Fuente: El Debate, Los Mochis

Mexico - Oro azul mexicano: la acuicultura millonaria que desafía los límites de la producción

martes 21 de octubre de 2025

Mexico - Oro azul mexicano: la acuicultura millonaria que desafía los límites de la producción

Por Lorena Caro

20/10/2025
El Debate, Los Mochis
https://www.debate.com.mx/economia/oro-azul-mexicano-la-acuicultura-millonaria-que-desafia-los-limites-de-la-produccion-20251020-0103.html

Desde el aire, las granjas acuícolas se extienden como puntos dispersos sobre el paisaje, y bajo la superficie; peces, crustáceos y moluscos se desplazan lentamente dentro del agua controlada. Estas instalaciones han proliferado en los últimos años alrededor del mundo. En México, la acuicultura representa un negocio que genera al menos 22 mil 473 millones de pesos. Para muchos expertos, se trata del “oro azul”, es decir, un recurso estratégico que promete fortalecer la seguridad y soberanía alimentaria del país. Sin embargo, su expansión no ha sido sencilla. Los retos persisten en torno a la accesibilidad de la producción, los costos y la integración de nuevas tecnologías, obstáculos que siguen marcando el camino de este sector emergente.

Sector
Pero en México, la acuicultura no solo mueve cifras multimillonarias, sino que también da empleo a alrededor de 56 mil 250 hombres y mujeres que trabajan en aproximadamente 9 mil 230 granjas distribuidas a lo largo de 115 mil  910 hectáreas. La expansión de estas instalaciones ha sido de estira y afloja en los últimos años, dando pie a un crecimiento mixto del sector y su importancia para comunidades rurales y costeras que dependen de él para su sustento.

No es tarea fácil, porque esta actividad debe generar un delicado equilibrio entre experimentación y producción comercial. Se cultivan especies locales y de menor escala, como mojarra nativa, abulón o callo de hacha, mientras que otras, como tilapia, trucha, camarón o langostino, se producen con la mirada puesta en los mercados internacionales.

Producción
La productividad depende de sistemas cuidadosamente diseñados, que contemplan flujo de agua, alimentación, densidad de organismos, tecnología y capital invertido, además de las necesidades específicas de cada especie. Según su nivel de tecnificación, estos sistemas se clasifican como extensivos, semiintensivos, intensivos e incluso hiperintensivos, como sucede con el cultivo de tilapia o trucha, donde la precisión tecnológica marca la diferencia entre éxito y fracaso.

Los peces y crustáceos cultivados se desarrollan bajo la mirada de ingenieros pesqueros, zootecnistas, acuicultores y biólogos marinos, quienes vigilan desde la alimentación hasta la densidad de los organismos.

El resultado es un sector notable en América Latina, con tasas que superan el 9 por ciento anual en las últimas dos décadas, situando a la región como un actor destacado en la producción primaria de alimentos.

Pacífico
El doctor Francisco Javier Martínez Cordero, director general de Infraestructura en Conapesca a nivel nacional, compartió en entrevista para El Debate que de acuerdo con los últimos datos disponibles, correspondientes a 2024, la acuicultura en México produjo 349 mil 526 toneladas. Esto representa apenas el 16  por ciento de la producción total del país en conjunto con la pesca. La mayor concentración se encuentra en el Pacífico, incluido Sinaloa, donde se genera el 82 por ciento de la acuicultura nacional, mientras que el Golfo de México aporta el 10.65 por ciento y los estados sin litoral concentran el restante.

En términos económicos, el valor total de la producción acuícola en 2024, que alcanzó los 22 mil 473 millones de pesos, equivalen a 48  por ciento del valor combinado de la producción pesquera y acuícola del país. En 2023, se obtuvo ligeramente menos, con 22 mil 400 millones de pesos como valor total.

La estructura productiva en México se ha mantenido relativamente estable en la última década. Las especies que lideran la producción siguen siendo prácticamente las mismas: el camarón encabeza la lista, con 215 mil 974 toneladas producidas en 2024; le sigue la mojarra, con 67 mil 983 toneladas; el ostión, con 30 mil 616 toneladas, y la carpa, con 20 mil  088 toneladas.

Retos
El funcionario de Conapesca reconoció que el desarrollo sostenible de la acuicultura en México enfrenta retos concretos y persistentes. Entre ellos, destacó el manejo de enfermedades, un desafío constante sin importar el tipo de cultivo, la necesidad de facilitar financiamiento y créditos específicos para que micro y pequeños productores puedan acceder a recursos y la implementación de sistemas más eficientes en el uso del agua, siempre considerando su impacto ambiental. Según Martínez Cordero, abordar estos puntos desde ahora y en el futuro será clave para consolidar un sector capaz de crecer de manera responsable y sostenible.

“El principal reto es posicionar a la acuacultura como una actividad de prioridad nacional en la soberanía alimentaria, de tal forma que se apoye el incremento de producción de manera significativa para atender los retos de seguridad alimentaria y nutricional futuros”, explicó.

En entrevista con El Debate, también mencionó la importancia del ordenamiento acuícola, así como temas complementarios como el cambio climático, que dijo, resultan fundamentales para garantizar la sostenibilidad del sector.

Soberanía
Este año, la Organización de las Naciones Unidas señaló que la expansión de la acuicultura y la adopción de nuevas tecnologías en el sector podrían fortalecer la seguridad alimentaria a nivel mundial de forma sostenible. Este tipo de producción, que genera menos emisiones de gases de efecto invernadero que otras formas de producción animal, ya abastece aproximadamente la mitad de la demanda global de productos acuáticos, aunque hasta el 90  por ciento de esa producción se concentra en Asia.

En México, el sector aún no alcanza esos niveles, pero las autoridades buscan impulsar su crecimiento. “En México, eso todavía no pasa, pero estamos buscando que el crecimiento de la acuacultura en México lleve hacia allá”, añadió Martínez Cordero.

El país es de alta tradición de consumo de pescado y uno de los objetivos es incrementar la disponibilidad de este alimento. Como ejemplo, Martínez Cordero mencionó el caso de la tilapia, el pescado de agua dulce más consumido en México. “En cualquier territorio rural donde vayas, vas a encontrar proyectos de tilapia generalmente de micro y pequeña escala. Ahí donde está un proyecto de tilapia, nos damos cuenta que hay un impacto importante en la seguridad alimentaria y nutricional, es decir, la gente de esa localidad come pescado, come tilapia porque existe un proyecto de tilapia, y muchas veces no lo tenían disponible”, expuso.
En 2024, México produjo 67 mil 893 toneladas de tilapia, mientras que se importaron 189 mil 500 toneladas de filetes de tilapia y basa.

Sustento
“Lo que nosotros estamos buscando aquí en México es que haya una sustitución parcial de importaciones a través de aumentar la producción nacional de tilapia. Solo por darte un número, por ejemplo, y este es un problema de soberanía alimentaria, ya ni siquiera es de seguridad alimentaria y nutricional”, explicó Martínez Cordero.

Según sus cálculos, para sustituir esas importaciones, México tendría que alcanzar una producción de 550 mil toneladas de tilapia. “Entonces, es un gran reto, es un reto muy importante que nosotros vamos a tomar y empezar a tratar de atacar desde la Conapesca. Incide no solamente en la proporción de lo que proporciona la pesca y la acuacultura al consumo humano, sino que en este caso, como problema de soberanía alimentaria, es para sustitución de importaciones aumentando la producción nacional, en este caso, de tilapia”, ejemplificó.

Ecosistemas marinos
Pero los riesgos ambientales de la producción acuícola en México, también son otra cara de este sector que se expone por la contaminación de manglares o ecosistemas marinos por desechos o construcciones. Sin embargo, expertos sostienen que es posible encontrar un equilibrio en economía sin comprometer la salud de los ecosistemas marinos.

Nadia Olivares, directora del Programa de Océanos Resilientes en la organización Environmental Defense Fund (EDF), señaló que el primer paso para lograrlo es conocer a fondo las especies que se desean cultivar. “Idealmente, siempre se recomienda que sean especies nativas, del sitio, con conocimiento previo de su biología y distribución”, explicó.

Al respecto, compartió que la selección inadecuada ha provocado fallas en proyectos internacionales, donde las especies no prosperan en condiciones distintas a las de su hábitat natural.

El acompañamiento técnico y la capacitación son, según Olivares, pilares fundamentales. Evaluaciones recientes sobre los efectos del cambio climático en pesca y acuicultura muestran que la orientación constante a productores, la identificación de los sitios óptimos para el cultivo y la atención a variables como condiciones meteorológicas y corrientes, son esenciales para minimizar riesgos y optimizar la producción.

Sobreexplotación
La experta también señaló que la acuicultura puede convertirse en una herramienta clave para la recuperación de pesquerías sobreexplotadas. En México, ejemplos concretos incluyen programas en la península de Yucatán para reproducir el mero rojo y proyectos en Sinaloa orientados a la producción de mero. Sin embargo, la complejidad del cultivo varía según la posición trófica de las especies, por ejemplo, almejas como las chocolatas requieren menos inversión y tiempo que peces predadores como el mero, que demandan más alimento y condiciones específicas para prosperar. “Una herramienta que podemos utilizar precisamente para recuperar aquellas especies clave, pues obviamente es la acuacultura. Además, y sin perder de vista que en aquellas pesquerías también necesitemos implementar medidas o estrategias de aprovechamiento muy específicas para poder, sacar de ese sobreexplotación, el deterioro a las especies”, expuso.

Olivares también mencionó la necesidad de un marco normativo sólido. El ordenamiento acuícola, actualmente en desarrollo, y reglamentos relacionados con pesca y acuicultura, así como leyes de vida silvestre y equilibrio ecológico, son instrumentos fundamentales para regular la infraestructura y garantizar que la inversión en acuicultura sea eficiente.

La apuesta de Conapesca
Hacia 2026, la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca prevé una nueva fase de expansión del sector con la puesta en marcha de programas nacionales de fomento acuícola en todo el país. El objetivo es impulsar tanto la acuacultura marina como la de agua dulce, con especies como tilapia, ostión, totoaba y peces marinos, además de sistemas multitróficos que integren macroalgas, bivalvos y peces en una misma cadena de producción para aprovechar mejor los recursos y reducir el impacto ambiental.

El plan contempla también un Programa de Recursos Genéticos, diseñado para dotar a pequeños productores de organismos con calidad genética mejorada, como alevines de tilapia o semillas de ostión, provenientes de laboratorios certificados. En los estados sin litoral, se busca fortalecer sistemas integrales que combinen acuacultura y agricultura, con un enfoque agroecológico y de uso eficiente del agua.

La estrategia incluye la creación de escuelas de campo acuícolas y la instalación de mesas intersecretariales para atender temas de sanidad, trazabilidad y sostenibilidad ambiental, con la intención de consolidar un modelo productivo más resiliente, tecnificado y sostenible.