Fuente: La Voz de Galicia, Vigo

España - El Capitan Canada

jueves 17 de enero de 2002

RIAN Tobin sorprendió hasta al primer ministro con su renuncia a la cartera
de Industria que el jefe del Ejecutivo, Jean Chrétien, le había puesto en la
mano hace casi dos años. Puede que el nombre no diga nada a los industriales
españoles. Pero sí dice, y mucho, a los pescadores gallegos.
En la Galicia marinera, Brian Tobin, ex-ministro de Pesca, sigue siendo el
Capitán Canadá, ese héroe que levantó a sus huestes contra los piratas de
los océanos, unos saqueadores que llegaban en enormes barcos y redes
minúsculas para quitar pan y peces a los pescadores canadienses. Unos
corsarios que blandían bandera española o lusa.
Una magistral operación publicitaria, casi circense, permitió a Tobin
concentrar la atención de Canadá, primero, y de la opinión pública
internacional, después, con una película en que la que los malos eran los
pescadores gallegos, a los que describía, para pantallas y rotativas del
planeta, poco menos que como seres con parche en el ojo y pata de palo.
Esas «acrobacias publicitarias» -en boca del entonces embajador español en
Canadá, José Luis Pardos- calaron, y muy hondo, en la ciudadanía, avivando
un fervor patriótico que derivó en una intensa fobia anti-española. Con la
inquina ya germinada, le fue fácil desviar la atención sobre su nefasta
gestión de los recursos dentro de las 200 millas y descargar sobre los
españoles toda la responsabilidad con una teoría de científico aficionado:
la actividad de gallegos y portugueses no permitía que los peces entrasen en
sus aguas jurisdiccionales. Año y medio después, los verdaderos expertos
desmontarían su tesis.
Pero el mal ya estaba hecho. A ojos del mundo, los pescadores gallegos eran
furiosos depredadores. Tobin ya había exhibido al globo entero su trofeo: el
Estai, al que apresó más allá de su zona económica exclusiva. Su estrategia
fue mucho más allá. El Capitán Canadá no dudó en viajar hasta Nueva York,
con la red que supuestamente usaba el pesquero vigués a cuestas, para
mostrarla a flashes y focos de agencias de noticias de todo el mundo. Aún
más, el aparejo ocupó un lugar privilegiado en la Feria Central de Canadá,
para que ninguno de los 600.000 pares de ojos que cada año la visitan se
perdieran el espectáculo. Una ardua actividad diplomática logró acabar con
el Showbin -Pardos dixit- de Tobin.
La pericia mediática del doble ex-ministro no sólo quedó patente en el plano
pesquero. Las tácticas que utilizó para generar un sentimiento patriótico
contra los marineros españoles también las aplicó dentro de su país en un
intento de frenar las ansias independentistas de Quebec. Y lo logró.
Por eso, y por su ambición desmedida, ni los propios canadienses creen que
su adiós político sea definitivo.