Fuente: Atlantico, Cadiz
España - Jesús Urios: “Nadie querría comer pota literalmente manchado de sangre de las flotas asiáticas”
jueves 9 de octubre de 2025

España - Jesús Urios: “Nadie querría comer pota literalmente manchado de sangre de las flotas asiáticas”
"Los tripulantes describen un panorama de esclavitud moderna con muertes por negligencias"
Mauro Borrazás
09 oct 2025
Atlantico, Cadiz
https://www.atlantico.net/tv/entrevista-a/jesus-urios-nadie-querria-comer_1_20251009-4010087.html
Entrevista a Jesús Urios. | Atlántico
Jesús Urios es el responsable de políticas oceánicas de la ONG internacional Environmental Justice Foundation, que recientemente publicó un informe sobre los abusos laborales, vulneraciones de los derechos humanos y sobrepesca de las flotas asiáticas en aguas internacionales en Argentina, que compiten con la flota regulada de capital vigués que faena en la zona. Urios participa estos días en la feria de Conxemar para presentar el informe y la campaña de la ONG.
¿Cómo es posible que se lleve a cabo esta pesca sin ninguna regulación?
Todo esto pasa en una zona que está en alta mar, a más de 200 millas de la costa de Argentina, en el Atlántico Sur, pero en aguas internacionales. Allí operan cada año flotas de diferentes países, pero una de las más numerosas es la flota potera, que se reúne para capturar el calamar argentino. ¿Y por qué pasa desapercibido todo lo que hemos investigado? Pues, primero, por la falta de transparencia y, segundo, porque es una zona donde no hay ningún tipo de regulación o cooperación internacional, como sí la hay en otras áreas, incluso de alta mar. Por eso los abusos que hemos constatado son generalizados, sobre todo en las flotas asiáticas dedicadas a la pesca de calamar.
¿Y luego es un producto llega hasta nuestros mercados?
Sí. España es el segundo consumidor e importador mundial de sepia y calamar. Tenemos un papel importante en el mercado global de cefalópodos. En esta zona donde se pesca calamar argentino, o pota argentina, como se denomina comercialmente en España, somos consumidores. En nuestra investigación hemos constatado que al menos 47 importadores españoles han traído a nuestro país calamar procedente de esta zona no regulada. Este producto, que se pesca sin control y con graves abusos laborales y de derechos humanos, acaba en los mismos supermercados donde compite con productos capturados de manera sostenible, sin que el consumidor pueda diferenciarlos.
Hay flotas de capital gallego que faenan en aguas nacionales de la zona. ¿Esto supone una competencia desleal para ellas?
Sí. Incluso en la misma milla 201 operan unos 343 buques poteros de flotas asiáticas y unos 30 buques arrastreros españoles que también capturan calamar. Compiten en el mismo espacio, pero bajo condiciones completamente diferentes. Las flotas asiáticas no cumplen estándares medioambientales ni laborales, mientras que la flota española está sujeta a normas más estrictas: lleva observadores a bordo, tiene zonas cerradas a la pesca y cumple estándares de sostenibilidad y laborales. Es una competencia desleal muy clara.
¿Cómo es el ámbito laboral en estos barcos asiáticos?
Recogimos testimonios de 169 tripulantes que han estado a bordo de embarcaciones de China, Corea del Sur y Taiwán, pero principalmente chinas. La mayoría de los trabajadores son indonesios y filipinos, personas en situación de vulnerabilidad. Lo que describen es un panorama de esclavitud moderna: muertes por negligencia médica, cuyos cuerpos fueron arrojados al mar sin autopsia; abusos físicos, amenazas, castigos, servidumbre por deudas, reducción de salarios e incumplimiento de contratos. Más del 50% de los tripulantes reportaron abusos de este tipo. Son personas atrapadas en alta mar, sin comunicación, sin internet, y los barcos reciben suministros de buques nodriza, por lo que pueden pasar meses o incluso años sin tocar puerto. Algunos tripulantes han intentado escapar lanzándose al agua al llegar a puerto. Esa es la realidad que hemos documentado.
¿Y para el consumidor hay algún motivo de preocupación, en cuanto a la calidad del producto?
Más que por la calidad, la preocupación debe ser por lo que conlleva su producción. A nivel de consumidor es difícil distinguir el origen. En el etiquetado solo figura “Atlántico Suroeste” o el área FAO 41, sin especificar si fue pescado por un buque chino o español. A veces se indica el arte de pesca; si pone “arrastre”, podría tratarse de un barco español, pero no siempre está claro. Esa falta de trazabilidad es parte del problema.
Esta pesca sin control, ¿pone en riesgo la sostenibilidad del calamar y del ecosistema?
Sí. En aguas argentinas el recurso está controlado por el Gobierno y los científicos, que fijan cuándo cerrar la temporada. Pero en aguas internacionales ese mismo recurso se sigue explotando sin control. No se sabe cuánto calamar queda ni cuánto se necesita dejar para la reproducción. Los científicos alertan de un posible colapso de la especie si coinciden malas condiciones ambientales con sobrepesca. El calamar es una especie clave en la cadena trófica: sirve de alimento a ballenas, aves marinas y especies comerciales como la merluza. Su colapso tendría repercusiones en todo el ecosistema del Atlántico Sur, y, en consecuencia, en la disponibilidad y el precio de otros productos pesqueros.
¿Y cómo se podría prevenir o controlar esta situación?
Vemos tres vías de solución. La primera es incrementar la transparencia en el sector pesquero: saber qué se pesca, dónde y por quién. La segunda es que los países con intereses en la zona acuerden una gestión conjunta del recurso, con estudios científicos, límites y cuotas de captura. Y la tercera, a nivel nacional, es que España refuerce los controles sobre las importaciones de esa zona. Si se sabe que es una zona problemática y que allí se cometen abusos, los gobiernos deben cuestionar el origen de esos productos y no permitir su entrada en el mercado si no se garantizan prácticas sostenibles y legales.
Han lanzado una campaña. ¿En qué consiste?
El primer paso es dar a conocer lo que está ocurriendo, tanto al público como a los gobiernos, a la Unión Europea y a los importadores. Muchos de ellos ni siquiera son conscientes de que están comprando producto procedente de barcos implicados en abusos, porque no hay transparencia ni trazabilidad suficiente. Nuestro objetivo es poner el foco donde está el problema y lograr que los gobiernos actúen, estableciendo salvaguardas para impedir que esos productos lleguen a los supermercados. Nadie querría comer un calamar literalmente manchado de sangre. Y, además, este no es un caso aislado: estamos observando patrones similares en otras pesquerías.