Fuente: El Comercio, Lima

Peru - Las islas Pachacámac pueden ser parte del ecoturismo en el sur de la ciudad

Fabiola Torres López

lunes 12 de febrero de 2007

GRAN POTENCIAL. Las islas Pachacámac o Cavillaca se ubican a solo dos kilómetros de la costa, frente a las playas de Lurín y Punta Hermosa. Su potencial turístico es indudable, pero requiere de un manejo adecuado y responsable para un uso sostenible y de conservación de las especies marinas.

Desde la carretera Panamericana Sur, miles de limeños las divisan como la silueta de una descomunal ballena que emerge del mar. Sin embargo, pocos saben que esas islas, ubicadas a solo dos kilómetros de la costa, frente a playa San Pedro, poseen no solo una historia que se sustenta en un mito inca, sino que representan uno de los refugios más importantes de la fauna marina, en especial del amenazado pingüino de Humboldt.

Con las condiciones favorables del mar y el viento, un equipo periodístico de este Diario recorrió esta semana las islas Pachacámac o también llamadas Cavillaca, en una expedición del Grupo de Emprendimientos Ambientales (GEA ) y la Asociación de Pescadores Artesanales San Pedro de Punta Hermosa. El objetivo era evaluar su situación ambiental y su potencial turístico.

Aquella mañana, a mitad del recorrido en tres botes desde la caleta de la playa El Silencio, tímidos pingüinos de Humboldt, sumergidos en un mar quieto, nos dieron la primera señal de su importante presencia en las islas. El Instituto Nacional de Recursos Naturales (Inrena) contabilizó en su censo del año pasado 3.490 pingüinos de Humboldt en 21 localidades de nuestro litoral y 300 de ellos se encuentran en las islas de Pachacámac, una de las colonias más importantes luego de Punta San Juan y San Juanito en Marcona (Ica). Esa especie, pese a la presión de la pesca indiscriminada , ha crecido hasta en 40% en los últimos cuatro años.

Mientras los botes fueron rodeando las islas, acompañados por juguetonas bandadas de guanayes, gaviotas y zarcillos, apareció ante nuestros ojos una maravillosa escena que reafirmó los alentadores indicadores del Inrena: como si se tratara de una catedral de pechitos blancos, cientos de pingüinos, algunos con sus crías, descansaban en una cueva que era iluminada por un haz de luz que ingresaba por una abertura natural.

ECOTURISMO E HISTORIA
La inclusión de las 34 islas y puntas guaneras en el Sistema Nacional de Areas Naturales Protegidas por el Estado (un proceso que se encuentra en marcha tras la promulgación de la Ley 28793 en junio pasado) da a nuestro país la oportunidad de establecer su uso sostenible y mejorar la conservación de esas reservas de fauna marina. Así, el desarrollo del ecoturismo en las islas se vislumbra como una gran alternativa.

Las islas de Pachacámac pueden incorporarse al circuito ecoturístico que tiene el valle de Lurín. Su vinculación con el Santuario de Pachacámac se evidencia desde las épocas prehispánicas a través del conocido mito de Cavillaca y Cuniraya. "Su rol en la creación de la fertilidad del valle, su ubicación estratégica y participación como un activo ambiental para Lima Metropolitana se suman a ello", señala Diego Guevara, coordinador de Gestión Territorial y Patrimonio del GEA.

En el mito aparecido en los escritos del siglo XVII del extirpador de idolatrías, Francisco de Ávila, las islas son la bella princesa Cavillaca y su hijo, quienes huyeron al mar cuando ella descubrió que había engendrado un bebe de un mendigo, que en realidad era el dios Cuniraya-Huiracocha. Él nunca pudo alcanzar a su amada para mostrarle su verdadera identidad.

Aunque según la leyenda se formaron dos islas, Pachacámac está formada por un número mayor. La principal, la isla Pachacámac, es la más grande. La segunda en dimensión es conocida como el islote San Francisco. En medio de ambas emerge el peñasco El Sauce. Hacia el norte de este conjunto se ubica La Viuda, un pequeño islote que aparece cuando el oleaje y la marea terminan por descubrirla. Hacia el sur se encuentran unos peñascos menores que salen a la superficie y que se los conoce como los farallones.

INTEGRAR LAS ISLAS
Junto a los pescadores artesanales de San Pedro de Punta Hermosa, el Grupo de Emprendimientos Ambientales plantea el desarrollo de un destino turístico marino-costero que promueva la valorización de la biodiversidad marina, la corresponsabilidad de las instituciones en su conservación y su articulación a los circuitos turísticos del valle de Lurín.

Los pescadores Román Ruiz y Agustín del Mar, participantes del proyecto, tienen la disposición de que los miembros de su asociación sean capacitados para el establecimiento de un servicio turístico. Además, la inversión en infraestructura básica es necesaria: la implementación de un embarcadero, la recuperación del muelle de la isla y la adquisición de embarcaciones idóneas para el servicio.

La bióloga Patricia Majluf, del consorcio Biomar, indica que todas esas posibilidades pueden discutirse dentro de un plan de manejo del uso sostenible de las islas y puntas, que será el segundo paso tras su inclusión dentro del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Actualmente, esta reserva es administrada por la empresa estatal de guano Pro Abonos, que ha puesto un guardián en la isla. Sin embargo, la biodiversidad marina en las islas Pachacámac --que contempla familias de lobos y nutrias marinas, aves guaneras, cuarenta tipos de peces y dieciocho de moluscos-- se ha conservado en parte a la presencia de la estación marina de la Facultad de Oceanografía e Ingeniería Pesquera de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Las constantes investigaciones de sus profesionales permiten seguir la evolución del ecosistema.

Ricardo Ghersi, responsable de la estación marina, afirma que el ecoturismo costero --siempre que sea de calidad y planificado-- puede no solo desarrollarse a nivel local, sino como una actividad que enganche a investigadores y turistas extranjeros interesados en conocer las profundidades submarinas de nuestro litoral, pero que actualmente no tienen una oferta responsable para hacerlo. La Universidad Federico Villarreal tiene interés en impulsar ello.

Hasta ahora, las islas Ballestas y Palomino son las únicas que desarrollan un ecoturismo formal. Solo en la primera, esta actividad contribuye con un monto anual promedio de siete a nueve millones de dólares a la economía de Pisco, según un estudio de Biomar. Una gestión responsable y regulada podría abrir el turismo en las islas Pachacámac, un paraíso natural que aún estando tan cerca de la ciudad es desconocido. El turismo no tendría que ser incompatible con la conservación.