¿Y como haces para que el pescado grande no se mueva?

Autor: Francisco J. Miranda Avalos, Presidente de la J. Directiva de la ONG Oannes

sábado 10 de febrero de 2018

Se dice que la fuerza de un pez en el agua es equivalente a diez veces su peso. Este es un conocimiento que un pescador submarino en apnea (a pulmón) debe tener sin lugar a dudas. El no tiene un punto de apoyo como lo tendría un pescador en un bote. El pescador submarino que se atreva a arponear a un gran pelágico de unos 20 kilos o mas, por ejemplo, debe asumir el riesgo de ser arrastrado por una fuerza superior a la suya y sin un punto de apoyo que le permita evitar la huida de un pez desesperado y con una flecha atravesada entre sus costillas que lucha por su vida. ¿Y si lo arrastra hacia el fondo? Tiene siempre una opción; soltar la presa con su fusil y subir a la seguridad de la superficie donde podrá respirar. Pero no le disparamos a un fortuno, o a un pelagico de esas dimensiones, solo para soltarlo.

La primera ves que me encontré frente a un grupo de fortunos, fue en Tortugas, al norte de Casma. La inmersión comenzó muy temprano por la mañana, casi amaneciendo. El agua azul cristal, estaba tibia y debajo de mis aletas unos lomos azulados pasaron mirándome con sus cientos de ojos, mientras flotaba sobre unas enormes peñas blancas. Al principio no lo podía creer ¡Unos gigantes estaban debajo!. En ese momento me percate de solo contaba con mi viejo fusil de 75 cm, amarrado con una frágil drisa a la flecha, que no sabia si resistiría el jalón de esos grandes pelágicos.

Soy pescador, las oportunidades así no se desaprovechan. Con paciencia, tome aire, y descendí lo mas cerca del fondo para comenzar a subir, escondido entre las rocas, acechando y esperando que el cardumen de gigantes volviera hacia mi. Un buzo promedio tiene unos 60 segundos de aire, no es mucho, pero espere agazapado, el cardumen volvió a mi y casi sin moverme, dispare al mas grande.

La reacción fue inmediata, de pronto el fortuno me arrastraba por el fondo, y no lo quería soltar, si lo hacia perdería el fusil y la presa. Toda una vida transcurre en segundos, la fuerza de estos animales es inmensa. Pero hice un gran esfuerzo y sin soltar el fusil, forcé mis piernas y las aletas para salir a la superficie a respirar. Logre tomar una pequeña bocanada, cuando de pronto sentí en la mano otro tirón que me arrastraba con energía renovada. Mantuve la presión de mi aleteo y entre bocanada y bocanada, con el corazon en la boca, fui jalando a mi presa hasta tomar la flecha y al gigante, al que metí la mano entre sus agallas y logre acercar a mi pecho, hasta que en un abrazo mortal pude rematarlo con una puñalada en el cerebro. Muerto el gran pez, dejo de moverse.

Los hermosos 19 kilos tomados por las agallas espinosas que herían mis manos, eran una visión inolvidable. El fortuno, la seriola, atún blanco, el jurel como lo llaman en México o el pez limón, como se conoce en otras latitudes, es una presa que lucha como ninguna por liberarse de un flechazo. Se cultiva desde hace mas de 400 años en el Japón. No hace mas de tres décadas en Baja California y hoy es la estrella fulgurante de la acuicultura oceánica en el mundo. El sashimi de atún blanco es sencillamente delicioso.

He pescado algunos fortunos a lo largo de mi vida, algunos mas pequeños y otros un poco mas grandes. Y la lucha de la primera ocasión de su captura se repitió mas de una vez, por que simplemente uno nunca esta listo para encontrarse con un gigante. Aunque hay algunos buzos peruanos que han aprendido a buscarlos y sus capturas están documentadas en cientos de fotos y videos por la internet.

Para pescar un gigante, se requiere de técnica. Antes se amarraba la flecha a unos 30 metros de línea y esta línea a una boya y no al fusil. Ahora se usan carretes con 30 o 40 metros de línea adosados al fusil, con lo que el pescador a pulmón puede salir a respirar tranquilamente, sin perder su arma y controlar desde la superficie la presa al final de la línea. Pero siempre habrá que rematarlo, por que 20 kilos moviéndose en el agua, sin un punto de apoyo, son un gran problema.

En la pesca, como en la vida. La experiencia tiene un gran valor. Si no te arriesgas a vivirla, quizá no tengas nada que contar mas adelante. Pero esta experiencia y conocimiento no se hereda, ni se adquiere por osmosis, como algunos demagogos pretenden hacernos creer, diciéndonos cosas como: “mi abuelo fue constructor de buques, mi padre también, mi hermano es armador pesquero y yo lleve una bandera peruana al triangulo ganado en la batalla legal de La Haya”.

Aquel que ha tenido a un gigante tomado con sus propias manos desde sus agallas espinosas y sabe lo que es rematarlo para que deje de moverse, comprenderá y sabrá que no mentimos. Existen códigos entre pescadores que solo nosotros sabemos reconocer.

Oannes fue fundada por gente que vive la pesca y que cree que lograr la sostenibilidad de todos sus recursos es una meta posible. Lo mismo que creemos, que la enorme biodiversidad de nuestra costa es la base de un futuro maricultor basado en especies nativas de nuestro mar. Y que esas especies, habitan dentro de la primera milla de la costa hasta los cincuenta metros de profundidad, o tal vez un poco mas. Especialmente en los acantilados de piedra y fondos rocosos.

Uno de los trabajos científicos descriptivos, que mas admiramos, y que hoy esta casi olvidado, se llama “División Ecológica de la Costa Peruana” (http://www.oannes.org.pe/Oannes_new_ver_2011/oannes_biocenosisdelacosta.php) de la Dra. María Koepcke celebre bióloga que fuese profesora de la Universidad Nacional Agraria de La Molina. Un colega, el Ing. Antonio Rodríguez Verdugo y yo nos tomamos el trabajo irrespetuoso de revisarlo durante nuestro paso por la universidad.

Koepcke dividió la costa peruana en 35 asociaciones naturales de vida. De estas asociaciones, 4 son especialmente ricas en biodiversidad, la biocenosis marina de fondos rocosos, la de fondos arenosos, la de fondo de conchuela, y la de fondo fangoso.

Nuestro aporte al trabajo de la Dra. Koepcke, consistió en diferenciar los fondos rocosos en dos biotopos o asociaciones de vida diferentes que son, clásicos en nuestra costa, y que dependen directamente del movimiento del mar. Los peces de estos fondos son típicamente depredadores o se alimentan de materias en descomposición, así como también de algas, crustáceos, moluscos, ovas y mariscos, no solo de anchoveta.

Nos referimos a los "fondos rocosos con rompientes" que colocan materias en suspensión y los "fondos rocosos de aguas tranquilas" que generalmente tienen cierta profundidad y poseen una morfología cavernosa.

Los fondos rocosos con rompientes. Son típicas puntas de baja profundidad con rocas llenas de líneas redondeadas por la erosión de las aguas y el roce entre ellas mismas, generalmente son desembocaduras de antiguos "huaicos". Y en este biotopo es frecuente encontrar loros (Oplegnathus insignis), chitas (Anisostremus scanularis), corvinas que también son frecuentes en fondos arenosos, junto con la chita; castañuelas (Chromis crusma), tramboyo (Labrisomus philippii) y el peje sapo (Sicyaces sanguineus). También existen los fondos de rocas grandes y angulosas, donde habitan, la pintadilla (Cheilodactylus variegatus), la jerguilla (Aplodactilus punctatus) y un pez que al parecer emigro del sur, conocido como chino (Medialuna ancietae) por los buzos y como mero en el sur del país, es un pez de piel ploma gruesa y se alimenta básicamente de algas. Su carne blanca es deliciosa y este animal cohabita con la chita en muchas puntas y roquerías con rompientes de olas.

Los fondos rocosos de aguas tranquilas, son un biotopo característico de islas, bajeríos y bahías, con prolongaciones submarinas que son extensiones, de las grandes paredes de sus acantilados, y que como hemos dicho poseen una morfología por lo general cavernosa. En este hábitat viven animales como: el cherlo (Acanthistius pictus), la cabrilla (Palabrax humeralis), pintadillas, jerguillas, peje sapo, la mulata, vieja mancha amarilla o peje perro, un pez con un marcado dimorfismo sexual (pimelotopon maculatus), la vieja negra (bodianus eclancheri), el negro o negrillo (Pinguilabrun punctatum), el mero colorado (Cephapholis acanthistius), el congrio (genypterus maculatus), ojo de uva (Hemilutjanus macrophthalmos), marotilla (Calamus brachysomus), fortuno (Seriola mazatlana), pargo (Lutjanus guttatus) y el mero común, nombre que además llevan varias especies de serranidos peruanos comunes en la costa norte (Alphestes fasciatus, Alphestes afer, Alphestes multiguttatus, Mycteroperca xenarcha, Epinephelus labriformis, Epinephelus itejara, etc) también son conocidos con nombres específicos como mero negro, mero cola de retama, mero murique, mero rojo, mero ojo chiquito, cherne, mero pluma o cabeza de zorro

La biodiversidad de los fondos rocosos de la zona costera peruana, solo en peces, es fantástica. Si agregamos a la lista otros organismos bentónicos como crustáceos, moluscos, cefalópodos, etc. Esta enorme biodiversidad es indiscutible.

Las 4 asociaciones de vida que mencionamos, de las 35 que describió la Dra. Koepcke, han sido durante milenios el “coto de pesca” de los verdaderos pescadores artesanales de “vocación”. Estos medioambientes costeros, han sido sometidos a un enorme esfuerzo pesquero, sobre todo en los últimos años, básicamente por un tipo de pescador de “ocasión”, que en su ignorancia solo ve las ganancias del día y no la sostenibilidad de los recursos. Practican su pescan con redes de medidas no permitidas, algunos son buzos con arpón y aire ilimitado de sus compresoras, bucean de noche o con la asistencia pescadores embarcados que acompañan con sus redes las capturas, en la técnica que hemos descrito cientos de veces llamada “traqueteo”. También usan chichorros halados por camionetas 4x4, o en el colmo de sus actos depredatorios y sin control, usan dinamita.

Esta gente grita a todos los vientos que los responsables de esta depredación son los pescadores industriales. Al mas puro estilo del ratero que grita: ¡Ahí va el ladrón, ahí va el ladrón! Distrayendo la atención de sus fechorías, mientras ocultan bajo la alfombra, en su ignorancia o en el olvido, una fauna que el IMARPE y la ciencia nacional esta recién comenzando a conocer y comprender. Y que Oannes siempre les recordara que existe.

Gracias al IMARPE y a FONDEPES, el lenguado y la chita están entrando en programas de desarrollo acuícola. Y esperamos que otras especies mas sean estudiadas y adaptadas a tecnologías de cultivo, por no solo por el IMARPE, sino también por las distintas universidades de la costa peruana, que tienen a su alcance este medioambiente costero, tan importante para el pescador artesanal. Y de enorme riqueza para nuestra gastronomia.

No nos dejemos engañar por los falsos congresos o congresistas pesqueros. Ni mucho menos por dirigentes de la pesca artesanal, que jamás se han preocupado por esta fauna prodigiosa que le ha dado de comer a muchas generaciones y que nunca mencionan en sus discursos. Pero que esta presente en las representaciones de cientos de huacos prehispánicos que con imágenes increíbles nos recuerdan esa maravillosa biodiversidad costera.

La pota, el perico, y la anchoveta son recursos pelágicos, no costeros. Los dos primeros rara vez se acercan a la costa, menos en su estadio adulto. Para llegar a ellos, se necesitan lanchas e inversiones de mucho mayor escala, que la que es necesaria para un zapato a remos o un pequeño bote a motor. ¡Abre los ojos pescador artesanal! ¡Hay gente que usa tu nombre para defender otros intereses!

Hay una historia increíble, como muchas de pescadores, pero tal vez cierta. Cuentan que un día un novato pescador a pulmón le pregunto a otro mas viejo y pícaro: ¿Y una vez que lo has capturado, como haces para que el pescado grande no se mueva? A lo que el viejo respondió: Una vez que lo tengas en tus manos, métele el dedo en el ano y se quedara inmóvil. Dicen las malas lenguas que han visto al novato perder cientos de presas grandes ya capturadas por practicar ese consejo. Eso es desinformación. Pescador no te dejes engañar, usa tu sentido común.