Fuente: Cuba Ahora, La Havana

Cuba - La corriente del Golfo y Hemingway

LUIS ÚBEDA

jueves 6 de septiembre de 2007

Fue en 1928 cuando Ernest Miller Hemingway hizo su debut en la Corriente del Golfo.

La corriente del Golfo (Gulf Stream) es una vía marítima muy peculiar que atraviesa el estrecho de Florida con un ancho aproximado de 80 kilómetros y profundidades que van desde los 600 a más del mil metros.

Dicho en buena semántica, deviene gigante río caliente que discurre por el océano Atlántico, alimentado por las corrientes ecuatoriales del norte y del sur, y que se aproxima a la costa oriental de los Estados Unidos manteniendo un flujo constante en la cota de los 200 metros.

Hasta cabo Hatteras, conserva una velocidad aproximada de cinco nudos (unas ocho millas por hora), aunque algunas mediciones practicadas entre La Habana y Charleston van desde las 19 a las 30 millas, pero de manera excepcional. Luego cambia su rumbo más al norte, se inclina al este y agranda, hasta perder velocidad cuando se enlaza con la fría corriente del Labrador, bordeando el mar de los Sargazos.

La corriente del Golfo es de las denominadas permanentes y costera fuerte, donde en ocasiones y casi de repente, se levantan olas de cinco o seis metros de altura que ponen en peligro la navegación de pequeñas y hasta medianas embarcaciones, o bien una mar rizada y del azul turquí con temperaturas que fluctúan entre 28 y 30 grados centígrados, algo inferiores durante el "cálido" invierno de estos lares.

SU PRIMER ENCUENTRO

Fue en 1928 cuando Ernest Miller Hemingway hizo su debut en la corriente del Golfo. Iba a bordo del vapor Orita con destino a La Habana, y no hay dudas de que la experiencia marcó a fuego los sentidos del novel reportero-escritor.

De la mano de su amigo y traficante de alcohol durante la Ley Seca, Joe Russell, hace su primera incursión de pesca mayor junto con otra visita a la capital cubana. Quizá comprendió entonces que aquí se podía vivir, lo cual quedó confirmado en 1939, momento en que su tercera esposa, Martha Gellhorn, descubre la Finca Vigía, la adquieren por 18 mil 500 pesos y, desde 1940 hasta 1961, será el cuartel permanente del futuro dios de bronce de la literatura norteamericana.

El inmueble se hallaba sobre una de las cotas más elevadas de San Francisco de Paula, al sur de La Habana, a la que algunos nombran Loma del Yoyo y otros Loma del Bacalao, y que en 1949 le arrancó estas palabras: "… es difícil explicar la fresca brisa matinal que sopla incluso en los días más calurosos de estío sobre las colinas que rodean a La Habana". (El Gran Río Azul, en Holiday).

Empero, su gran fuente de inspiración literaria y pasión piscatoria recayeron en la corriente del Golfo, lo cual reconocerá en la citada crónica: "… entonces uno les explica que la razón principal de vivir en Cuba es el Gran Río Azul, de tres cuartos a una milla de profundidad y de 60 a 80 millas de ancho; desde la puerta de la finca, y a través de un hermoso paisaje, se tardan 45 minutos en ir allá, donde hay la mejor y más abundante pesca que he visto en mi vida."

HEMINGWAY PESCADOR

El autor de Por quién doblan las campanas nació en Oak Park, Chicago, el 21 de julio de 1899, y puso fin a su vida en Ketchum, Idaho, el 2 de julio de 1961, tras sufrir varios ingresos en la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota —electrochoques incluidos—, y hasta un sospechoso interés del FBI por su persona.

La primera caña de pescar la recibió de manos de su abuelo a los cinco años de edad y su padre, Clarence Edmund, lo instruyó en el oficio que perfeccionará cada día de su vida. Entre 1928 y 1938 residió en Key West, Florida, donde practicó asiduamente la pesca marina, reflejada con posterioridad en relatos como Los cuentos de Nick Adams.

Incluso durante sus safaris africanos, siempre hallaba tiempo para la pesca fluvial y para redactar folletos sobre cómo realizar buenas capturas. Vale recordar que, en 1935, Hemingway ganó el campeonato de pesca de Bimini, en las islas Bahamas, y más adelante fue elegido vicepresidente de la Asociación de Pescadores de Aguas Saladas de Norteamérica.

En 1934 adquirió el yate Pilar, clave en su cuidadoso examen de la corriente del Golfo. A partir de ello aparecieron en la revista Esquire sus enjundiosas crónicas La pesca del pez espada a la altura del Morro, La corriente del Golfo y En las aguas azules. Pero esta suerte de matrimonio con la Gulf Stream lo certificará en cartas, conversaciones en el restaurante Floridita, en el bar La Terraza, de Cojímar, en su residencia de Finca Vigía, y de manera cumbre, en su obra El viejo y el mar, sin olvidar las múltiples alusiones que amenizan a Islas en el Golfo, más que novela póstuma, autobiografía del Premio Nobel de Literatura 1954.

A bordo del Pilar y sumando los juicios de su experto capitán y amigo Gregorio Fuentes a lo "husmeado" en numerosas publicaciones técnicas, Hemingway adquirió un profundo conocimiento de la corriente. Intuyó que en el mes de mayo la vía se aproximaba a unas dos millas de la costa, encontrándose con una contracorriente cubana desde Bahía Honda, provincia de Pinar del Río, hasta perderse en el golfo de México.

Gracias a ello, los amantes de la pesca mayor continúan denominando "Milla Hemingway" a esa franja marina que fuera teatro de sus más notorias pesquerías.

EL NOBEL Y EL TROFEO HEMINGWAY

El 28 de octubre de 1954 Hemingway recibió la sensacional noticia. Con el más depurado humor criollo, dijo a los periodistas cubanos que se acercaron a Finca Vigía: "Me cayó el gordo de la literatura." Y a modo de expresar su sincero afecto por el pueblo que lo había acogido como a un igual, más adelante declaró: "Quiero donar la medalla de oro que me fue concedida cuando obtuve el Premio Nobel de Literatura, a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, que lo es también de los pescadores, para que la joya quede en poder del pueblo cubano que tanto amo…"

Con anterioridad, el 26 de mayo de 1950, un disparo de cañón había inaugurado la primera competencia por el Trofeo Hemingway. Ese día zarparon del Club Náutico Internacional de La Habana unas 30 embarcaciones y, cosas del azar, tras largas y fatigosas jornadas de curricaneo, el principal patrocinador del evento… se fue de "capotazo", o sea, que los peces de pico ignoraron irreverentemente sus carnadas.

La honrilla familiar quedaría salvada gracias a la oportuna intervención de la cuarta señora de Hemingway, Mary Welsh, quien se alzó con la mayor aguja del certamen, un ejemplar de cien libras.

Diez años después, el insigne escritor y el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, coincidieron por única vez en la lid correspondiente a 1960. En los tres días de acciones, Fidel anzueló cinco piezas, suficientes para dos segundos lugares y el Trofeo Hemingway de máximo acumulador, con 286,68 puntos. Los testimonios gráficos recogen a un sonriente Hemingway y a un no menos sonriente ganador absoluto del evento, en animada plática.

La presencia de este hombre, "un cubano sato", como se calificó de manera sorpresiva a una televisora local en 1954, no ha podido menos que dejar una huella imperecedera en la Isla.

Y un dato poco conocido refleja la seriedad prestada por Hemingway a la corriente del Golfo: En agosto de 1934, el entonces director de la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia, Charles Cadwalader, en unión del ictiólogo Henry W. Fowler, lo acompañaron en un periplo científico por el área, que les reportó información de primera mano para revisar la clasificación de las agujas del Atlántico Norte.

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Fuente: EXCLUSIVO, 05/09/07