
Fuente: El Comercio, Quito
Ecuador - El camaron sale de las costas
jueves 10 de octubre de 2002
Guayas
Redacción Guayaquil.
La caída de la rentabilidad en la zona marítima de la provincia ha dado impulso a la cría del crustáceo en cautiverio, tierras adentro. Hacia allá se han dirigido las nuevas escasas inversiones.
Únicamente el sobrevuelo de las garzas rompe el silencio sobre las tradicionales camaroneras de Guayas.
No hay más el ir y venir de trabajadores, biólogos y suministradores de equipos y balanceado, en las piscinas próximas a la Costa. En las zonas con influencia del mar o el estero, la mancha blanca no da tregua. Por eso, de las 110 000 hectáreas, unas 80 000 dejaron de producir en la provincia.
Quienes siguen produciendo, tienen el capital para enfrentar más pérdidas u optaron por las alianzas para bajar los costos.
Las restantes no operan, lo hacen esporádicamente o dos veces al año durante el invierno. Las 72 hectáreas de la camaronera Acuamaster, en el Golfo, de Fernando Huerta, ya no producen. Le es lejano el tiempo en que obtenía 450 000 libras al año. De sus 36 empleados conserva dos. "No para producir sino para cuidado y evitar el robo de maquinaria".
Su experiencia es común en el sector. La escasa inyección de dinero en la industria buscó refugio tierra adentro, bajo dos nuevos sistemas de producción, el intensivo o "Inland" y el invernadero. Ambos se utilizan en ocho sectores de la provincia: Santa Lucía, Palestina, Nobol, El Empalme, Salitre, Taura, Daule y Balzar.
La razón es que la mancha blanca prolifera en el frío y son vectores de transmisión organismos marinos y el agua.
Tierra adentro, la ausencia de brisa marina aumenta la temperatura del ambiente y otorga el clima propicio para la producción en cautiverio.
Algo similar se da en los invernaderos, que crean un microlima aéreo con temperaturas de entre 33 y 50 grados centígrados. El reducido tamaño de las piscinas, la utilización de agua de pozo y aereadores, son otros beneficios.
Óscar Mogia, dueño de 12 hectáreas, en el recinto El Mangle, vía Nobol-Santa Lucía, lo entendió así. Sus piscinas tienen en promedio una hectárea y observa las características mencionadas. Las piscinas antiguas tenían extensiones promedio de 10 y 15 hectáreas, cada una.
Su experiencia provino de los buenos resultados obtenidos por Huerta en la camaronera Sofía, atrás del cantón Nobol, luego de su percance en el Golfo.
Hace dos años saca 12 000 libras por hectárea en promedio. Bajo el sistema tradicional conseguiría 1 000. Tiene piscinas de
0,5 y 0,8 hectáreas.
Vladimir Cindrich intenta replicar estos resultados en Engunga, a 80 km de Guayaquil. Su sistema escogido es el invernadero, con techado y plástico en el suelo de la piscina. Con el sistema, a decir de Roberto Boloña, vicepresidente de la Cámara de Acuacultura "se consiguen hasta 20 000 libras por cada hectárea".
Su instalación fue tardía y es incipiente, solo hay 70 hectáreas en el país, pero que por su rendimiento equivalen a 2 000 hectáreas tradicionales. Luis Villacís, de empacadora Calvi, cree que pese a que el sistema es costoso, en Guayas no queda otra alternativa.
La caída del sector
La debacle . De acuerdo a la Cámara de Acuacultura, unas 80 000 hectáreas, más de 200 laboratorios, 15 plantas de balanceado y más de 50 industrias empacadoras han quedado paralizadas.
Las consecuencias . La presencia del virus de la mancha blanca, los bajos precios y el aumento de los costos de producción dejaron 2 000 millones de dólares de pérdidas en los últimos tres años.
Las nuevas inversiones . Los sistemas Inland e invernadero cuestan entre 15 000 y 20 000 dólares la hectárea.
Las expectativas . Los camaroneros renovados o nuevos estiman que este año se exportarán entre 250 y 280 millones de dólares.