Peces y la Línea Lateral: En los peces, la inteligencia está mediada por un sentido único: el sistema de la Línea Lateral [5]. Este órgano sensorial detecta el movimiento y las vibraciones del agua. Aunque el concepto de CE tiene desafíos en peces debido a la evolución de su sistema nervioso [13], su comportamiento colectivo demuestra un nivel de procesamiento sofisticado.
La investigación en elefantes ha sido fundamental para revelar la complejidad de sus mentes. Se ha identificado que emiten un sonido de alarma específico (un bufido rumblante) para referirse a los seres humanos como una amenaza [11]. También, gracias a la Inteligencia Artificial (IA), se ha revelado que los elefantes se llaman entre sí utilizando "nombres propios" [12], indicando un nivel de pensamiento simbólico avanzado.
III. De la Etología Animal a la Economía Azul: El Caso de la Anchoveta Peruana
La observación de que los cardúmenes de anchoveta (Engraulis ringens) se vuelven progresivamente más esquivos a lo largo de la temporada de pesca es un claro ejemplo de aprendizaje social y plasticidad conductual magnificada por el comportamiento grupal.
El comportamiento unitario del "cardumen" funciona como una inteligencia colectiva, basada en el aprendizaje individual rápido, la transmisión social a través de la Línea Lateral, y el refuerzo químico por medio de feromonas de alarma (Schreckstoff) [6]. La dinámica de la distribución de estos peces pelágicos es fundamental, y su comportamiento activo afecta directamente las estimaciones de stock [14].
Esta evasión vertical de la anchoveta frente al ruido de los barcos [7] introduce un sesgo negativo en las estimaciones acústicas de biomasa. La investigación moderna se enfoca en mitigar este sesgo para garantizar una gestión pesquera sostenible:
Mitigación del Estímulo (Barcos Silenciosos): Desarrollo de buques con Ruido Radiado Bajo (LoRaD) [8].
Plataformas de Detección Remota: Uso de Vehículos Submarinos Autónomos (AUV) y Transductores Remolcados [9].
Modelación y Corrección Matemática: Uso de modelos para ajustar el sesgo de evasión y la reflectividad acústica (Target Strength, TS) [10].
IV. El Verdadero Protagonista: La Salud del Plancton
La gestión de los ecosistemas marinos de afloramiento, como el Sistema de la Corriente de Humboldt (uno de los más productivos del planeta), ha estado dominada por una visión centrada en la anchoveta como eje funcional.
Sin embargo, un análisis riguroso de la ecología trófica, la biogeoquímica y la oceanografía física nos lleva a otra premisa: la verdadera base del sistema alimentario no es la anchoveta, sino los ensamblajes de plancton (fitoplancton y zooplancton) que la sustentan.
La estabilidad y productividad de la pesquería peruana son variables que dependen de la variabilidad de la producción primaria y secundaria impulsada por los afloramientos, que son un fenómeno físico [15].
El análisis ecosistémicamente correcto es que la seguridad alimentaria y la viabilidad industrial dependen de la gestión de la "salud del plancton" más que de la gestión del stock pesquero en aislamiento. El rol trófico de la anchoveta, aunque vital, es subordinado a esta base [16].
Un factor crítico que modula la interacción es la Zona de Mínimo Oxígeno (ZMO). Esta consume el oxígeno en profundidad, creando una ZMO somera que comprime verticalmente el hábitat de la anchoveta y del zooplancton, reforzando la dependencia del pez hacia las condiciones físico-químicas.
V. La Astucia de la "Tonta Anchoveta" y el Mito del 8%
Los "especialistas pesqueros" tienden a considerar a la "tonta anchoveta" como frágil y estática, pero es resiliente y astuta; "tiene cola" y se mueve dentro de este ambiente tridimensional y dinámico.
Olvidar que la anchoveta tiene cola, hace que estos "especialistas pesqueros" piensen de manera simplista que proteger el 8% del mar Peruano le deja al sector industrial un 92% para capturarla. Reflejando una vez más su extraordinaria incomprensión de una maravillosa especie, de su habitat y el mar Peruano.
Porque resulta que si calculamos el total de las AMPs establecidas en el Perú (Incluidas, la Dorsal de Nazca y la del Mar de Grau) efectivamente, representan el 8% del total del área marina de nuestras 200 millas, pero si calculamos el área de las cinco millas por 3,500 Kilómetros de costa para la protección de la reproducción de las especies y sus juveniles, también representa aproximadamente el 8% del total de nuestro dominio marítimo y por si fuera poco; si calculamos el área donde se ha capturado la anchoveta en los últimos 60 años dentro del mar Peruano, resulta que curiosamente es también aproximadamente el 8%.
La captura histórica se concentra en espacios dinámicos que representan aproximadamente ciertamente el 8% del mar peruano, pero son determinados por la ecología trófica, la biogeoquímica, la oceanografía física y, crucialmente, su etología. En algunas temporadas la anchoveta podria estar concentrada en las cinco millas, donde la flota pesquera industrial no puede pescarla, con lo que este 8% que es dinámico y variable geográficamente, dejaria a la flota industrial la disponibilidad de captura de solo un 50% o mucho menos de ese porcentaje y a los evaluadores una cifra inferior de biomasa (si no se considera la evaluacion dentro de las 5 millas). La coincidencia porcentual induce a error y no hay que olvidar que la anchoveta "tiene cola", se mueve.
La resiliencia de la anchoveta es legendaria, pero no infinita. Es una resiliencia prestada, derivada de la incesante fertilidad del Sistema de Humboldt. Cuando el acoplamiento entre las floraciones de diatomeas y el desove de los copépodos se rompe, la eficiencia del sistema cae, y la biomasa de anchoveta se reduce.
VI. El Enfoque Ecosistémico de la Pesca (EBFM) como Solución
Si aceptamos que el plancton es la base, la gestión pesquera debe evolucionar desde contar peces hacia monitorear el ecosistema.
La transición hacia un Enfoque Ecosistémico de la Pesca (EBFM) requiere considerar el monitoreo del plancton no como un dato curioso, sino como una variable importante. Un índice de "salud del plancton" negativo debería disparar automáticamente una reducción precautoria en la cuota de pesca, incluso si la biomasa acústica de anchoveta parece alta.
Modelos como SPiCT (Stochastic Surplus Production model in Continuous Time) pueden incorporar covariables ambientales, ya son considerados por el Instituto del Mar del Perú (IMARPE). Esta integración es vital para cuantificar cómo la variabilidad del plancton altera el Rendimiento Máximo Sostenible (RMS) año tras año.
La lección de la Etología es clara: la anchoveta no es estática ni "tonta". Su astucia y resiliencia están directamente ligadas a la salud del plancton, el verdadero motor del ecosistema. Un manejo pesquero sostenible no se logrará contando peces en aislamiento, sino adoptando el EBFM que respete y monitoree la complejidad biológica y física de todo el Sistema de Humboldt.
Conclusión: El Dominio Cognitivo y la Supervivencia Mutua
Sin embargo, el viaje desde la hipótesis falilida de John C. Lilly nos recuerda que, a pesar de la complejidad de otros cerebros (pulpos, elefantes), el Cociente de Encefalización (CE) humano sigue siendo incomparable y determinante. Este coeficiente, el más alto registrado en la naturaleza, refleja un exceso de capacidad cerebral que nos ha permitido desarrollar tecnología, civilización y nos define como el depredador dominante a escala global.
La batalla entre el barco pesquero y el cardumen de anchoveta es una lucha entre la adaptación rápida de la presa (aprendizaje social) y la innovación tecnológica del depredador (el ser humano).
Es precisamente este dominio cognitivo el que nos otorga una posición única: somos los únicos capaces de trascender la relación simplista cazador-presa. Nuestra capacidad para desarrollar la Etología, la Biogeoquímica, la Oceanografía y el EBFM es la prueba de que, así como somos los más hábiles para capturar, también somos los más hábiles para comprender y gestionar la sostenibilidad de otras especies.
Debemos profundizar en el conocimiento porque, en última instancia, al asegurar la salud de los ecosistemas y la supervivencia de especies clave como la anchoveta, estamos asegurando no solo la viabilidad de nuestra industria, sino también nuestra propia supervivencia como especie dependiente de un planeta finito. Es en estos estudios, que combinan la biología evolutiva con la ingeniería avanzada, donde la olvidada Etología se erige como una ciencia clave para comprender y gestionar nuestra posición única y responsable en la naturaleza.
Referencias Citadas
[1] Darwin, C. (1871). The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex. John Murray.
[2] Jerison, H. J. (1973). Evolution of the Brain and Intelligence. Academic Press.
[3] Marino, L. (2002). Convergence of complex cognitive abilities in cetaceans and primates. Brain, Behavior and Evolution, 59(1-2), 21-32.
[4] Hochner, B., Shomrat, T., & Fiorito, G. (2008). The octopus: a model for a comparative analysis of the evolution of learning and memory mechanisms. Biological Bulletin, 214(3), 273-289.
[5] Coombs, S., & Montgomery, J. C. (1999). The sensory biology of fish lateral line systems. In Comparative Hearing: Fish and Amphibians (pp. 377-411). Springer.
[6] Wisenden, B. D. (2003). The alarm reaction and the recognition of danger. Evolutionary Ecology of Fishes, 270-305.
[7] Misund, O. A. (1997). Underwater acoustics in fisheries research and management: a review of methodology and research efforts. ICES Journal of Marine Science, 54(3), 304-309.
[8] Mitson, R. B. (1995). Underwater noise of research vessels: Review and recommendations. ICES Cooperative Research Report, (209).
[9] Boswell, K. M., Wilson, M. P., & Patterson, H. J. (2018). Novel tools for fisheries assessment: advances in underwater vehicle-based acoustic surveys. ICES Journal of Marine Science, 75(1), 183-196.
[10] Ona, E., & Misund, O. A. (1990). On the behaviour of schooling fish in relation to a surveying vessel. Rapports et Procès-verbaux des Réunions Conseil International pour l'Exploration de la Mer, 189, 67-71.
[11] Poole, J. H., & Wittemyer, G. (2014). African elephants discriminate between familiar and unfamiliar human languages. PLoS One, 9(10), e109913.
[12] Pardo, M. A., et al. (2024). African elephants address one another with name-like vocalizations. Nature Ecology & Evolution, 8(7), 1271–1279.
[13] Jarman, M., & Kasting, R. (1997). The evolution of brain size in fish. Canadian Journal of Zoology, 75(10), 1618-1623.
[14] Fréon, P., & Misund, O. A. (1999). Dynamics of pelagic fish distribution and behaviour: effects on fisheries and stock assessment. Wiley-Blackwell.
[15] Bakun, A. (1996). Patterns in the Ocean: Ocean Processes and Marine Population Dynamics. California Sea Grant College System.
[16] Branch, T. A., et al. (2010). The trophic role of anchoveta in the Humboldt Current System and the impact of fisheries. Marine Ecology Progress Series, 401, 19-33.




