Fuente: El Comercio, Lima
Peru - Un banco de conchas de abanico es causa de conflicto entre regiones
miércoles 19 de noviembre de 2003
DAVID HIDALGO Enviado especial
Desde la distancia parece un lagarto gigante que flota con la marea. Su silueta de reptil le da un aire tenebroso en la penumbra de la madrugada, a medida que las embarcaciones se acercan hasta allí desde el continente.
Lobos de Tierra sobrecoge.
Ciertos peñascos de la orilla de esta isla se perfilan como garras recogidas para un sorpresivo zarpazo, a la manera de un guardián al resguardo de un tesoro. Los pescadores que merodean en botes sus alrededores saben que ese tesoro existe. La concha de abanico es el oro de estos mares. Durante años la han recogido en baldes y cajas, han fundado pueblos y han montado flotas de pequeñas embarcaciones para extraerla desde puertos entre Piura y Lambayeque.
Son esas flotillas que deambulan cerca de la criatura las que libran ahora, tras años de convivencia pacífica, una sorda disputa por la riqueza de las profundidades. Alguien tendría que poner orden: una pugna territorial ha estallado en ultramar.
-Nunca antes tuvimos problemas con la isla, trabajábamos tranquilos, pero ahora la gente de Lambayeque se quiere apropiar de todo, se queja Claudio Collazos, pescador y dirigente de una asociación de extractores de mariscos de Sechura, Piura.
Los incidentes vienen de hace por lo menos un año. Los periódicos regionales han informado de incidentes con armas de fuego y peleas entre pescadores.
A mediados del 2002, un funcionario pesquero de Lambayeque denunció que una empresa extractora se había adueñado de la isla y que sus funcionarios espantaban a punta de pistola a los pescadores artesanales que llegaban a extraer sus cuotas de concha de abanico. Hace unos meses, un diario chiclayano denunció que pescadores de Piura hostigaban a sus pares sureños para que tampoco pudieran trabajar en la zona. Los choques no han llegado a mayores, pero el papeleo cruzado ha llegado a los presidentes de una y otra región. El pleito está en marea creciente.
-Al contrario, la guardia costera nos hostiga a pedido de la capitanía de Pimentel, señala Juan José Ruiz (27), un buzo que ha trabajado en la zona desde que era adolescente.
Meses atrás su padre fue detenido por la patrulla costera junto con otros cuarenta piuranos, entre buzos y tripulantes, por infringir una veda decretada en medio de esta pugna.
PELEA DE HERMANOS
Cuando fue a buscarlo, encontró que no estaba en la capitanía de Pimentel, sino en la comisaría, como un delincuente común. El maltrato agudizó la tensión de los pescadores piuranos que se sienten afectados por las autoridades lambayecanas. Los rastrillajes marítimos se han vuelto frecuentes.
Parachique es la caleta de pescadores más próxima a la isla desde territorio piurano. Es un pueblo modesto, aunque muchos pobladores han levantado sus casas de material noble. En los tiempos de esplendor -digamos un par de años atrás-, los buzos de la zona no trabajaban más de dos horas al día. Pero la tranquilidad se desbarató con las restricciones sanitarias impuestas por la Unión Europea, su principal mercado. Y aún así, era frecuente que sus botes se cruzaran con las embarcaciones llegadas desde San José y otras caletas de Lambayeque en los alrededores de Lobos de Tierra. Siempre hubo concha de abanico para todos.
-La pelea no es entre nosotros, pero algunas personas manipulan a nuestros compañeros del sur- dice Pedro Chunga, otro representante del gremio.
En octubre pasado, la embarcación Mi Merceditas, de la caleta lambayecana de San José, naufragó camino a la isla. Entre los tripulantes iba el piurano Luis Villegas. La gente de Parachique ayudó a que el dueño de la nave encontrara el cadáver y lo entregara a su familia. Dos semanas antes, una embarcación de la también sureña caleta de Santa Rosa había tenido una emergencia con un buzo que sufrió descompresión al salir mal de las aguas.
Los pescadores de Sechura se movilizaron para trasladarlo a Piura para un tratamiento especializado. La solidaridad del mar no conoce de límites territoriales, pero parece que empieza a hacer agua.
-No es posible que estemos enfrentados, somos hermanos directos. San José mismo es un pueblo fundado por sechuranos, refiere Chunga.
BOYAS FLAGRANTES
En un recodo al sureste de la isla hay un área demarcada con boyas que impiden el acceso de cualquier nave, mientras media docena de botes extrae su carga del día. Se supone que son embarcaciones de Lambayeque.
-Están demarcando una parte del banco natural de conchas, eso está prohibido explica el ingeniero Miguel Huiman, asesor técnico del gremio de marisqueros piuranos.
Ninguna nave de Parachique se atreve a cruzar las boyas. Prefieren evitar los enfrentamientos. El experimentado Juan Antonio Ramón Baltazar, cuyos 25 años como buzo lo califican como lobo de mar, dice que la pelea es absurda porque el fondo del mar alberga una riqueza incalculable. No le falta razón.
Según un cálculo del Instituto del Mar del Perú, hacia marzo de este año existía una biomasa de 7.909 toneladas de concha de abanico. El conflicto es que el propio Imarpe advirtió de una supuesta extracción indiscriminada. Los piuranos lo niegan.
-Nosotros mismos cuidamos el recurso. No sacamos conchas de menos de 6,5 centímetros porque los europeos no la compran. Y si salen algunas, las sembramos de nuevo en nuestras pozas de repoblamiento hasta que crezcan- explica José Aguilar, vocero de los extractores de Parachique. En las costas de Sechura hay cuatro áreas de cultivo autorizadas y otras ocho a la espera de permiso para propagar concha de abanico. Dependen del recurso y pretenden asegurárselo en lugar de depredarlo. El propio clima los conmina a vedas periódicas porque, por ejemplo, durante el verano las conchas no resistirían en buen estado el trayecto de 12 horas que separa la isla de la costa en las traqueteantes barcazas artesanales. Y la vida de buzos y tripulantes es demasiado pesada como para hacer faenas en vano. "En temporada de calor sacamos pulpo, tramboyo, mero o caracol", explica Ramón. Es una veda natural.
El problema, está visto, no es de tierra sino de agua. O mejor dicho, por las riquezas bajo el agua. Por eso Parachique es ahora un pueblo de rumores:
que si hay petróleo en las profundidades cercanas a la isla, que si se quiere dar concesiones a compañías extractoras de mariscos, que si hay la posibilidad de convertir la isla en un destino turístico. Nada está dicho, nada es imposible. En cambio, desde el ruinoso puerto de la isla, rezago del esplendor del guano, todavía es posible ver un tranquilo panorama de barcas que cargan concha de abanico en un silencio marino. Sobre ellas navegan dos pueblos enfrentados por un conflicto nacido en escritorios lejanos.
Frente a frente
Los pescadores de Sechura nos alertaron del tema
ALEX IPANAQUÉ Consejero regional
En la Ordenanza Regional 016-2003/GRP-CR que ratifica la jurisdicción territorial sobre dicha isla se establece que, de acuerdo a la Carta Nacional (hoja 13-b) que el Instituto Geográfico Militar elaboró en los años
1966 y 1977, la isla Lobos de Tierra está bajo la jurisdicción de Piura.El consejero regional y miembro de la comisión de Recursos Naturales y Gestión del medio ambiente de la Región Grau, Alex Ipanaqué, dejó entrever que el reciente interés de los lambayecanos por la isla se debe a que estudios de la empresa petrolera Petrotech habrían determinado la presencia de petróleo en la zona. Además quieren rescatarla como destino turístico. Los pescadores de Sechura nos alertaron sobre el tema; por eso que en sesión del Consejo Regional y por unanimidad, creímos conveniente ratificar mediante una ordenanza, la jurisdicción que tenemos sobre isla Lobos de Tierra, dijo Ipanaqué.Son 2.400 pescadores sechuranos que viven de la actividad marisquera, centrando principalmente su accionar en dicha isla ubicada, según los piuranos, frente a Sechura.
" Me comunicaré con Trelles para que corrija su error "
YEHUDE SIMON Presidente regional
El presidente del gobierno regional de Lambayeque, Yehude Simon Munaro, afirmó que su par de Piura, César Trelles Lara, se ha dejado sorprender por un grupo de empresarios y pescadores que le hicieron firmar un documento cuya única finalidad es depredar el rico banco de recursos marinos de la isla.
"El gobierno regional (de Lambayeque) reafirma la jurisdicción sobre la isla Lobos de Tierra, para lo cual hará uso de todos los instrumentos jurídicos.
En los próximos días me comunicaré con Trelles para que corrija su error.
Yehude Simon Munaro explicó que tradicionalmente el límite de Lambayeque en el litoral es la punta Chérrepe en el sur (límite interdepartamental con La
Libertad) y Cabo Verde en el norte (límite con Piura). Este último punto fue ratificado por la Comisión de Estatuto y Redemarcación Territorial que fue establecido en la Ley 10553 del 21 de enero del año 1948.
Incluso los límites quedaron aclarados con la promulgación de la Ley 26290 de creación de la provincia piurana de Sechura, publicada en diario oficial "El Peruano" el 29 de enero de 1994.
El Estado tiene la respuesta
Tenemos que partir del principio jurídico de que las islas de nuestro litoral son bienes de dominio público. Por esta razón, el Estado mediante los respectivos ministerios, y estos a través de sus correspondientes oficinas regionales, son los que pueden otorgar, luego de cumplirse con los trámites y regulaciones existentes, concesiones para utilizar las islas en las más variadas formas.
Por ejemplo, el Ministerio de Pesquería sería la entidad estatal indicada para autorizar la extracción de productos marinos de las cercanías de una isla. Así como el Ministerio de Energía y Minas sería el encargado de atender todo lo concerniente en el caso de que se trabajara en la exploración o extracción de petróleo en nuestra costa.
En algunos casos son varios los sectores que confluyen para poder otorgar las concesiones requeridas.
Si se tratara de la construcción y explotación de un complejo turístico en la misma zona, se debe pedir opinión y autorización de diversos ministerios.
En la Dirección de Capitanías y Puertos de la Marina de Guerra del Perú hay un inventario minucioso de todas las islas e islotes existentes en nuestro litoral, con sus coordenadas exactas y demás detalles.
Resulta, pues, a nuestro entender completamente irregular que un consejo regional dicte una norma para establecer jurisdicción sobre una isla, porque con ello se arroga atribuciones que evidentemente no tiene.
HÉCTOR LÓPEZ MARTÍNEZ HISTORIADOR COMITÉ CONSULTIVO DE EL COMERCIO