Fuente: La Voz de Galicia, Vigo
España - Feria Mundial de la Pesca: Detectan 15 caladeros profundos con especies comerciales en el Atlantico
viernes 19 de septiembre de 2003
Investigadores, Estados y empresas asumen la necesidad de regular estas pesquerías de forma sostenible
La FAO revela que ya se pescan 5.000 toneladas, la mayoría de forma ilegal.
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El océano es una despensa alimenticia limitada, pero aún quedan algunas pequeñas despensas sin explotar comercialmente a partir de 500 metros, el umbral que los investigadores consideran como primera definición de la pesquería de profundidad. Sólo en el oceáno Atlántico, las prospecciones realizadas por buques oceanográficos de los organismos internacionales han detectado al menos quince caladeros con un total de diez especies marinas, casi todas ya conocidas en otras áreas del planeta e interesantes comercialmente. Es probable que en el Pacífico y en el Índico haya otras pesquerías desconocidas que pueden servir, según sugieren los científicos, de complemento al resto de las actuales reservas de peces del planeta. Más de la mitad de estos bancos tradicionales, según la FAO, organismo de Naciones Unidas, están sobreexplotados.
Grandes beneficios
Más de un centenar de científicos, representantes de la Administración y de la industria de 37 países avanzan desde ayer en Oia, y dentro de las actividades paralelas a la Feria Mundial de la Pesca 2003, sobre la necesidad de regular estos bancos pesqueros, que, por falta de ordenación, se han convertido en áreas de piratería fácil, ya que los buques ilegales pueden localizar sin control policial especies de gran valor comercial, como el granadero y la gallineta, y venderlos con pingües beneficios.
La FAO ha evaluado en cerca de 5.000 las toneladas capturadas (en los años 60 apenas eran unas 800 toneladas) gracias a que la tecnología a bordo de los pesqueros permite esto y mucho más. La alegalidad en estos caladeros internacionales a gran profundidad es, precisamente, uno de los factores que genera el clima de temor que reina entre los expertos, que prefieren estipular un convenio regulador para estos caladeros antes de que se conviertan en tierra de nadie. De ahí a que las irregularidades campen masivamente a sus anchas, tal y como ocurre en otras zonas del planeta, hay apenas un paso.
Complemento
De la reunión de Oia se han extraído dos planteamientos fundamentales:
primero, que los sectores implicados están de acuerdo en que son reservas de especies que es preciso explorar, regular y explotar de forma sostenible para aliviar la presión que la flota industrial mundial ya ejerce sobre otros caladeros; y segundo, que hay que hacerlo con cordura (un principio en vigor desde 1991), y que nunca serán la alternativa, sino un complemento.
El propio Manuel Fraga reclamaba el concepto de regulación rentable en su discurso de inauguración de las sesiones de trabajo, que hoy se clausuran.
Se espera que las conclusiones contengan un dictamen para que Naciones Unidas inicie un proceso de regulación. Quienes han abierto la puerta a que se regulen estas pesquerías son, en cierto modo, los biólogos marinos. Pero piden a cambio que se tenga en cuenta la vulnerabilidad de estos ecosistemas casi vírgenes, ya que la mayoría de estas especies son de vida longeva y con escasa multiplicación. La entrada hostil en estas zonas podría provocar un colapso en poco tiempo y, por ende, la quiebra de las perspectivas económicas y alimentarias.
Por otro lado, desde un punto de vista político jurisdiccional es preciso tener en cuenta que quienes tienen la tecnología y el dinero para invertir en estas pesquerías profundas son los Estados más industrializados, básicamente de Europa, Asia y América del Norte, mientras que los países en vías de desarrollo reclaman a Naciones Unidas acceso a estas aguas, algunas de ellas incluso dentro de su soberanía. De nuevo, la ONU deberá resolver el debate entre ricos y pobres.




