Fuente: Mis Peces, Cadiz

España - Carlos Duarte: “La acuicultura es un imperativo para alimentar al mundo y regenerar los océanos”

viernes 26 de septiembre de 2025

España - Carlos Duarte: “La acuicultura es un imperativo para alimentar al mundo y regenerar los océanos”

Aquaculture Europe 2025 - Valencia

24/09/2025
Mis Peces, Cadiz
https://www.mispeces.com/noticias/Carlos-Duarte-La-acuicultura-es-un-imperativo-para-alimentar-al-mundo-y-regenerar-los-oceanos/

Duarte defendió la transición hacia la acuicultura regenerativa, un modelo que no solo reduzca impactos, sino que aporte beneficios netos al ecosistema y a la sociedad

El oceanógrafo Carlos Duarte destacó en su intervención que la acuicultura no es solo una opción, sino un imperativo para garantizar la seguridad alimentaria mundial. Durante su participación como ponente en la Aquaculture Europe 2025 de Valencia (AE25VAL) explicó que los productos acuáticos se encuentran entre los alimentos más saludables y con menor huella ambiental, muy por debajo de otras fuentes de proteína animal.

El experto también recordó que las pesquerías alcanzaron su punto máximo en los años noventa y desde entonces han entrado en declive, mientras la demanda mundial de alimentos marinos sigue creciendo.

Actualmente, añadió, se han domesticado más de 400 especies marinas, aunque el potencial real asciende a entre 4.000 y 5.000. Pese a que la acuicultura tiene raíces históricas, es esencialmente una industria del siglo XX y XXI que se expande con rapidez.

Duarte también destacó la alta eficiencia en la conversión alimenticia de los peces y mariscos: necesitan apenas 1,5 kilos de pienso para ganar un kilo de peso, frente a los ocho kilos que requieren los bovinos. Además, el espacio oceánico ocupado hoy por la acuicultura apenas alcanza los 4.000 km² en todo el mundo, frente a un tercio de la superficie terrestre dedicada a la agricultura. Incluso manteniendo el ritmo actual de crecimiento, en 2050 solo se usaría un 0,3% del océano.

El investigador también advirtió de los retos que enfrenta el sector. Entre ellos, la dependencia de harinas y aceites de pescado, que cada año consumen unas 20 millones de toneladas de pequeños pelágicos. Si esa biomasa se destinara al consumo humano directo, podría cubrir hasta el 8% de la ingesta mundial recomendada de pescado y evitar entre medio y tres cuartos de millón de muertes prematuras anuales. A ello se suman otros desafíos como la competencia por el espacio marino con energías renovables o áreas protegidas, los impactos ambientales de ciertas prácticas productivas y la percepción todavía negativa que parte de la sociedad mantiene hacia la acuicultura.

Frente a estos desafíos, Duarte defendió la transición hacia la acuicultura regenerativa, un modelo que no solo reduzca impactos, sino que aporte beneficios netos al ecosistema y a la sociedad. En su visión, este enfoque implica cultivar especies de bajo nivel trófico —macroalgas, filtradores, herbívoros o detritívoros—, diversificar los piensos con fuentes vegetales, insectos y microalgas, e impulsar la acuicultura multitrófica integrada. Subrayó además la necesidad de agilizar las concesiones y reconocer los servicios ecosistémicos que aporta la acuicultura, como la captura de carbono, la mejora de la calidad del agua o el fomento de la biodiversidad.

El cultivo de algas marinas fue uno de los ejemplos más destacados. En Europa apenas ocupa un kilómetro cuadrado, frente a decenas de miles en Asia, pero el potencial sostenible global se estima en tres millones de km². Cada hectárea de algas puede capturar entre dos y tres toneladas de CO₂ al año, y una expansión a gran escala podría retirar entre 1,6 y 3 gigatoneladas de CO₂ anuales, equivalente al 10% del esfuerzo global necesario para cumplir los objetivos climáticos. Duarte recordó además que las algas ofrecen múltiples oportunidades: alimentación, bioplásticos, cosmética y biocombustibles, especialmente en el sector de la aviación.

En la parte final de su intervención, Duarte resumió sus conclusiones en seis mensajes clave. Subrayó la necesidad de transformar la acuicultura en una industria sostenible, tecnológica e innovadora, apoyada en alianzas entre países con diferentes capacidades de investigación.

Insistió en orientar la producción hacia macroalgas y especies de bajo nivel trófico, capaces de convertirse en auténticos “blue superfoods”, alimentos saludables para las personas y beneficiosos para el planeta.

Recalcó que es imprescindible reconocer el papel positivo de la acuicultura en la salud de los océanos y de los seres humanos, integrando en los sistemas regulatorios y fiscales el pago por los servicios ecosistémicos que presta.

También pidió gestionar mejor la percepción pública para desmontar paradojas como el hecho de que un tercio de la tierra esté dedicada a la agricultura, frente al 0,01% del océano ocupado por acuicultura, y aun así sea vista como un problema. Abogó por un marco regulatorio que impulse, en lugar de frenar, el crecimiento del sector y su transición a la cuarta revolución industrial.

Finalmente, lanzó un mensaje humanista: reconstruir la base ética global que prohíba el uso del hambre como arma de guerra o instrumento de genocidio.

Concluyó su intervención apelando a reguladores, investigadores e industria a transformar la acuicultura en una industria regenerativa, capaz de generar beneficios ambientales, sociales, económicos y culturales. “La acuicultura es el único camino viable para alimentar al mundo con alimentos saludables, asequibles y compatibles con la salud de los océanos”, afirmó.