
Fuente: La Opinion, La Corunha
España - La hora decisiva de la pesca
lunes 22 de junio de 2009
La reforma de la política pesquera de la Unión Europea, que entrará en vigor en 2012, deberá poner fin a la sobrepesca desenfrenada, una tarea difícil ya que supondrá modificar un sector, el pesquero, que se ha ido manteniendo a golpe de subvenciones. La producción industrial de harinas y aceites de pescado es, quizás, uno de los ámbitos que fomentan en mayor medida la sostenibilidad y, por ello, resulta inevitable pensar en qué medida incide en la sobrepesca. Si la mayor parte de la producción de harina de pescado se destina a la acuicultura y ésta crece sin cesar en todo el mundo, ¿qué futuro aguarda a las pesquerías?
ANTÓN LUACES | A CORUÑA El año 2012 será, se dice, el año de la verdad en la pesca en la Unión Europea. Cuando menos, un primer paso que dará continuidad a cuanto se ha venido dando a conocer hasta ahora merced al Libro Verde con el la Comisión Europea sienta las bases de la Reforma de la Política Pesquera, que entrará en vigor el citado 2012. Será, teóricamente, cuando se ponga fin a la sobrepesca desenfrenada, cuestión hartamente difícil porque va a significar una reconversión profunda de un sector que se ha ido haciendo a golpe de talonario, en base a subsidios y en el mantenimiento de ayudas de todo tipo sin las cuales la UE no tendría flota pesquera y 500 millones de consumidores europeos se suministrarían absolutamente de lo que pudieran pescar los marineros de los países terceros.
De la importancia que la pesca tiene para España y, particularmente, para Galicia, hablan las cifras que baraja la Unión Europea. Por número de trabajadores, España es el primer país comunitario, con más de 83.000 empleos directos. Francia, con casi 68.000 puestos de trabajo, es el segundo. Pero con tan sólo 14.000 trabajadores en la Pesca, Dinamarca es el país que realiza el mayor número de capturas: el 16,34% del total de las que efectúan los Estados Miembros. España es el segundo país, con el 13,38%, seguido del Reino Unido (11,59%) y Francia (10,97%).
¿Qué hace Dinamarca, que no es uno de los países más consumidores de pescado de la Unión Europea, con sus capturas? Exportar y fabricar harina y aceite de pescado con especies marinas no comerciales (tal vez sí en otros países, como puede ser la faneca y el espadín) y no pequeños pelágicos que son considerados básicos en la industria que elabora esos productos en países como España o los estados hispanoamericanos.
Los pesqueros daneses realizan más del 69% de las capturas totales de pescado destinado a la alimentación animal en todos los Estados Miembros comunitarios (el dato fue facilitado en una reunión de la Comisión de Pesca del Parlamento Europeo el pasado 16 de marzo). Los pescadores de Dinamarca son, por tanto, los mayores proveedores europeos de pescado destinado a la fabricación de productos como la harina y el aceite de pescado. La suya es una producción relativamente sostenida en los últimos 20 años. Sin embargo, según el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM), la pesca industrial danesa se mantiene en límites biológicos seguros, apreciación que ratifica el mismo Parlamento Europeo. Y ello se debe, según el profesor Frid, de la Universidad de Newcastle, a que Dinamarca realiza menos capturas accesorias que las observadas en otras pesquerías.
El periodista danés Claus Jacobsen, en un polémico informe, sostiene que el volumen de pescado destinado a la industria de harinas desembarcado en Dinamarca por buques de esas nacionalidad ascendió a unas 690.000 toneladas en 2003, lo cual representa un valor de 78 millones de euros y supone alrededor del 20% del valor total de los desembarques de pescado en Dinamarca. Los de pescado comestible fueron en el mismo período de unas 340.000 toneladas, por un valor de 269 millones de euros, lo que representa el 80% del valor total de los desembarques daneses del citado año 2003.
La especie más importante para los pescadores industriales de Dinamarca es el lanzón, pero mantienen también como fundamentales el espadín y la faneca noruega. Estas tres especies representan casi el 90% de los desembarques totales de pescado no destinado al consumo humano, no tienen valor comercial como especie comestible y, a lo que parece, el stock no se resiente a pesar de ser objetivo.
Si bien Dinamarca y Noruega han establecido un sistema de muestreo que permite evaluar la composición de los desembarques de sus respectivas flotas industriales, la verdad es que, como la mayoría de sus homónimas, el país danés desembarca sus capturas sin clasificarlas, y los científicos no disponen de datos fiables para analizar ese fenómeno en su justa medida, con la excepción de las realizadas en el Mar del Norte.
De cualquier manera, la pesca industrial -como cualquiera- no captura sólo la especie objetivo, sino que, en sus lances, hay una cantidad más o menos importante de especies destinadas, en principio, al consumo humano y que son tratadas para su aprovechamiento como harina y aceite de pescado. Además, esas especies objetivo son, por su tamaño, elementos básicos en la dieta de otros peces (cadena trófica) y aves marinas.
Los pescadores británicos mantienen una férrea oposición a la pesca industrial para fabricación de harinas en el mar del Norte. Tras la propuesta de su Gobierno de reducir un 13% más las capturas de peces blancos y paralizar la tercera parte del 87% restante, las quejas del sector se dirigieron una vez más a las flotas industriales. Cerca de la mitad de las capturas británicas de esta flota se desembarcan en las islas Shetland. Allí está instalada una de las dos fábricas de harina de pescado (la otra está ubicada en Aberdeen).
La demanda de productos de la pesca industrial británica supera en mucho la oferta de la industria local. Sólo la acuicultura precisa de 110.000 toneladas de harina de pescado y 35.000 toneladas de aceite de pescado al año.
En España, las empresas de harinas y aceites de pescado se aglutinan en torno al cluster de la industria conservera y transformadora de productos de la mar, y mantiene una importante relación con la industria conservera de pescados y mariscos por cuanto las de harina y aceites presentan la peculiaridad -según un informe de la Asociación Nacional de Fabricantes de Harinas y Aceites de Pescado (Anfaphes)- de que únicamente elabora su producto final sobre la base de los subproductos de la industria conservera y otras industrias transformadoras de productos de la mar, sin recurrir a la pesca industrial para abastecerse de materia prima (el sector pesquero se queja, no obstante, de que vende incluso merluza para las plantas de procesado de harinas y aceites, debido a su baja cotización en lonja).
Anfaphes hace hincapié en que la suya es una industria "que fomenta la sostenibilidad del recurso, al aprovechar y valorizar los subproductos derivados de los procesos de fabricación de la industria transformadora y conservera de productos de la mar, los cuales carecen de valor añadido comercial sin el tratamiento industrial que aporta la industrias de harina y aceites de pescado".
Estas plantas cierran el ciclo productivo. Galicia lidera la producción nacional de harina y aceite de pescado con cuatro instalaciones de este tipo ubicadas en Ribeira (Conresa), A Coruña (Ártabra) y en Vigo (Aucosa).
Datos referidos al año 2008 señalan que la comunidad gallega dispone de 67 empresas conserveras operativas que generan 11.950 empleos directos y otros 2 o 3 inducidos, con un valor de producción estimado en 1.091 millones de euros y 298.755 toneladas.
Galicia dispone, por tanto, de 4 de las 8 factorías (50%) de harina y aceites de pescado que existen en España. Estas cuatro plantas procesan 110.000 toneladas de subproductos (España 160.000 toneladas), por lo que Galicia produce el 69,75% del total nacional). De las 45.000 toneladas de harina de pescado elaboradas en España, 30.000 se producen en Galicia (66,67%), y de las 8.000 toneladas de aceites de pescado elaboradas en España, 5.000 toneladas se registran en las plantas gallegas (62,50%). En base a esos datos, Galicia genera 80 puestos de trabajo (53,33%) de los 150 que la citada industria tiene en España.
Las harinas de pescado que producen la industria gallega y española tiene como destino los piensos que se usan en acuicultura y en los sectores de porcino, avicultura y animales de compañía. Los aceites son destinados a la industria farmacéutica, sector cosmético, industria química para el curtido del cuero, así como al uso industrial en la elaboración de masillas, lubricantes, etc. El 70% se destina al mercado nacional.
Pero, ¿cómo está incidiendo en la sobrepesca la necesidad de la industria harinera y aceitera de pescado mundial? La discusión está abierta, máxime cuando se debate también en torno a la repercusión que puede tener en el sector pesquero la producción de biodiesel de pescado.
Si la mayor parte de la producción de harina de pescado va a la acuicultura y esta crece de forma evidente en muchos países del mundo lo que hace que la demanda de piensos se incremente, a la vez que aumenta el consumo de peces en la alimentación humana y se realizan pruebas satisfactorias con el biodiesel de pescado, ¿qué futuro aguarda a las pesquerías?
Perú, con 110 plantas procesadoras, es el primer país productos del mundo de harina y aceites de pescado. Le siguen Chile, Islandia, Islas Feroe, etc. Si continúan las restricciones a la pesca en la mar, tampoco resulta fácil vislumbrar el futuro de esta industria, cuya base son los peces con carne rica en grasas y de talla pequeña que forman grandes cardúmenes que aparecen en determinados lugares y épocas del año, y que se prestan a una captura rápida y barata en gran volumen, con redes de gran rendimiento como el cerco.
El aceite y la harina de pescado pasa por distintos procesos. Esencialmente, el calor -que coagula las proteínas, rompe la cadena de ácidos grasos y separa el agua fisiológicamente-, el prensado -que elimina gran parte de los líquidos de la masa-, la desecación -suprime la cantidad adecuada de agua de la materia húmeda y forma la denominada torta prensada con la adición de un concentrado- y la molturación de la materia seca hasta darle la forma granulada conveniente con la que se presenta en el mercado.
El producto que se obtiene posee un gran contenido en nitrógeno y fósforo. Es, por esto, extremadamente útil para la alimentación del ganado y las aves.
La tonelada de harina de desechos de atún con 60% de proteínas se cotiza en el mercado mundial en 700 dólares. La de pescado entero alcanza el precio de 1.200 dólares debido a que posee un 67% de proteínas. La producción se vende especialmente a Japón y China, además de a países latinoamericanos como Colombia, Ecuador, etc.
Los aceites se utilizan, entre otras, en la industria de la margarina, grasas de pastelería y aceites comestibles, elaboración de barnices y aceites secantes, en ácidos grasos en farmacia y medicina y con fines de investigación científica.
Del pescado se obtienen también colas y gelatinas -por el tratamiento de huesos, espinas, tejidos conjuntivos y pieles (sustancia colágena)- y de las pieles -del tiburón, por ejemplo- se fabrican zapatos, carteras, cinturones y guantes para jugar al golf.
Se aprovecha del pescado (para alimentación) aproximadamente el 60% de su peso. Habitualmente no se utilizan cabezas, esqueletos, vísceras, escamas y aletas. Toda esta masa es desaprovechada porque no todo el mundo adquiere la carne fileteada. Esto hace que los desperdicios se dispersen.
Para engordar un kilo de pescado se necesita un kilo de pienso. En Perú, con 2,5 toneladas de anchoveta, que tienen un valor aproximado de 500 dólares, se obtiene 1 tonelada de trucha que cuesta 5.000. ¿Va a ser rentable en un futuro próximo la producción industrial de harina y aceites de pescado dadas las restricciones de las cuotas?