Fuente: El Comercio, Quito
Ecuador - El coyotaje rinde USD 60 millones cada anho
lunes 5 de septiembre de 2005
Jean Paúl Cano, redactor
El corpulento hombre serrano es un testigo de excepción. Eduardo C. (nombre protegido por seguridad) observó entre mayo y junio cómo grupos de 80 a 100 personas eran acomodados, seis veces por mes, en grandes camiones Scania.
Horas antes, la gente abandonó varios hoteles cerca a la terminal de buses de Santo Domingo de los Colorados.
Los emigrantes eran conducidos por varios miembros de una banda de coyotes, que tenían contactos con los dueños de los hoteles y transportistas. Su misión era llevar a los viajeros hasta las playas y embarcarlos en lanchas que salieron desde el norte de Manabí y el sur de Esmeraldas a los barcos pesqueros, a varias millas de la Costa, en el inicio de su ruta a Centroamérica.
Para esta operación clandestina de tráfico de emigrantes, “los coyotes fueron cubiertos por una red de informantes y por policías que les brindaron seguridad en el trayecto hacia las playas”, denunció Eduardo.
Según el testigo, quien dialogó con este Diario, en Santo Domingo algunos de los policías cobran 10 000 dólares por dar seguridad en el trayecto hacia la Costa, y 50 dólares adicionales por cada persona que quiere viajar. Los coyotes reciben hasta 15 000 dólares por cada viajero, para realizar travesías ilegales por vía marítima o terrestre a EE.UU.
En cada viaje de una embarcación con 100 emigrantes los coyotes reciben alrededor de un millón de dólares. Inteligencia señala que los coyotes usan poco dinero para cubrir los gastos de transporte, alimentación, seguridad, documentos de identidad y alojamiento en Ecuador, Guatemala, México y Estados Unidos.
La mafia se moderniza
Las redes delictivas, según informes oficiales, son lideradas por familias enteras del Austro y tienen un grupo bien estructurado para concretar el traslado. Al llegar a una ciudad de paso, como Santo Domingo de los Colorados, el coyote ya ha acumulado buena parte del dinero que pagan los viajeros.
Varios de los traficantes han logrado sofisticar su negocio. Contratan reclutadores o enganchadores, especialmente en Azuay, Cañar y Chimborazo, que tienen tarjetas de presentación y pautan publicidad en medios de comunicación para seducir a los viajeros. “Viaje seguro y más barato con José V., no se deje estafar por secretarios mañosos, venga usted personalmente y hable con él”, decía una de las tarjetas que portaba un delincuente detenido por la Policía.
El enganchador solo trata con la persona interesada en viajar. El aventurero debe ir solo a la entrevista. En la cita, según su situación económica, le ofrecen tres mecanismos para el pago de la travesía, que puede durar dos semanas en las condiciones más adversas.
El primero es la cancelación total del dinero. El segundo es el pago de cuotas, según avanza el recorrido hacia el norte: uno al llegar a Guatemala, otro en Los Ángeles, EE.UU., y el resto se cancela con letras de cambio a altos intereses. Un primer pago en el país puede asegurarle al emigrante hasta tres intentos, si es deportado antes de llegar a EE.UU.
Y la tercera forma de pago es la hipoteca de bienes o la entrega de propiedades -terrenos, fincas o vehículos- para conseguir dinero prestado con altos intereses a los mismos reclutadores o a ‘chulqueros’ que trabajan con ellos. En este último mecanismo, los enganchadores visitan las propiedades y revisan los vehículos para fijar el valor comercial.
Al acordar el pago, el viaje es cuestión de tiempo. La travesía puede empezar al día siguiente o en las próximas dos semanas. Una llamada del coyote es el campanazo para que el viajero abandone su casa e inicie la travesía.
Los compatriotas viajan en buses de cooperativas de transporte interprovincial, que también tienen acuerdos con los traficantes. Los buses parten desde Cuenca o Azogues, pasan por Guayaquil a Manta, o por la sierra a Santo Domingo de los Colorados, bordeando Riobamba.
En las ciudades de paso, donde permanecen dos o tres días hasta que esté lista la nave que los llevará a Centroamérica, se alojan en los hoteles o en las casas de los mismos coyotes, donde permanecen cautivos en las habitaciones.
Eduardo observó eso en Santo Domingo de los Colorados. Cuando los hostales de esa ciudad estaban llenos, los ayudantes de los coyotes llevaban a los emigrantes a los hostales de La Concordia y Patricia Pilar, en los límites provinciales.
Desde estos puntos se trasladaban a la Costa. En los puertos o playas el coyote cuenta con armadores aliados, que buscan embarcaciones para comprarlas o rentarlas y realizar el arriesgado viaje de ocho días a Guatemala.
Los traficantes aprovechan la poca vigilancia de la Policía en toda la ruta 15, que atraviesa decenas de poblados costaneros, para llevar centenares de personas en los vehículos pesados.
En mayo y junio, Eduardo conversó con varios de los emigrantes que viajaron.
En su denuncia, que ya es indagada por los organismos de control, dice que se comunicó con las familias de algunos de ellos para confirmarles de su salida y de su buen estado de salud.
El jueves a la madrugada Eduardo fue sacado del país por seguridad, pues recibió varias amenazas de muerte. Durante los últimos días una organización de derechos humanos le dio seguridad y lo alojó en hoteles de Quito.
7 599 rescatados:
Propuesta policial
El director de Migración, general Edmundo Ruiz, dice que es necesario un endurecimiento de las sanciones a los coyotes y a sus ayudantes. Propone que los bienes de los coyoteros sean decomisados para su venta y que con ese dinero se fortalezca la lucha al contrabando de personas. Otro sector de la Policía sugiere que los bienes de los coyotes se vendan para indemnizar a las familias de las 104 víctimas del naufragio de agosto.
56 barcos capturados
De enero del 2000 a julio del 2005, la Dirección de la Marina Mercante rescató a 7 599 emigrantes que viajaban en barcos pesqueros. En el 2000 fueron capturados cinco barcos con pasajeros; en el 2001 sumaron ocho; en el 2002, once; en el 2003, ocho; el año pasado 19, y este año cinco.
La salida por el mar
La Marina y la Policía saben que los coyotes utilizan las playas cercanas de Manta (Jaramijó, Pedernales, Jama, San Vicente, Bahía de Caráquez y
Canoas) y las del sur de Esmeraldas para transportar a los emigrantes hasta alta mar. Lo hacen por la noche, en lanchas pequeñas con motor fuera de borda que llegan hasta el barco pesquero a varias millas de la Costa.




