Un nuevo paradigma azul: Acuicultura regenerativa
Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la Junta Directiva de Oannes
martes 14 de octubre de 2025
*Foto: Morro Sama (Fondepes)
Estamos frente a una crisis existencial en los océanos. Durante siglos, hemos aplicado una mentalidad puramente extractiva a nuestros mares, tratando los recursos marinos como infinitos y la contaminación como un problema que el océano podía diluir.
El desarrollo de las nuevas tecnologías acuícolas responde a la necesidad de complementar una pesca que, por sí sola, es incapaz de suplir las crecientes necesidades de proteínas marinas. No obstante, al concebir la acuicultura, a menudo replicamos un modelo altamente productivo y comercial, que concentra la producción y, con ella, los impactos ambientales.
Sin embargo, en los laboratorios, en las bahías y en las mentes de algunos biólogos audaces, una nueva filosofía emerge alrededor del mundo: la Acuicultura Regenerativa. Esta no es solo una forma "más verde" de cultivar, sino un modelo que exige un impacto ambiental neto positivo. El objetivo no es solo producir alimentos, sino también sanar activamente los ecosistemas marinos. El cambio de paradigma es radical y necesario, y ya existen diversas experiencias a escala global que demuestran su viabilidad.
Un modelo desarrollado por la empresa francesa Ecocean, bajo su técnica de Captura, Cultivo y Liberación Post-larvaria (PCCL), o BioRestore, es uno de los ejemplos más puros de acuicultura regenerativa. Ecocean no cría peces para venderlos, sino para devolverlos, más fuertes y resistentes, a la naturaleza.
La premisa es elegante: capturan post-larvas salvajes que han sido arrastradas mar adentro usando trampas luminosas suaves. Luego, las crían en sistemas compactos de baja densidad para evitar la domesticación y las someten a un "entrenamiento de caza" para aumentar sus probabilidades de supervivencia. Los resultados científicos son contundentes: en especies como el sargo (Diplodus sargus) del Mediterráneo, esta intervención ha demostrado aumentar la tasa de supervivencia temprana del 1 al 35%.
El desafío cuya solución es clave para la escalabilidad radica en la economía: ¿cómo se valora y monetiza este bien común cuando el beneficio ecológico se dispersa por todo el Mediterráneo? La acuicultura regenerativa se sustenta en la integración de especies que actúan como ingenieras de ecosistemas, llevando a cabo una restauración activa a gran escala. La Acuicultura Multitrófica Integrada (IMTA) agrupa varias especies de diferentes niveles tróficos en la misma zona para imitar un ecosistema marino natural. El residuo de una especie se convierte en el alimento para la siguiente, cerrando el ciclo de nutrientes:
Peces/Camarones: Generan desechos (nutrientes) → Moluscos (Ostras, Mejillones): Filtran partículas → Macroalgas: Absorben nutrientes inorgánicos → Invertebrados (Pepinos de Mar): Consumen desechos del fondo.
Estudios demuestran que, por ejemplo, los pepinos de mar pueden eliminar hasta el 70% de las partículas grandes debajo de las jaulas de peces, creando un sistema de descontaminación activa.
Y existen también otras soluciones con bivalvos; una sola ostra filtra grandes volúmenes de agua diariamente, eliminando contaminantes. Además, crean arrecifes de bivalvos, estructuras tridimensionales que funcionan como viveros naturales cruciales para otras especies marinas. Su cultivo es una herramienta fundamental de restauración de la biodiversidad costera. Así como también con macroalgas que son sumideros de carbono altamente eficientes. Al absorber CO2 de la columna de agua, las granjas de macroalgas no solo mitigan el cambio climático, sino que crean zonas refugio localizadas contra la acidificación del océano, protegiendo a los organismos con caparazón.
Sistemas innovadores como el Biofloc utilizan fermentos orgánicos y microorganismos probióticos que actúan como biorremediadores. Estos microorganismos degradan los desechos tóxicos y los convierten en alimento natural (bioflóculos y zooplancton) para el organismo cultivado. Esta técnica reduce el consumo de alimento comercial (harinas y aceites de pescado) hasta en un tercio, disminuyendo la presión sobre diversas pesquerías.
A pesar de su validación científica y su impacto positivo, la escalabilidad de estos modelos enfrenta un obstáculo: la economía tradicional. El beneficio de la acuicultura regenerativa es circular y difuso, en contraste con el modelo lineal de la acuicultura convencional (insumo → producción → venta → ganancia).
Para que este nuevo paradigma azul prospere, se requiere un cambio de política capaz de crear Mercados de Servicios Ecosistémicos. Esto permitiría, por ejemplo, que los agricultores regenerativos vendan créditos de carbono, créditos de biodiversidad o créditos de agua limpia basados en el impacto medible de sus granjas.
En el Perú, el Estado es el único que puede hacer programas de repoblamiento. De hecho, laboratorios como Morro Sama, en Tacna, producen juveniles de lenguado (Paralichthys adspersus), chita (Anisotremus scapularis) y corvina (Cilus gilberti). Y el centro de La Arena, en Casma, produce concha de abanico (Argopecten purpuratus) y ostra del Pacífico (Crassostrea gigas). Estas semillas sirven para programas de engorde o repoblamiento.
Sin embargo, se requieren herramientas económicas nuevas como bonos vinculados a la sostenibilidad y capital más asequible, especialmente cuando grandes compradores (como Walmart) validan estos proyectos como estrategias de resiliencia de la cadena de suministro. También existe la posibilidad de promover Asociaciones Público-Privadas (APP) como un modelo viable para involucrar al sector privado en la restauración.
Algunas regulaciones serían cruciales. Por ejemplo, la creación de zonas de amortiguamiento para granjas regenerativas o la flexibilidad para operar modelos IMTA en concesiones existentes. De cualquier manera, resulta vital adaptar las regulaciones del Estado para manejar este éxito restaurador y darle acceso a la actividad privada, que podría estar supervisada. Cuando una granja se convierte en un criadero natural, su función y valor exceden el simple modelo comercial.
La acuicultura regenerativa es una alternativa incipiente, pero real, que permitiría alimentar a una población mundial creciente sin agotar al océano. El reto ya no es solo tecnológico, sino de voluntad política y económica. Los criadores de peces, los ingenieros de ecosistemas y los acuicultores de macroalgas están mostrando un camino diferente.
Ahora le corresponde al mercado, a los gobiernos y a los consumidores decidir si están dispuestos a invertir en un modelo donde el objetivo final no es solo la riqueza, sino la salud compartida de nuestros mares. Un futuro con pesca sostenible y un mar en restauración permanente, gracias a tecnologías acuícolas, comerciales y regenerativas, representa una visión única que ya está a nuestro alcance.