¿Un congreso internacional para el bacalao de profundidad?

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la Junta Directiva de Oannes

miércoles 22 de octubre de 2025

¿Un congreso internacional para el bacalao de profundidad?

El bacalao de profundidad, mero de profundidad o merluza negra (Dissostichus eleginoides), es un recurso pesquero transzonal de gran relevancia económica y ecológica en el hemisferio sur. Una especie antártica muy valiosa que requiere un enfoque científico riguroso y cooperación internacional.


La merluza negra es un pez demersal-bentónico que habita entre los 70 y 1500 metros de profundidad, y se han registrado individuos hasta a 2500 metros. Su distribución abarca las frías aguas sub antárticas, incluyendo las zonas alrededor de las Islas Georgias del Sur, la plataforma continental argentina, y otras regiones sub antárticas. Las especies adultas tienden a encontrarse en zonas más profundas, mientras que los juveniles ocupan aguas someras.


Esta larga longevidad (hasta 50 años) y su posición como depredador tope en el ecosistema marino subrayan la necesidad de una explotación cautelosa para evitar daños irreversibles a las poblaciones (INIDEP, 2025; SC13 SPRFMO Report, 2025).


Esta pesquería es relativamente reciente, originada en la década de 1990 en el Atlántico sudoccidental, cerca de las Islas Malvinas y la plataforma argentina. Se ha difundido a todos los países que tienen la influencia de la corriente sub antártica, y se caracteriza por operar principalmente con palangres de fondo, técnica que minimiza efectos colaterales y favorece una captura selectiva.


En la 13ª reunión del Comité Científico (SC13) de la Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur (OROP PS) que se celebró en Wellington, Nueva Zelanda, del 8 al 13 de septiembre de 2025. Ecuador solicitó una cuota experimental de 600 toneladas anuales para iniciar la pesca exploratoria de la merluza negra en su Zona Económica Exclusiva. Esta solicitud busca evaluar la viabilidad de la pesquería bajo un manejo precautorio que permita medir impactos biológicos y económicos antes de autorizar una pesquería comercial plena.


La iniciativa de Ecuador, si bien legítima para su diversificación, sirve como un “llamado de atención” para la CCRVMA y la OROP-PS: la expansión del interés pesquero exige la armonización urgente de los modelos de evaluación antes de que se establezcan nuevos hechos consumados en términos de cuotas


El Comité Científico ha reafirmado la importancia de realizar consultas amplias entre países miembros para evitar superposiciones que puedan afectar la sustentabilidad del recurso y ha dispuesto un taller preparatorio para afinar los mecanismos de transición y regulación. Pero esto podría no ser suficiente.


En el Perú, bajo estrictos estudios y recomendaciones de IMARPE, la cuota máxima para Dissostichus eleginoides es de 187 toneladas para el periodo anual 2025, según la Resolución Ministerial N° 514-2024-PRODUCE. Si bien este límite refleja un manejo precautorio alineado con la fragilidad biológica de la especie y con un monitoreo a través de tecnologías electrónicas y satelitales que garantizan el cumplimiento de las cuotas y la sostenibilidad de la pesquería ¿podría ser revisado?


La pesca de la merluza negra, al habitar en aguas antárticas internacionales, está regulada en conjunto por la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA). Y dentro de esta convención, Argentina, Chile, Nueva Zelanda y Australia tienen cuotas asignadas que para 2025 rondan entre 700 y 1.500 toneladas cada uno. Estas cuotas también se basan en rigurosas evaluaciones científicas y están acompañadas de protocolos para minimizar los impactos colaterales y proteger los ecosistemas asociados.


La sostenibilidad del bacalao de profundidad depende de la aplicación coordinada de controles pesqueros, monitoreo científico y cumplimiento normativo a nivel nacional e internacional. La propuesta experimental de pesca por Ecuador representa sin duda una oportunidad para su diversificación económica, pero debe implementarse con cuidado para preservar la biodiversidad marina y asegurar la rentabilidad a largo plazo.


El Perú es quien tiene la menor cuota de captura de este recurso, pero la pregunta clave que los científicos deberían responder no es solo si esa cuota está subestimada respecto a la que otros países han estimado, sino ¿Cómo debe estimarse la cuota para todos los países que practican esta pesquería? Y contar con un modelo unificado que proteja este recurso transzonal. 


Esto nos permite inferir que una reunión donde científicos de Argentina, Chile, Perú, Nueva Zelanda, Australia y Ecuador se reúnan para conciliar metodologías y conversen respecto a esta pesquería común, podría tener interesantes conclusiones y además se hace urgente y necesaria. ¿Podría el Perú ser la sede? 


La integración de esfuerzos regionales, el uso moderno de tecnologías de monitoreo y el respeto por las normativas internacionales son clave para un futuro equilibrado entre explotación y conservación.