Tanto en la vida como en la pesca, la reflexion sin conocimiento es peligrosa

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la Junta Directiva de la ONG Oannes

sábado 20 de mayo de 2017

En este actual mundo de incrédulos, ser honesto parece difícil, incluso cuando lo eres, nadie te lo cree. La honestidad en todo proceder forma parte de una filosofía de vida que parece ir desapareciendo. La necesidad o ambición por las ganancias, el relajo de las buenas costumbres y la mala formación ética, están logrando que uno de los aspectos mas importantes para la ciencia y el desarrollo humano se pierda en una maraña de intereses, urgencias o necesidades inmediatas. Hoy ser probo, recto, honrado, consecuente con tus ideas y conocimientos, no parecen cualidades importantes. Sin embargo, son la estructura que soporta el desarrollo de nuestra sociedad humana y todo lo que ella ha creado, comenzando por la ciencia.

Ser pobre pero honrado, solían decir nuestros padres. Pero ¿Implica que todo aquel que no es pobre, no es honrado? Esta duda filosófica, flota en frases diversas. “No confíes en el, por que tiene dinero, quien sabe como se lo gano” y también es común escuchar: “De que le vale saber tanto, si no tiene donde caerse muerto”.

El maestro Kong (Confucio) tenia una frase: “El conocimiento sin reflexión es inútil. La reflexión sin conocimiento es peligrosa”.

La falta de buena educación en el Perú, nos hace ser desconfiados, envidiosos, chacoteros, facilistas; pero sobre todo nos quita capacidad de desarrollo como comunidad, rompe los vínculos del trabajo en equipo y destruye nuestro futuro. La falta de educación, hace que veamos alguien honesto como un bicho raro, un tipo inútil, por que en este mundo donde “Pepe el vivo” reina, la honestidad no tiene lugar. Ademas poner en duda la honestidad de las personas o instituciones resulta redituable para un circo mediático.

Hace unos días, conversaba con un viejo amigo teniendo una de esas conversaciones que mas parece lamento, como los párrafos anteriores. Y de rato en rato me acordaba de la frase de Confucio, acomodando sus dos partes en cada situación de la que hablábamos.

He dedicado mi vida a estudiar por mi cuenta, me fascina leer de todo, soy un autodidacta. Gran parte de las cosas cosas de la vida las aprendi de los libros desde muy joven. Recuerdo aun mi primer libro a los 10 años; “La Isla Misteriosa” de Julio Verne, una novela fantástica, y no es que Julio fuese un mágico narrador, su imaginación fluida y sus amplios conocimientos de la ciencia, lo llevaban a reflexionar con la ficción, hasta el punto de convertirse en un Guru de la ciencia anticipándose a un futuro que años después caería de maduro como un fruto listo.

Cuando estudiaba en la Universidad Catolica, pasaba mucho de mi tiempo en la biblioteca, todos los libros que leía eran sobre el mar, a mis 16 años, quería ser buzo, había leído muchas historias del mar, el Capitan Cousteau ya había difundido su programa de televisión, y erróneamente creía que si estudiaba Psicología, algún día podría convertirme en un estudioso de la mente de animales inteligentes como el delfín o las ballenas y descubrir su lenguaje, para comunicarme con ellos. Honestamente, ese fue un error a medias, por que mi paso por las letras en la PUCP, me dieron otros dones, que hoy aprecio mucho, y la formación humanista que obtuve, me abrio un mundo diferente.

Pero la razón por la que pasaba horas y horas en la biblioteca de la PUCP, era mas que nada el miedo. Tenia miedo a los tiburones, a los pulpos, a los erizos, a las morenas. Pronto me di cuenta que esos miedos eran fatuos. Debía preocuparme mas bien otros peligros si quería ser buceador. Y de hecho así fue, mi primer accidente buceando fue tan simple como una infección al oido, que me saco de la universidad por casi 4 meses. Casi pierdo la audición.

Los cuatro meses sirvieron para leer mas y pronto, poco a poco, regrese al mar. En los mas de 50 años que cumpliré buceando, ya que buceo desde los 8. Ninguno de los peligros que imagine arriesgaron mi vida. Una caída de un acantilado, rompió algunos de mis huesos, y una espina de un pescado incono mi mano, causando una infección terrible y termine una vez mas hospitalizado. Me decidí por el buceo a pulmón, por que aparentemente era el que menos riesgos asumía y parece que funciono para mis miedos. Sin embargo reflexionando sobre la experiencia de tantos años, solo puedo decir honestamente, que tuve suerte, mucha suerte. Por que a decir verdad, he estado expuesto a tan distintas situaciones peligrosas, que solo una pequeña variación de la historia pudo llevarme al mas allá.

El mar no es nuestro medio, es hostil para los humanos, pero algo nos atrae a el generando esa pasión que honestamente no podemos describir con absoluta certeza. Y eso solo lo sabe la gente de mar, quien ha vivido en el o con pasión por ella, por que un buen marino, siempre le dice “La Mar”. Así pues, resulta difícil definirme como un tipo de escritorio, como mas de uno dice por ahí.

Cuando escribo, lo hago con ciencia y experiencia. Y con una comprensión del mar mas holistica que la de muchos. Y honestamente, eso no es vanidad, es solo la aceptación de la consecuencia de lo aprendido a través del tiempo. El holismo, según nuestro diccionario, no es mas que una doctrina que propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen.

No se honestamente, una vez mas, si estas reflexiones al estilo de la primera parte de la frase del maestro Kong, sean útiles para ustedes. Pero quiero ofrecerlas, por que también es una pasión para mi, compartir lo que aprendo y he aprendido.

Las ultimas semanas he recibido ataques y calificativos de toda clase, al por mayor. Me dicen mis amigos que tengo “cuero de chancho”, algo que sin duda confunden con la paciencia o convicción sobre mis conocimientos e ideas. Yo nunca podré admitir que tengo la razón, la duda es un principio de la ciencia, y se aleja por completo del dogma, esa proposición tenida por cierta y como principio innegable, que mas que nada se ajusta a una creencia de fe, que a un fundamento de la ciencia, que todo lo duda, pero que se acerca a la verdad. Ademas, soy agnóstico.

La ciencia se sustenta en el método científico, y el método es solo una secuencia de actos sistemáticos que hemos creado para acercarnos a la verdad. Y todo aquel que es fiel al método, se acerca mas a la verdad, que aquel que solo supone o simplemente no lo hace. Claro, también hay metodologías que usa la ciencia, que pueden estar equivocadas. Para eso, la ciencia convoca a la transparencia y al dialogo, por que solo compartiendo experiencia, la ciencia mejora sus métodos y se acerca aun mas a la verdad.

El Instituto del Mar del Perú (IMARPE), es un lugar donde honestamente se hace ciencia. Imperfecta, insuficiente, y a veces también honestamente dogmática. Pero a pesar de sus fallas, es la institución mas reconocida en el mundo, por su conocimiento del mar peruano y de algunas de sus principales especies; por que aun tiene mucho que estudiar y mejorar. Pero en temas de anchoveta, nadie se acerca mas a la verdad que el IMARPE.

Eso es algo que debemos reconocer mas que honestamente, hidalgamente. Y digo esto, por que en las ultimas semanas muchos calificativos como “ciencia convenida”, “secuaces de intereses”, “servidores de los amos de la pesca” y otros muchos mas que ya ni recuerdo, pero dirigidos todos a destruir las investigaciones del IMARPE sobre la anchoveta, han sido recurrentes, mediáticos y malintencionados, buscando ademas atacar mi defensa de la institución y por supuesto rebatir las conclusiones de la investigación del IMARPE.

Honestamente amigos míos, si alguien quiere rebatir las investigaciones del IMARPE que han dado luz al informe que hoy permite esta temporada de pesca de anchoveta, primero debe leerlo, después analizarlo, y finalmente si desea rebatirlo; debe seguir el mismo método que el IMARPE ha seguido y obtener conclusiones diferentes. De lo contrario, como bien diría Confucio en la segunda parte de su frase: “…la reflexión sin conocimiento es peligrosa”.