Fuente: Hoy, Quito
Ecuador - El atun, el TLC y la exportacion de empleos
domingo 24 de julio de 2005
Aunque los jefes negociadores de Colombia y el Perú, Hernando José Gómez y Pablo de la Flor, respectivamente, han coincidido en señalar que los EEUU llegaron con una actitud más abierta y positiva a la undécima ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC), que tiene lugar esta semana en Miami, el debate de la liberación del comercio para el atún enlatado, que es vital para el Ecuador, sigue trabado.
Los EEUU le han propuesto al Ecuador una reducción paulatina de los impuestos a la entrada del atún a su mercado, pero no quieren ceder frente a la petición ecuatoriana para que esta rebaja de aranceles cubra no solamente al pescado capturado por barcos nacionales, sino a todo el atún que se procese y se enlate en este país, sin importar la procedencia de la embarcación que lo pescó.
Se calcula que la mitad del atún enlatado en el Ecuador es capturado por barcos de bandera extranjera, de ahí la importancia de que los EEUU cedan en este tema, que se negocia en la mesa de acceso a mercados.
La posición estadounidense se entiende porque la apertura al atún ecuatoriano, uno de los productos estrella de nuestra pauta de exportaciones, supondría, según ellos, la pérdida de cientos de empleos en su propia industria atunera, que no es tan competitiva, por un tema de costos y de calidad, como la del Ecuador.
En el medio de las discusiones hay un mercado de $120 millones anuales que no es mucho para los EEUU, un país cuyo PIB está en el orden de los $3 trillones, pero que, para el Ecuador, representa la posibilidad de consolidar una de sus principales industrias.
Lo que los negociadores de los EEUU ven en el horizonte no es el tamaño del mercado sino una posible reacción de los sindicatos, como el poderoso AFL-CIO, que han criticado duramente los tratados de integración comercial que su país ha firmado o negocia porque temen la pérdida de empleos en favor de otras naciones más pobres en donde los salarios son más bajos.
En los últimos años los EEUU han visto cómo miles de empleos, especialmente en el sector de servicios, se trasladan a México, Asia o África.
No es raro, por ejemplo, que las llamadas a los call centers o los números de atención al cliente hechas en los EEUU por los consumidores estadounidenses sean contestadas en perfecto inglés en alguna nación africana por empleados que cobran una tercera parte de lo que cobraría una operadora estadounidense. Este fenómeno es conocido como outsourcing y tiene preocupados especialmente a los legisladores demócratas, por su tradición de apoyo a los trabajadores y los sindicatos.
El miedo al outsourcing ha sido uno de los principales argumentos de la oposición a la firma del TLC con Centroamérica o Cafta, cuya aprobación está siendo analizada por la Cámara de Representantes de los EEUU tras haber sido recientemente ratificado por el Senado.
Al otro lado del Río Grande, en cambio, el outsourcing es visto como una oportunidad única para reducir los inflexibles índices de desempleo en naciones que buscan el libre comercio, precisamente, con el argumento de que es la mejor manera de dar esperanzas de ocupación y de mejores salarios para su población.




