Fuente: Cedepesca, Mar del Plata

Argentina - Asi administran la pesca de merluza en Namibia

viernes 17 de octubre de 2003

Recientes informaciones dan cuenta de inversiones y novedades de empresas pesqueras españolas en Namibia. A través de esas noticias nos enteramos, por ejemplo, que la empresa Pescapuerta participa como armadora de 17 buques fresqueros y 5 congeladores. Proporciones similares se observan en las otras cinco empresas de ese origen que operan en aquel país sudafricano.

De este lado del océano, esta información es llamativa. Y hasta podríamos resaltar el contraste imaginando un escenario por el cual un acuerdo de pesca entre Argentina y Namibia culminaría en la transferencia de capacidad de pesca de 15 congeladores marplatenses hacia aguas del Atlántico sudoriental, y a los empresarios españoles firmando furibundas solicitadas en defensa de sus participaciones en buques fresqueros y plantas en tierra que generan alrededor de 15.000 empleos genuinos.[1]

Y decimos participaciones porque la ley de pesca de Namibia no permite el control accionario de empresas pesqueras por capitales foráneos. El 51 por ciento debe ser namibio, aunque en muchos casos la gestión de la empresa se deja en manos del capital extranjero.

La actual conformación de las capturas de merluza sudafricana, principal competidora de la merluza argentina en el mercado mundial, tiene su origen en la Ley de Pesca aprobada después de su independencia, en 1991.

En el documento llamado "Towards Responsible Development of the Fisheries Sector", más conocido como Libro Blanco, presentado ante la Asamblea nacional por el Ministro de Pesca y Recursos Marinos, Helmut Angula, en diciembre de 1991, este denunció que "Las pesquerías de Namibia, como resultado de un largo abuso, han sufrido importantes retrocesos. Algunos de los stocks han sido agotados, lo que requerirá una década de conservación antes de que puedan alcanzar niveles de explotación beneficiosos".

Y efectivamente, de las 350 mil toneladas de merluza que capturaban las flotas procesadoras en aguas de Namibia, se bajó la captura máxima permisible a 40.000 toneladas con la idea de recuperar en 10 años los niveles anteriores.

El sistema de manejo se basó en cinco pilares: asignación de cuotas individuales no transferibles, procesamiento en tierra, namibianización de capital y mano de obra, política de aranceles de extracción, siendo utilizado este último como incentivo para avanzar en la namibianización y el procesamiento en tierra, y control eficaz.

El arancel de extracción básico para la merluza se estableció en 750 rands para clases 0 y 1, y en 1.250 rands para clases 2 a 6 (unos 40 dólares
aproximadamente) por tonelada de pescado entero. Pero si todo el pescado se procesa en tierra, se descuenta el 50 por ciento, mientras que si sólo se reenvasa o se congela en tierra, el descuento es del 25 por ciento. Además se estableció un descuento del 0,5 % por cada 1 % del salario pagado a namibios, y un último descuento por ser la empresa de propiedad namibia o proporcional a la participación de namibios.

Con este esquema, el arancel de extracción se podía reducir en alrededor de un 65-70 por ciento, incentivando fuertemente el cumplimiento de los objetivos fijados por la política pesquera.

Por otro lado, se estableció una pauta de calidad, prohibiendo los viajes de pesca de más de siete días para la flota fresquera.

Con estas medidas simples pero decididas, el perfil de la industria pesquera de Namibia se modificó en forma sustantiva, creando de la nada alrededor de 15.000 empleos de tripulantes y trabajadores de plantas.

Y los que aquí se empeñan en vendernos el cuento de la modernidad asociada con buques congeladores, en Namibia se adaptaron y siguieron haciendo negocios bajo las pautas establecidas por un gobierno que tenía muy claro el significado de la defensa de los intereses nacionales.

Pero eso sí, las consecuencias de la pesca irresponsable de los ´70 y ´80, que en los ´90 se trasladó a Argentina, todavía se siguen pagando en Namibia. Se suponía que las medidas de conservación iban a permitir recuperar las capturas al nivel de 350.000 toneladas en diez años. Han transcurrido 12 y este año la captura máxima permisible se estableció en 195.000 toneladas, cinco mil menos que el año pasado, y lejos todavía del objetivo deseado.

CeDePesca 5/10/2003

[1] Subrayamos que es un ejercicio de imaginación y que no hay ninguna información en este sentido. Que no ocurra como cuando hicimos la broma de las merluzas cajoneras y después se comenzaron a publicar artículos serios sobre la merluza transgénica en Argentina.