Fuente: La Nacion, Buenos Aires

Argentina - Estudian tecnicas para mejorar la cria de langostas

Cecilia Draghi

lunes 2 de septiembre de 2002

Es un producto de alto valor agregado

Investigadores de la UBA están obteniendo resultados alentadores

La producción de este crustáceo tiene gran interés comercial en el mercado mundial

Noche mágica en Hong Kong. A media luz y con el clima propicio, una pareja enamorada de turistas argentinos saborea un costosísimo plato de langostas y quizá nunca descubra que esa exquisita carne proviene de miles de kilómetros de distancia, precisamente de un criadero de la Argentina. Aquí investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA) ensayan con resultados alentadores métodos para maximizar la producción de este crustáceo de gran interés comercial en el mercado mundial.
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Desde el laboratorio de Fisiología Animal de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, el equipo dirigido por el biólogo Enrique Rodríguez sigue de cerca en vivo e in vitro las reacciones que ciertas hormonas provocan en el organismo de este animal. "La idea es controlar -mediante la administración de hormonas y neurorreguladores- el momento y la intensidad de la reproducción y el crecimiento. La endocrinología de los crustáceos es actualmente un campo poco conocido en comparación con la de otros grupos que también poseen gran interés económico", subraya el investigador.
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Sin duda, desnudar detalles del mecanismo reproductivo de estos crustáceos brinda una de las llaves maestras de la acuicultura dedicada a esta especie.
En estado natural, dos o tres veces al año, principalmente en primavera y verano, las hembras ponen entre 200 y 1000 huevos, según el tamaño del ejemplar. Más que aumentar esta cantidad de por sí abundante, en el nivel comercial importa no estar atado al ciclo anual del animal. En este sentido, el equipo de investigadores obtuvo hallazgos alentadores.
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Cuando se inyecta una droga que no había sido usada antes en hembras de crustáceos o se la administra a través del alimento, la spiperona , permite prolongar el período de puestas. ¿El resultado? "Es posible obtener más puestas, incluso fuera del período reproductivo natural", subraya el científico.
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En la Argentina, la langosta de agua dulce australiana vive sólo en criaderos, "y bajo control especial, porque si pasa al medio natural puede competir con otras especies y desplazarlas", advierte. Las características pinzas son sus dos armas de defensa, que también hacen las veces de primeras patas, seguidas de otros cuatro pares de menor tamaño. Bien provista por la naturaleza para hacer frente a las variaciones de su medio ambiente, posee un desarrollado sistema sensorial. Con excelente visión (incluso en color) y con receptores táctiles, logra detectar enemigos en tierra firme, donde se mueve más torpemente. En el agua, alcanza a ver tan lejos como la claridad lo permite y sus quimiorreceptores la alertan ante la presencia de alimentos.
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La de agua dulce coincide en un destino común de los crustáceos: el caparazón o exoesqueleto que recubre su cuerpo debe cambiar para permitir que aumente su tamaño corporal.
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Esta especie de coraza no estuvo siempre. Al parecer, en algún momento del período precámbrico la cutícula blanca del animal antecesor se endureció por depósitos de proteína y quitina. Esto le brindó mayor protección ante depredadores, pero también la incomodidad de la muda. Para ello debe hincharse, ya sea tragando agua o aire, para romper el viejo exoesqueleto.
Una vez que se resquebraja, se desembaraza de él, dejando lugar a su nuevo traje.
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"Todo este proceso está regulado por hormonas. Si bien el crustáceo cada vez que aumenta de volumen recambia su exoesqueleto, esto no implica que cada vez que mude la cantidad de carne se incrementará. Hay hormonas que controlan específicamente cada uno de estos procesos -indica Rodríguez, y enseguida agrega-: con el fin de maximizar el crecimiento y obtener mayor cantidad de carne comestible por ejemplar, el trabajo apunta a varios aspectos, desde abreviar la duración de los estadios juveniles hasta potenciar el crecimiento somático de adultos e intentar la inducción de cambio de sexo hacia la producción de machos, porque poseen mayor rendimiento en carne comestible."
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Si bien aún resta desandar caminos, el equipo sigue firme en su premisa. "El objetivo es transferir una metodología que permita al acuicultor optimizar la producción de su criadero durante todo el año en una especie con un importante valor agregado a la hora de exportar", concluye.
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Los habitantes de la bahía
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El equipo de Enrique Rodríguez no sólo estudia langostas, sino también cangrejos de la bahía de Samborombón. "Si bien esta especie no es comercial, su biología es muy similar a otras que sí lo son, como los camarones y las langostas", apunta. También desde hace tiempo desarrolla en estos cangrejos diferentes líneas de trabajo: "Uno de los procesos que se evalúan son las malformaciones que presentan las larvas expuestas a tóxicos durante su desarrollo embrionario. Se detectan las patologías específicas ante cada contaminante ensayado para poder utilizarlas como biomarcadores de contaminación del agua", sostiene.
.<< Comienzo de la notaNoche mágica en Hong Kong. A media luz y con el clima propicio, una pareja enamorada de turistas argentinos saborea un costosísimo plato de langostas y quizá nunca descubra que esa exquisita carne proviene de miles de kilómetros de distancia, precisamente de un criadero de la Argentina. Aquí investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA) ensayan con resultados alentadores métodos para maximizar la producción de este crustáceo de gran interés comercial en el mercado mundial.
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Desde el laboratorio de Fisiología Animal de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, el equipo dirigido por el biólogo Enrique Rodríguez sigue de cerca en vivo e in vitro las reacciones que ciertas hormonas provocan en el organismo de este animal. "La idea es controlar -mediante la administración de hormonas y neurorreguladores- el momento y la intensidad de la reproducción y el crecimiento. La endocrinología de los crustáceos es actualmente un campo poco conocido en comparación con la de otros grupos que también poseen gran interés económico", subraya el investigador.
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Sin duda, desnudar detalles del mecanismo reproductivo de estos crustáceos brinda una de las llaves maestras de la acuicultura dedicada a esta especie.
En estado natural, dos o tres veces al año, principalmente en primavera y verano, las hembras ponen entre 200 y 1000 huevos, según el tamaño del ejemplar. Más que aumentar esta cantidad de por sí abundante, en el nivel comercial importa no estar atado al ciclo anual del animal. En este sentido, el equipo de investigadores obtuvo hallazgos alentadores.
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Cuando se inyecta una droga que no había sido usada antes en hembras de crustáceos o se la administra a través del alimento, la spiperona , permite prolongar el período de puestas. ¿El resultado? "Es posible obtener más puestas, incluso fuera del período reproductivo natural", subraya el científico.
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En la Argentina, la langosta de agua dulce australiana vive sólo en criaderos, "y bajo control especial, porque si pasa al medio natural puede competir con otras especies y desplazarlas", advierte. Las características pinzas son sus dos armas de defensa, que también hacen las veces de primeras patas, seguidas de otros cuatro pares de menor tamaño. Bien provista por la naturaleza para hacer frente a las variaciones de su medio ambiente, posee un desarrollado sistema sensorial. Con excelente visión (incluso en color) y con receptores táctiles, logra detectar enemigos en tierra firme, donde se mueve más torpemente. En el agua, alcanza a ver tan lejos como la claridad lo permite y sus quimiorreceptores la alertan ante la presencia de alimentos.
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La de agua dulce coincide en un destino común de los crustáceos: el caparazón o exoesqueleto que recubre su cuerpo debe cambiar para permitir que aumente su tamaño corporal.
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Esta especie de coraza no estuvo siempre. Al parecer, en algún momento del período precámbrico la cutícula blanca del animal antecesor se endureció por depósitos de proteína y quitina. Esto le brindó mayor protección ante depredadores, pero también la incomodidad de la muda. Para ello debe hincharse, ya sea tragando agua o aire, para romper el viejo exoesqueleto.
Una vez que se resquebraja, se desembaraza de él, dejando lugar a su nuevo traje.
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"Todo este proceso está regulado por hormonas. Si bien el crustáceo cada vez que aumenta de volumen recambia su exoesqueleto, esto no implica que cada vez que mude la cantidad de carne se incrementará. Hay hormonas que controlan específicamente cada uno de estos procesos -indica Rodríguez, y enseguida agrega-: con el fin de maximizar el crecimiento y obtener mayor cantidad de carne comestible por ejemplar, el trabajo apunta a varios aspectos, desde abreviar la duración de los estadios juveniles hasta potenciar el crecimiento somático de adultos e intentar la inducción de cambio de sexo hacia la producción de machos, porque poseen mayor rendimiento en carne comestible."
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Si bien aún resta desandar caminos, el equipo sigue firme en su premisa. "El objetivo es transferir una metodología que permita al acuicultor optimizar la producción de su criadero durante todo el año en una especie con un importante valor agregado a la hora de exportar", concluye.
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Por Cecilia Draghi
Para LA NACION