Fuente: El Universo, Guayaquil
Ecuador - Galapagos y la pesca artesanal
lunes 3 de enero de 2005
Herbert Frei Pérez | Nuestro invitado
En el año 1995 existían unas 140 embarcaciones para alrededor de 380 pescadores registrados. Hasta ahí había todavía armonía social y sustentabilidad con los recursos marinos. Estos, a pesar del duro y riesgoso trabajo en la pesca, vivían bien y en paz con los ingresos producidos por la captura del bacalao para hacer el seco salado que se usa para la fanesca. El bacalao es capturado con un arte de pesca manual y selectivo llamado "empate". La otra pesca era la de la langosta, en la que ya se evidenciaba un agotamiento de este recurso por el acelerado aumento de las capturas, ya que en el Ecuador continental este recurso se lo había diezmado por la falta de políticas de manejo y control. Se tuvo que imponer una veda continental por siete años que nunca se cumplió, basta con ver las escasas y carísimas mini-baby-langostas que se ofrecen en nuestros restaurantes y mercados. Este recurso ya se extinguió comercialmente y su ciclo de reproducción se interrumpió para siempre, es cuestión de pocos años más para su completa extinción biológica.
La entrada de las nuevas pesquerías del pepino de mar y la pesca ilegal de aletas de tiburón cambiaron totalmente, para mal, el ambiente social, ecológico y de gobernabilidad de las islas. La apertura legal para la pesca del tiburón se pudo todavía llegar a frenar, en virtud de un consenso civilizado en ese entonces entre el sector pesquero artesanal y el sector turístico de las islas, en vista que este recurso es el principal atractivo turístico para el buceo ecológico. Hoy los tiburones de Galápagos atraen a más de 8.000 turistas-buzos internacionales que dejan en el país unos $ 25 millones al año en ingresos turísticos; esto es sin siquiera tocarlos, ya que solo se les toma fotos como a los leones en un safari africano. Para los $ 1,5 millones que Ecuador exporta anualmente en aletas, se requiere matar y mutilar a unos 200.000 tiburones. Igual historia tenemos con el pepino de mar, al extinguirse comercialmente en el continente, esta pesquería se trasladó a Galápagos con cientos de pescadores peninsulares y manabitas.
Mientras se congeló por ley hace diez años el otorgar nuevos permisos turísticos (hay alrededor de 80 naves en operación), hoy tenemos inexplicablemente más de 450 permisos (¿legales?) de botes, fibras y pangas para más de 1.000 pescadores. Como ya nos les alcanzan los recursos disponibles, estos desean ahora capturar erizos e introducir la pesca de altura con palangres semiindustriales (long-lines) para capturar tiburones, so pretexto de pescar tunidos migratorios. Debido a esto, la tensión social está hoy al rojo vivo; los políticos locales enfrentan entre sí a los pescadores, la población, al sector turístico y ecológico que defienden la conservación. Entre paros violentos, la ignorancia crónica sobre la compleja temática de Galápagos y las decisiones políticas de manejo tomadas bajo amenazas por parte de las cambiantes autoridades, el fracaso del modelo participativo y la mentalidad de que el Estado tiene que "garantizar"
fuentes de trabajo, así sea destruyendo para siempre estos recursos naturales, nuestras islas se debaten entre la vida y la muerte. Parece que Galápagos es ahora patrimonio de unos cuantos "entontecidos por el dinero" y no de 12 millones de ecuatorianos o de la humanidad que quieren conservar las islas para las próximas generaciones.
*Empresario turístico.




