Siri, el pescador artesanal, el profesional

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes

miércoles 16 de mayo de 2018

“Los flashes, los flashes”… dicen que decías asustado por los rayos y truenos, durante el campeonato mundial de pesca submarina de Florianópolis en Brasil en 1981. Donde el Perú quedo con Don Luciano Barchi en séptimo lugar individual pero sexto en equipos. Le comente a mi buen amigo Víctor Castro en una conversación privada sentados una noche en la playa. A lo que el con los ojos rojos, no se si de ira o pena, me replicaba con solo una frase: “nunca en mi vida había sentido rayos y truenos en el mar, bajo el agua”.

Víctor era un muchacho de Huacho, buzo pulmonero de grandes habilidades para extraer recursos marinos valiosos, en Huacho le pusieron de apodo “cangrejito”, por que podía salir con uno o dos sacos de cangrejos del agua y venderlos a diversos restaurantes, pronto adquirió la habilidad de extraer pulpos y con el tiempo aprendió a pescar lenguados y también chinos.

Me decía siempre que su gran maestro había sido nada menos que Don Luciano Barchi, el único buzo a pulmón que ha logrado la mejor clasificación en un campeonato mundial de la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas (CMAS) en Chile, el tercer lugar individual durante el campeonato mundial de Iquique en Chile en 1971.

Cangrejito ¿Buceaste mucho con Luciano? Le pregunte una vez. A lo que me dijo sin tapujos y categóricamente: “bucear con el mejor, te hace mejor ¿no crees?”.

La verdad es que quien ha tenido el honor de bucear con Don Luciano Barchi, se daba cuenta que primero debía seguirle el ritmo y después aprender lo que pudiera de sus trucos de pescador. Pero la primera parte era quizá la mas difícil; seguirle el ritmo.

Luciano Barchi había sido campeón panamericano de natación antes de dedicarse a la pesca submarina a pulmón. Tenia un estado físico extraordinario, una capacidad sin igual para retener la respiración por mas de dos minutos y sobretodo una espectacular habilidad para recuperarse entre apnea y apnea. Eso ultimo lo hacia un buceador muy rápido, que con dos o tres bocanadas podía volver a sumergirse.

Víctor se había dado cuenta de este detalle y de alguna forma trataba de imitarlo, pero era muy difícil. El no tenia ni la contextura, ni el físico de un nadador de competencia formado por los años.

Cangrejito era un “cholo” trejo, bonachón, piel cobriza, pequeño de estatura, regordete, cara redonda, nariz gruesa, ojos aguileños, manos pequeñas y dedos cortos. Su físico distaba mucho del de un deportista de alta competencia. Pero igual logro ser seleccionado peruano de pesca submarina e ir a un mundial de la CMAS y ser parte del equipo que compitió en Florianoplis.

Algunos buzos peruanos envidiaban mucho sus habilidades para la pesca de alto valor, podía encontrar lenguados grandes con mucha facilidad en lugares donde nadie los vio. Tenia el ojo acostumbrado a ver lenguados. Incluso gano algunas competencias nacionales gracias a esas habilidades que había adquirido, pescando y actuando como pescador artesanal. Víctor vivía de la pesca y se afilio a la Federación Peruana de Caza Submarina y Actividades Subacuáticas, por que comprendió que en esas competencias participaban buzos deportivos con grandes habilidades técnicas que el no poseía.

Un amigo común, Juan C. Mústiga, nos presento una vez en la Punta, yo andaba buscando con quien bucear por que había muchos tiempos libres en la universidad en un periodo donde las huelgas podían durar hasta tres meses seguidos, como de hecho sucedió.

Así que lo llame por teléfono, le pregunte si quería ir al norte chico a bucear juntos y comenzamos un viaje inolvidable en mi escarabajo, recorriendo playas escondidas, caletas de pescadores, durmiendo en una carpita sin piso, que mas de una vez ni siquiera armamos, comiendo en restaurantes de carretera o huariques de pequeñas ciudades como Huarmey o pueblos como Culebras o Parachique. Vivíamos de la pesca y no nos fue mal.

Casi 70 días después, regresamos a Lima por que la huelga universitaria finalmente se había levantado, con muy buen dinero en el bolsillo producto de la venta del producto de casi 50 días efectivos de pesca a pulmón. Y con una experiencia fantástica, fuimos socios de una aventura inolvidable.

Ninguno de los dos estábamos dispuestos a gastar dinero innecesariamente, dormir en hoteles, comer en restaurantes o dilapidar el dinero en una juerga, no estuvo jamás en nuestros pensamientos. Así que tomábamos normalmente una habitación de un hotel, solo para ducharnos cada cierto tiempo, por que nos bañábamos en el mar y vivíamos en las playas. Las tertulias nocturnas con un café caliente en la mano, eran cortas, siempre el cansancio del día nos ganaba rápidamente. Pero los temas eran siempre relacionados con lo que haríamos con el dinero ganado.

Cangrejito estaba impresionado con las cualidades del escarabajo como un vehículo todo terreno. Se sorprendía de lo que podía cargar y los lugares a donde podíamos entrar. “Cuando regrese a Lima, voy a buscar un escarabajo como el tuyo y me lo voy a comprar”. Mis pensamientos, un poco mas mundanos, estaban en las amigas que había conocido y mis intereses juveniles por algunas de ellas, claro. Yo ya tenia el escarabajo.

Un día, ya casado, varios años después. Estacione mi auto cerca de una punta del sur, para meterme a bucear. Mientras acomodaba la sombrilla y los artefactos playeros donde mi esposa me esperaría. Vimos estacionado un escarabajo blanco, casi nuevo, solitario en la playa, pero desde donde estábamos acomodados, un brillo del interior atrajo mi atención, me acerque a ver y pude identificar la punta de una flecha de acero con su “flap” de acero inoxidable. Señal inequívoca de que por lo menos un pescador submarino era usuario de ese vehículo. Voltee la mirada al mar y a lo lejos divise una boya, flotando cerca del espigón de rocas y de pronto dos aletas sumergiéndose.

Era uno de los lugares que Cangrejito y yo conocíamos muy bien, y que la mayoría de nuestros amigos no “empelotaban”, ambos sabíamos que solía haber ahí; loros y pulpos. Me senté con mi esposa a tomar sol un rato, como que esperaba la salida del buzo y rápidamente a la distancia reconocí la figura regordeta y bajita de mi amigo con su traje de buceo así como sus clásicos movimientos al salir del agua.

Siri!!! Grite efusivamente ante mi esposa sorprendida. Me pare de un salto y camine a la playa al encuentro de su sonrisa, que destacaba blanca de su traje negro y su piel cobriza. Panchito!!! Ya te había visto llegar a la playa con tu volacho azul; me dijo eufórico. Mire el Volkswagen blanco y pregunte señalándolo: ¿Es tuyo Victor?

Cangrejito había comprado su vehículo soñado, solo hacia un año atrás. Tenia un compromiso con una linda damita de la que me mostro su foto y conversamos un largo rato muy alegremente por el reencuentro después de muchos años sin vernos. La pesca: dos sacos con un poco mas de 35 kilos de pulpo. Tomo dos pulpos grandes, abrió la maletera de mi escarabajo y los puso sobre la caja de plástico que siempre llevaba ahí para poner mi pesca…”No has perdido tus costumbres Panchito; ¡ya cambia de caja pues! Me dijo riendo” y agrego con una palmada en el hombro, “Ahí te dejo un par de loros grandes, tu sabes donde están, no vayas a matar a los chiquitos, ni saques mas pulpos, por que los que he dejado son chicos, déjalos crecer”.

Me reí complaciente, nos abrazamos despidiéndonos y el subió a su escarabajo blanco a buscar una ultima playa donde bucear, antes de ir a vender su pesca. Los loros, estaban ahí donde ambos sabíamos que estaban, junto con otros mas pequeños, saque el mas grande y lo puse en la caja del auto junto con los pulpos que me regalo. Efectivamente había mas pulpos, todos pequeños. Pase el resto de la mañana en la playa con mi esposa y regresamos a Lima conversando.

Pancho, que simpático tu amigo y que hábil para pescar, qué tal cantidad de pulpo que tenia en sus sacos, pero ¿Por que “Siri”? me pregunto. Significa cangrejo en portugués, es una chapa que le puso el amigo que nos presento. A lo que agregue la historia de las vivencias compartidas. Ella, conocedora de mi lenguaje marinero, simplemente comento con cierta gracia: “Es un pescador artesanal de orilla no embarcado”. Si, le dije; es un profesional.

Víctor Castro falleció hace algunos años atrás, pero su recuerdo permanecerá en estas letras, espero que por muchos años mas.